El spam se refina

by Julen

Cada mañanaPor si no nos acordábamos. Tomado de la wikipedia, el artículo 21 de la Ley 34/2002, de 11 de Julio de Servicios de la Sociedad de Información y Comercio Electrónico (LSSI) dice:

  1. Queda prohibido el envío de comunicaciones publicitarias o promocionales por correo electrónico u otro medio de comunicación electrónica equivalente que previamente no hubieran sido solicitadas o expresamente autorizadas por los destinatarios de las mismas.
  2. Lo dispuesto en el apartado anterior no será de aplicación cuando exista una relación contractual previa, siempre que el prestador hubiera obtenido de forma lícita los datos de contacto del destinatario y los empleara para el envío de comunicaciones comerciales referentes a productos o servicios de su propia empresa que sean similares a los que inicialmente fueron objeto de contratación con el cliente.

En todo caso, el prestador deberá ofrecer al destinatario la posibilidad de oponerse al tratamiento de sus datos con fines promocionales mediante un procedimiento sencillo gratuito, tanto en el momento de recogida de los datos como en cada una de las comunicaciones comerciales que le dirija.

Parece que el spam se refina. Ahora viene envuelto en cosmética fina sin burdas alusiones a alargamientos de pene o promesas de hiperactividad sexual. No, ahora la línea que separa lo que es spam y lo que no es más delgada que nunca. Porque la actual ingesta de correos no deseados es en definitiva un daño colateral por estar en el «candelabro». Si fuera eremita no andaría quejando tanto.

¿Quienes nos dirigen correos aderezados de una fina capa de spam son conscientes de la impresión que causan en quienes los recibimos? Es curiosa esa alusión a que te hacen un favor al enviarte algo que «estamos seguros de que interesa». Deciden por mí que me ha tocado el premio gordo del dulce spam envuelto en papel de regalo con suave olor a alcanfor. Hay que joderse. Vete aprendiendo a activar filtros para quitarte el lastre de este tipo de correos.

Porque ahora ya no es una máquina quien dispara spam. No, ahora son humanos que creen que deben dispararte porque, según sus análisis, eres sujeto de su interés. Y cuando el dardo empozoñado te alcanza, eso sí, le decimos al damnificado que es «por su interés». Muchas gracias, joven, pero ya soy mayorcito para buscar mi interés propio. Se lo agradezco, pero mientras tanto marco su correo como spam. No le importa, ¿no?

Luego está ese otro tipo de correos del spam ultrafino que te llega sin un triste enlace para darte de baja. Eh, que si eres buen community manager no estaría de más que tus correos incluyeran ese tipo de servicio: ¿quieres que deje de enviarte este correo? Pues dime dónde hacer click. Y más aún: ¿quieres que te dé de baja de esta lista en la que te encuentras y que es la razón por la que te envío correo? Pues dime dónde hacer click. Sería un detalle.

De todas formas es curioso que al final tanto community manager y dale que dale al correo electrónico. ¿No era esto de los social media lo que acababa con el correo? ¿No se había anunciado el sepelio hace ya tiempo, con cuerpo presente y posterior responso en el cementerio? Pues parece que no, que el correo es herramienta del pasado para no sé qué cosas pero de futuro inmediato para otras. ¿Para cuáles? Para seguir abrasándome con información que no deseo.

Eso sí, yo muy digno ya he empezado a contestar correos: que me quites de esa lista, que me des de baja, que anules la suscripción, que por favor no quiero recibir tu spam. Porque eres correo no deseado. Así de simple: no te deseo.

Insisto en que en el fondo la culpa es mía. Por no haberme fijado antes. Por no parar los pies antes a quien debía. Ahora refunfuño y me quejo. Esto es que los community managers empiezan a repartir estopa. Una vez que te han localizado, no será fácil recuperar la libertad. Bueno, quizá no tanto. Se trata de sistemáticamente perder un momentín para decirte: gracias, pero eres spam, no te deseo.

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