El Instituto Geográfico Nacional IGN es quien se encarga, entre otras cosas, de generar los datos sobre diversos aspectos relacionados con la crisis sísmica y vulcanológica aquí en El Hierro, como comenté el otro día aquí mismo. El IGN es una entidad que pudiéramos denominar «científica» o que, al menos, se mueve en un terreno evidente de «conocimiento experto». Pero, al mismo tiempo, los datos con que trabajan viajan hacia el gran público sin que nadie pueda detenerlos. Todo depende del interés de quien recibe esos datos por acceder a ellos. Si el asunto, como sucede aquí en El Hierro, tiene que ver con la seguridad, todo se vuelve un cierto caos informativo.
Para explicar lo que quiero trasladar con este artículo me sirve un ejemplo de la forma en que se accede a la información de descargas para uso no comercial que el IGN ofrece en su vastísimo sitio web. Se expresa así:
Archivos ráster del Mapa Topográfico Nacional 1:25.000. La unidad de descarga es un archivo ZIP por cada hoja del MTN25, que contiene el archivo TIF + TFW. Sistema geodésico de referencia ED50 (en Canarias REGCAN95 y en Ceuta y Melilla ETRS89) y proyección UTM en el huso correspondiente.
¿Qué entendemos la mayor parte de los mortales? Nada. Chino mandarín. ¿Es lógico? Sí y no. Y trato de explicarme. Es evidente que hay unas convenciones y unos estándares que hacen que los datos que nos quieren aportar sean unos en concreto. Y esos datos se definen mediante un lenguaje que es una auténtica jerga para iniciados. Si no sabes de formatos de ficheros, de escalas o de sistemas geodésicos de referencia, adiós muy buenas. Esos datos que informan de la descarga disponible no se convierten en información para quien quiera bajarse el mapa los ficheros en cuestión. Solo es información si «estás ya en ese mundo».
Por aquí creo que llegamos a una de las claves de todo esto: la gente que va a utilizar esos datos. ¿Quién es el cliente de la comunidad científica? Dos posibilidades, por simplificar: la ciudadanía de a pie… y ¡la propia comunidad científica! Esto mismo, no obstante, sucede también en otras disciplinas. Solo hay que toparse con la jerga del derecho, todo un submundo que se inserta en este en el que vivimos. En realidad conviven muchas capas, todas ellas aplanadas por Internet y por el acceso cada vez más fácil a los datos.
¿Qué sucede cuando un simple mortal accede a los datos y no entiende ni castaña? Dos posibilidades de nuevo: los interpreta con su criterio (sea el que sea) o busca intermediarios para su interpretación. Para esta segunda posibilidad, en el caso actual de El Hierro, estaríamos hablando de la presencia de gente de ciencia en los medios de comunicación de masas (televisión y prensa sobre todo) y de entidades como la Actualidad Volcánica de Canarias AVCAN que ya están usando medios de comunicación de masas en Internet (su página en facebook por ejemplo).
Si quienes generan los datos no bajan a la arena, eso no supone que no haya arena en donde se dan mil y una interpretaciones de esos datos para transformarlos en información y también, por supuesto, en desinformación. Esto es lo que hay. ¿Democratizar ciencia? Asunto complejo porque son muchos los intereses en juego. Desde cómo influye en el prestigio personal hasta que aceptar ese reto supone hablar de competencias que no se valoraban hasta ahora. Comunicar es otra cosa.
De ahí que sea tan importante la labor divulgativa. Es un ejercicio de empatía, sano en cualquier caso. Ponerse en el lugar de quien accede a los datos para que se transformen en información. La posibilidad de sumar al conocimiento experto las toneladas de conocimiento profano que fluyen por todas partes es un buen reto, ¿no? No estamos diciendo nada nuevo; solo que hay que ponerse en el lugar de nuestros clientes, de las personas que van a usar los datos que generamos.
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Nota.- Dicho todo lo anterior, creo que en sitios como el IGN hay sensibilidad con estos temas, seguro. Y creo que más que la va a haber porque el torrente de datos, información, comunicación, conocimiento y sabiduría ha explotado. Para bien.