Taller sobre inteligencia emocional en el Foro Itaca

by Julen

Non entendo renEste miércoles el Foro Itaca retoma actividad con un taller en torno a la inteligencia emocional. La iniciativa tiene que ver en buena parte con el trabajo que se ha venido desarrollando desde el Consorcio de Inteligencia Emocional, canalizado a través de Innobasque. Para saber de qué hablo puede convenirte leer el libro La emoción de la transformación (descarga completa en pdf), que han publicado entre Aiuola Pérez, Bego Maite Jiménez, Bharat Martín, Francisco Javier Bárez, Iñaki Pérez, Javier Riaño, Leire Gartzia, Olga Gómez y Roberto López. Copiado directamente de la manera en que se presenta en el Foro Itaca:

Una lectura interesante, que se estructura en dos partes. Parte I: Dimensión experiencial, narra una historia sobre la transformación personal y organizativa desde la perspectiva de la Inteligencia Emocional, a través de la historia de la familia Urrutia. Parte II: Dimensión Conceptual, que contribuye a la estructuración de ideas, la profundización en el aprendizaje socio-emocional y la comprensión de la contribución que puede aportar el desarrollo de las competencias socio-emocionales a la transformación personal, organizativa y social.

Lamentablemente yo no voy a poder estar en este taller del Foro Itaca porque estaré un par de días por Sabadell colaborando con L’Estruch, en unas jornadas de reflexión sobre su papel como espacio de innovación e investigación en cultura. No tengo el don de la ubicuidad, así que me pierdo el taller del Foro Itaca. Sin embargo, como sé de la buena capacidad de diálogo de quienes están detrás del Consorcio de Inteligencia Emocional, me permito dejar por aquí algunas reflexiones en voz alta para contribuir desde la distancia al debate que se generará, seguro, en el taller.

En realidad mi gran duda con todo esto tiene que ver con el rol que asignamos al éxito y a cierto tipo de felicidad ¿inducida? en nuestra sociedad. En particular, ya que se hablará sobre todo del contexto empresarial, mi sospecha es sencilla: ¿todo esto del éxito y el crecimiento personal no es sino un simple instrumento al servicio del sistema económico? El capitalismo, como modelo social de generación de riqueza, hace tiempo que se adentró en la bieconomía y que se convirtió en un capitalismo emocional y cognitivo.

Soy consciente de que lo anterior puede suponer una crítica global que por generalista pierde valor. Pero ¿no es evidente que los modelos de crecimiento personal pegados al ámbito empresarial fijan su mirada casi exclusivamente en los cuadros directivos? Vale que luego quieran extenderse a más personas pero el acceso a la cúpula directiva como lugar donde trabajar el crecimiento personal plantea una duda en origen. Interesa cierto crecimiento personal, en cierto sentido y apuntado a ciertos fines.

Todo esto, además, se mueve en un discurso de lo políticamente correcto. La autoayuda se extiende como mancha de aceite ante la pérdida de referencias. Se bucea en el interior para ser mejor pero con un faro externo: el éxito. Y no cualquier éxito, sino uno específico de carácter social donde lo económico es la referencia básica de medida. Yo hace poco escribía O tienes un coach o estás en la lista negra. Porque cada vez más parece que hay dos tipos de profesionales: quienes son personas prescindibles y quienes, al no serlo, reciben los mimos del desarrollismo personal. Digo «desarrollismo» por diferenciarlo de algo que, en esencia, es positivo: el crecimiento personal.

Lo anterior se me cruza con el aprecio que tengo a mucha gente que trabaja con el modelo de inteligencia emocional y con otros que hurgan en la mejora de la persona que somos. Es cierto que el éxito de los planteamientos de Goleman o de Gardner abren muchas posibilidades. Pero también lo es que esos mismos esquemas, cuando se abordan dentro del sistema empresarial, se convierten muchas veces en instrumentos al servicio de otro fin. Y cuando vemos que el crecimiento empresarial va de la mano de «con cuantas menos personas mejor» entonces -al menos en mi caso- todo son sospechas. Sí, piensa mal y acertarás.

Puede ser que sean mis neuras de señor mayor; no digo que no. Estudié psicología y no sé muy bien lo que queda de aquello. Desde luego que sigo creyendo que como personas tenemos un enorme potencial por desarrollar. ¿De qué manera abordarlo? Una bien clara a día de hoy es desde la óptica del trabajo. Pero, ¿no es una visión reduccionista?, ¿no es un enfoque que pervierte en origen el objetivo?

En fin, ya me apena no poder estar en el taller de este miércoles en el Foro Itaca. Estoy seguro de que dará mucho de sí. Ya procuraré enterarme de lo que salga por allí. Será cuestión de quedar a comer un arroz con mi amigo Iñaki 😉

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2 comentarios

Raul Hierro 24/09/2012 - 00:17

«Inteligencia Emocional». No tomen esto en absoluto como una critica sino como reflexion abiera sobre la perversion a que pueden ser objeto las palabras, los conceptos. Por mi experiencia, cada vez que escucho esa palabra echo a temblar, no sé si de risa, grima o pena. Todos los dias observo en mi entorno laboral conductas corruptas, sectarias, injustas, humillantes. Denunciarlo siquiera solapadamente tiene un coste profesional inmediato. Decir la verdad te pone encima el moderno sanbenito: «no tienes inteligencia emocional». Inteligencia emocional? Bonito eufemismo para lo que nuestros abuelos conocian por «ser mas falso que una serpiente». Asi es, tristemente, la «inteligencia emocional» se ha convertido para muchos (y reitero que no me refiero a usted personalmente) en el comodin que permite justificar todo tipo de tropelias y deshonestidades.

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Julen 27/09/2012 - 05:09

Pudiera ser que lleves razón, Raúl. No sé, es un término que ha servido para vender mucho y que ha llenado de libros las estanterías. Más de uno y de dos han hecho negocio. Y eso también enturbia lo que quizá quiere decir ese término.

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