Lo vi en un cartel. Y me pareció un mensaje demoledor, directo hasta algún lugar donde realmente hace daño. Hasta nuevo aviso. No hay fecha. No hay una referencia. No hay una razón. Solo hay una negación que se extiende sin llegar al final pero cuya meta puede que no sea sino más de lo mismo. Cerrado hasta nuevo aviso.
El camino desciende mientras se retuerce entre los barrancos. Una capa de asfalto destronó a la piedra volcánica. Progreso y más progreso. Un camino que llega hasta allá donde el ser humano decidió exponer la historia. Pegada a unos cuantos pinos y con el mar de Las Calmas allá abajo, la construcción coloniza la ladera. Suponemos que sigue allí.
Otra forma de pintar negro el futuro: hasta nuevo aviso. Simple para generar indefensión. El cartel se sostiene bajo una cadena que cruza el camino. No hay aviso previo. Llegas y lo ves. Entonces se hace presente con una malvada soberbia. Un cartel como cualquier otro si no fuera porque lo que lleva escrito es el signo de los tiempos en que se inscribe. Fue pero no es. Y te lo digo aquí y ahora.
Así que la ladera permanece quieta mientras cae hacia el mar. En silencio para ocultar que la decrepitud gana terreno. Un camino que se cierra. El Julán sigue ahí. De momento.