No, no puedes hacer cualquier cosa. Pero no tengas miedo por intentarlo. A fin de cuentas, conviene jugar con lo que nos gusta. Aunque luego sea para darnos cuenta de que no era lo que pensábamos. Tienes libertad para imaginar otros usos y, por qué no, para no hacer lo que supone que debías hacer. Tienes la responsabilidad de controlar hasta donde puedas el uso que darás a estas palabras. Nos importa la intención; así que será lo que tú digas que pensabas.
Mediante este documento te haces también responsable de lo que te rodea. No sirve con tu éxito. A lo que estás obligada es a pensar si lo que sabes y haces puede ser útil para otras personas. En términos de satisfacción personal, te obligamos a que midas tu felicidad por la que eres capaz de generar en tu entorno. Y sí, sirve con la risa y con la alegría contagiosa.
Cada persona es responsable de callar. Esta es una opción que siempre te asiste. La obligación de compartir va pareja con el derecho al silencio. Porque para apreciar la conversación hay que disfrutar del silencio. Por eso te asiste este derecho. Eso sí, úsalo con precaución y en su justa medida. No conviene abusar.
Y un último aviso. Si no encuentras aviso legal, no por eso deberías pensar que no existe. La mayor parte de las veces va implícito con el texto. Puede que no te sientas avisada, pero luego, cuando las cosas suceden, el desconocimiento de la ley no te exime de responsabilidad. Mira por las esquinas y pregúntate cuál es el aviso legal que contiene entre líneas lo que estás leyendo. Tampoco te obsesiones, pero tampoco lo olvides.