Me salgo de mí. Me rodeo mientras la circunferencia se repliega sobre su círculo. Una escapatoria como cualquier otra. Un juego con lo que no puede ser; si no es en desbandada.
Me alejo de la salida a medida que se acerca. La luz, al final del túnel, nunca acaba de llegar. Una ilusión que se deshace a medida que te acercas. Una certeza que se acerca siempre que no la alcances. Por eso fluye.
Así que me reinterpreto mientras me escucho. O quizás escuche a otra persona que me engaña. Lo hago porque de alguna manera hay que dejar que escape todo esto que no controlas. Por aquí dentro acabaría en gangrena.
Obsesivos cuatro párrafos. A ritmos constantes y casi compulsivos. Escapatoria.