7- Llavorsí – Espui

by Julen

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Etapa prototípica de altas cumbres pirenaicas con cielo inmenso por encima, valles escondidos allá abajo en el fondo y ganado, vacas y caballos, como principal compañía. Bueno, también algún que otro ciclista y un grupo de moteros con quienes he compartido parada en el refugio de Quatre Pins. Cosas veredes, amigo Sancho, cuando estés a 2200 metros de altitud por esos montes de dios.

Llavorsí quedaba atrás. Pegado al Noguera Pallaresa y alimentado por sus aguas en todos los sentidos, incluido el económico. Enseguida la civilización quedaba atrás al tomar una humilde carretera que conduce primero a Arestui y luego a Baiasca, dos pueblos escondidos del mundo. Antes de llegar a este último, se toma la PISTA. Una pista con mayúsculas, que sube y sube y no deja de subir. Desde Llavorsí, a 800 metros de altitud, se asciende a los 2250. Por eso la pista parece interminable.

Arriba el cielo lo puede todo. Las moles de los montes cercanos y un terreno desnudo con prados y ningún árbol, apenas dejan el justo hueco para que una pista corte la ladera en dos allá arriba y permita dejarte llevar a algún sitio en soledad. Eso sí, la sensación no es del todo real: un jeep de alguien que cuida del ganado, un grupo de moteros, otros ciclistas…

La pista recorre 20km a más de 2000 metros de altitud. Hasta llegar a una tremenda y zigzagueante bajada a Espui. No es que la pista sea bonita, pero tiene su aquel dejar que la bici siga su curso mientras el fondo del valle se va acercando. Arriba un grupo de todoterrenos me da la bienvenida a la civilización moderna en todo su esplendor. Así son las cosas. Derecho al hotelito, bien chulo, donde dejar pasar la tarde, leyendo o conversando si se da el caso.

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