Y hablamos de Internet sin intermediación tecnológica

Lo prometido es deuda. Comparto reflexión tras la sesión sobre Internet sólo con la pizarra. Diez personas a las que preguntas: Cuándo hablamos de Internet, ¿qué palabras os vienen a la cabeza? Y comienzo a anotar las respuestas en la pizarra. Allá van:

• Interactuar
• Actualidad
• Red
• Visibilidad
• Comunicar
• Presencia
• Comunidad
• Identidad
• Relaciones

¿Dónde aparece la palabra tecnología? Pues resulta que no aparece. No se cita. Las personas de a pie, la gente normal, esa que construye el mundo que habitamos, no hablan de tecnología. Entienden las conexiones y la comunicación. Son personas y lo que ven en Internet es algo que está ahí para que nos relacionemos; así de simple. Pero, ¿acaso la tecnología no importa? ¿Acaso es neutra e inocua? ¿Por qué tanto discurso entonces sobre la neutralidad de la red? Cuando el río suena, agua lleva.

Comenzamos así el taller para tratar de entender de qué va esto de Internet. Por eso con la lista de nueve conceptos que asociaban a Internet enseguida hubo que hablar de un palabro que se ha quedado a vivir con nosotras, las personas que hacemos el mundo del siglo XXI: extimidad. Toneladas de información antes contenida en el perímetro de seguridad de lo privado que salen a la luz. Y esto ocurre tanto en el plano personal como en el profesional. Personas y organizaciones practican la extimidad. Y si no lo practican, «se la practican» usando como exprimidor a un gran hermano que (casi) todo lo encuentra: Google.

Fue la primera reflexión, la de entender por qué hoy Internet es una piel digital –tomando la expresión que solía utilizar Juan Freire– que se ha humanizado, para lo bueno y para lo malo. Tuenti es socialización, Facebook es más de lo mismo; como Linkedin o Twitter. Hay que mirar más allá de la tecnología, pero de nuevo considerando que la tecnología transparente… en realidad casi nunca lo es. La tecnología conduce y guía, hasta cierto punto, nuestra conducta.

En cualquier caso, compartir con las diez personas de Lan Ekintza la sesión de ayer fue gratificante. Solo hacía falta papel y boli, además de la pizarra. Al final generamos dos únicas imágenes. La primera para corroborar una impresión y la segunda para comprender que hoy Internet en general y un sitio web en particular (sea portal o como quieras llamarlo) son construcciones modulares e interconectables de mil formas y maneras.

Por eso la segunda parte de la sesión giró alrededor de la modularidad, de la conexión entre las partes, de cómo cocinar en un sitio es lo importante porque luego el plato cocinado podrá viajar hacia otros territorios donde obtener más reconocimiento. Así que dibujamos el centro con un portal, por ejemplo puede ser Ekin, aunque podría ser cualquier otro. Y alrededor aparecen un buen número de actividades que se llevan a cabo en diferentes contenedores. Y todo se puede conectar, sea con widgets a medida, con simple código HTML o mediante RSS, el pegamento universal del siglo XXI.

Así que lo que importa es la arquitectura. Y la «ordenación» (cada día más imposible pero cada día más necesaria) de los contenidos. Una tensión permanente porque el mundo cambia y la jerarquía entre contenidos siempre estará sometida a revisión. Mañana habrá proyectos más importantes que los actuales, algunos de los cuales perderán vigencia y acabarán en el cementerio de Internet, quede éste donde quede.

Creo que la gente se siente a gusto hablando. Así de simple. Sigue siendo un placer construir una conversación sin la presión de un ordenador, de un proyector y de los cables. ¿Para esto tanto viaje? ¿Para reconocer al final que podemos entendernos sin la tecnología de por medio? ¿O acaso el lenguaje hablado no es sino tecnología auténticamente humana? ¿Internet no lo es? Sí, pero nos hace falta tiempo para acomodarnos. ¿Tiempo? Eso que matamos entre todos.