Reducir costes en consultoría

by Julen

Money money moneyEn 2003 cuando di el paso de volver a la consultoría y de llevarla a cabo con mis recursos, reconozco que tenía mis miedos. Uno, bien simple y poderoso: ¿seré capaz de facturar lo suficiente como para seguir tirando? Lo cual se podía interpretar de otra manera: ¿seré capaz de contener los gastos para no andar tan presionado por facturar?

Han pasado más de ocho años desde entonces. Echando la mirada atrás, no sé si fui consciente de lo que hice, pero lo hice: decidí por ejemplo trabajar desde un despacho en casa y usar prácticamente los mismos medios de que ya disponía. En realidad, la barrera de entrada relativa al coste que suponía trabajar en consultoría por cuenta propia había prácticamente desaparecido.

Los costes tenían que ver básicamente con realizar los pagos a la seguridad social. Trabajar con el conocimiento (sabéis que me gusta en su versión de pensamiento, emoción y acción) tenía sus ventajas. No hacía falta inversión en maquinaria o en otro tipo de infraestructuras.

Ahora, sin embargo, creo que puedo ver esta minimización de costes desde otra perspectiva. ¿Cuánto hace falta facturar si el punto de partida es tan liviano? ¿Por qué no aceptar una expresión más contenida de los objetivos de facturación? El éxito puertas para fuera siempre se mide en incrementos de facturación, mayores cuotas de mercado y más clientes. ¿No hay alternativa?

Si fuéramos capaces de reducir la tensión por facturar seguro que descubriríamos nuevos territorios. Ya sé que puede sonar a chulería. Primero hay que facturar, llegar a la cifra para poder subsistir. Pero ¿es esto realmente así? ¿No estamos en una carrera donde no se trata de subsistir sino de facturar mucho para que se vea que somos gente de éxito? Y si la facturación es la reina de la fiesta, ¿no queda todo impregnado por su aroma?

En este blog hemos machacado mil veces que hay hueco para el negocio contenido y sin excesiva ambición. El crecimiento en facturación se justificaría si somos capaces de distribuirlo entre nuestra red para hacer crecer a quienes tienen mayor necesidad de ello. ¿Cómo se gestionaría un negocio que no coloca una cifra ambiciosa de facturación como objetivo? ¿Sería un contrasentido?, ¿una negación del mismo hecho empresarial?

Reducir costes es eliminar necesidades. No me voy a poner en plan «momento zen» para descubrir que podemos vivir con mucho menos de lo que poseemos ahora que la crisis golpea duro. A lo mejor es un insulto para mucha gente. Pero en nuestra actividad de consultoría artesana conviene no perder la referencia de que ambicionar facturación es aceptar una carrera en la que podemos no participar. O al menos podemos hacerlo con otros valores.

La consultoría artesana es un negocio pequeño. Nunca vamos a tener muchos clientes porque no tenemos capacidad. Así que deberíamos obsesionarnos por otros asuntos que tengan más que ver, por ejemplo, con la calidad de las conexiones que establecemos con nuestros clientes.

Si quieres leer más sobre esto de la facturación, los dineros y los costes, puedes echar un vistazo a algunos materiales del taller de consultoría artesana que hicimos en febrero de este año: Todo por la pasta. También te puede interesar la serie de artículos de balance de los primeros seis años de este proyecto de Consultoría Artesana en Red. Por último, algunos artículos en este mismo blog:

 

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7 comentarios

Jorge Icaza 27/09/2011 - 09:27

Preguntas si «hay hueco para el negocio contenido y sin excesiva ambición» y si «el crecimiento en facturación se justificaría si somos capaces de distribuirlo entre nuestra red».
Respuesta, nosotros lo hemos denominado: «Red IberManager de Prosperidad Compartida» http://www.ibermanager.com/red.html, y si te apetece conocer lo que otros hacemos, cuando quieras te lo cuento.

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Julen 28/09/2011 - 05:52

Gracias por la referencia, Jorge, pero creo que son enfoques muy diferentes los que planteáis a la forma en que yo trataba de explicarme (quizá no lo he hecho bien). Para mí la colaboración debería estar basada en modelos más abiertos que los que me parece que planteáis. No digo que no sea interesante vuestro enfoque pero lo veo muy alejado del nuestro.

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Ane 27/09/2011 - 16:15

En su día tuve un «comentario» a la idea de «no ambición». Hoy me gusta más la expresión «sin ambición excesiva», esa idea la compro mejor… A nosotros, que estamos en el mismo negocio artesano, no nos mueve la facturación «excesiva», y sí nos mueve la puesta en valor de nuestra aportación en términos de precio porque pensamos que un servicio de mucha calidad requiere inversiones importantes (quizá no materiales, pero sí en conocimiento y en relaciones). Las relaciones y las redes «potentes» necesitan recursos (tiempo y dinero) para sobrevivir, para investigar, para aprender… creemos que una actividad y una red «sin costes», puede ir perdiendo capacidad de aportación en el tiempo. Nos nos gusta la asociación de ideas de consultor artesano a consultor barato……….. Ane

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Julen 28/09/2011 - 05:57

Hola, Ane.
Yo parto de la base de que existen precios de mercado. Luego, tras esa referencia, llega nuestra «interpretación». Y esta admite múltiples opciones. Desde un precio mediante el que queremos trasladar el valor que creemos que aportamos y que puede ser muy alto hasta el «gratis total» porque la recompensa que obtenemos se mueve en otro plano que no es el económico. Hasta donde podemos supongo que cada cual optamos por una decisión en ese continuo. No creo que haya una única que sea la adecuada.
Nosotros hablamos a menudo de la facturación al estilo «Robin Hood». De esto se conversó mucho en el taller de Todo por la pasta. A mí me gusta la idea de que lo que cobramos es relativo. Y no solo tiene que ver con el producto/servicio que ofrecemos sino con las circunstancias en las que lo entregamos.
Gracias por darte una vuelta por aquí, Ane. A ver si algún día tomamos otro cafelito 😉

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Lola 26/11/2011 - 09:57

Con tu blog, me doy cuenta de que el concepto de consultoría artesana genera una emoción compartida… al menos la mía.
En relación a este post, me pasa que entre caer en la flaqueza -«quiero facturar a toda costa»- y caer en el desánimo -«aquí no hay dios que facture»- el día a día en mi trabajo se mueve más en el valor que aporto a mi cliente, a mi profesión y a mi misma por encima de los elementos más economicistas y de marketing que imperan en el mercado profesional.
En todo caso… no dejo de ver que a veces, el encefalograma de mis anhelos -más que de mis ambiciones- está lleno de picos ascendentes y descendentes… así que acabo de descubrir el valor terapeutico añadido de este blog… lo que me pregunto es si estoy sola en esto… y como que por pedir, no quede: consultoría artesana en red – red de consultoría artesana para compartir y canalizar estas turbulencias.

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Julen 26/11/2011 - 10:48

Lola, somos muchas las personas que andamos a la búsqueda de cierto equilibrio entre nuestros deseos y la realidad de cada día. Puede parecer difícil pero una de las claves es ir revolviendo por ahí para encontrar buena compañía en este viaje que nunca acaba. Un placer escucharte. El mundo se hace pequeño y esto es una ventaja. Sea con consultoría artesana o en barrios vecinos del Mediterráneo 😉

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Nueva sesión con Leinners para hablar de consultoría | Consultoría artesana en red 03/12/2012 - 06:40

[…] de ese taller y encontrar enlaces a un montón de artículos de quienes participaron en él. Reducir costes en consultoría, costes fijos en la consultoría artesana o el precio de la hora pueden serte también de […]

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