Disculpe, ¿por dónde voy al sur de Islandia?

by Julen

Lago Kleifarvatn¿Ve aquellos montes? Pues justo detrás. Una respuesta ambigua para una pregunta imaginaria. Todo se reconstruye entre accidentes geográficos que terminan en sobresaltos neuronales. El paisaje se huele único y los colores se esconden a la lógica. El camino serpentea loma arriba y justo cuando alcanzas la cima, allá aparece. Delante, detrás. Está en tu imaginación; así que es pura realidad.

Las fronteras se diluyen en la niebla y los idiomas se entremezclan. Nada que objetar. El cielo sigue arriba. Un azul inmenso y desbordante. El sur de Islandia se encoge. Se reduce a un pequeño valle con unas pocas casas. Con series sísmicas que quieren devolverlo a la vida para que todo el mundo sepa que hay una isla. Rota en mil pedazos y quebrada por una orografía que se sabe viva y poderosa.

Ahora que llegan tiempos de otoño, los colores se divierten. Entretejen líneas y dibujan figuras. Imantan atención. En lo alto de la loma el espectáculo, sin embargo, es efímero. Porque el territorio no soporta tantas miradas. Así que enseguida se vuelve esquivo. Refugio de minorías, conecta norte y sur pero solo por un momento. El viaje termina en la estación de destino. Un bucle que te lleva al comienzo.

Así que de nuevo en camino. ¿Dice que tengo que llegar hasta aquellos montes? Será que no hay opción. La mirada se pierde una y otra vez. Al poco de volver a la ruta, junto a una pequeña casa ves a una niña que juega sola. Sabe que detrás de los montes hay un lago. Porque una vez su hermano le contó que allí comenzaba el sur de Islandia. ¿En el lago? Sí, detrás de aquellos montes.

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