¿Territorios competitivos o colaborativos?

by Julen

Desde MandoiaEl mantra de la competitividad territorial se repite sin cesar aquí y allá. Las políticas para atraer talento y dinamizar la geografía a base de mil y una iniciativas se suceden. El planeta se organiza en torno a focos de atracción que imantan seres humanos para que desplieguen su potencial y se les retribuya por ello. Con recompensas materiales, pero también espirituales. La economía de la experiencia encuentra también en el territorio y en sus instituciones públicas un estupendo caldo de cultivo.

Hace ya mucho tiempo que Porter ayudó a que el territorio se sintiera capaz de ser competitivo. Clusters y otras formas de agrupar al tejido empresarial siempre con la mirada puesta en «hacer lo que hay que hacer». Análisis interno, análisis externo y vía DAFO ya podemos pensar en el territorio como un elemento de competitividad, diamantes de por medio. Los tres sectores tradicionales de la mano para comunicar al mundo que una zona concreta del planeta puede ser líder en determinados aspectos.

Claro que hoy en día las dinámicas colaborativas muestran también un potencial interesante. ¿De dónde extrae un territorio su poder de atracción? Puede mirarse a sí mismo y bucear en sus esencias, pero también puede verse como parte de un flujo más amplio donde la atracción tiene que ver con el todo y no tanto con con las partes, aunque éstas, lógicamente, se benefician.

Los territorios buscan su autorreferencia pero necesitan las conexiones. Un barrio, un municipio o una ciudad, una comarca, todos ellos pueden verse como partes de un todo más amplio donde la accesibilidad -la conexión- es un factor fundamental para atraer personas. ¿Por dónde vienen?, ¿de qué manera se acercan? Son preguntas que conducen a otras más vinculadas a la relación: ¿con quién debo colaborar para facilitar el flujo natural de personas? Y esto supone hablar de plataformas de colaboración, de Internet, de vías de comunicación, de flujos de conocimiento.

Me gusta hablar mucho de las «olas». Las macrotendencias sociales se traducen en olas. Se van sucediendo y suponen oportunidades para hacer más fácil la competitividad. ¿Qué está pasando ya ahí fuera que podría ayudarme a que mis objetivos se cumplieran mejor? Más aún, ¿qué oportunidades podría aprovechar para que mi negocio/territorio evolucione y se haga competitivo de la mano de lo que ya está sucediendo? Es la vieja idea del judo, la de aprovechar la fuerza que ya existe y no tanto la de trabajar en proyectos ex novo.

Sé que resulta algo difícil repensar el territorio desde sus conexiones con otros, pero también es verdad que si el enfoque de red distribuida sirve para explicar buena parte de la competitividad en el siglo XXI, los territorios no pueden sino aceptar que también viven de la calidad y cantidad de conexiones que son capaces de establecer. ¿Con quién y cómo conectarse?, ¿con qué tecnologías y para qué tipo de actividades? Son las preguntas con las que empezar.

A lo mejor al final no es tanto atraer y retener talento sino hacerlo fluir por nuestros negocios y territorios. No tanto sentido de posesión de un producto que no puede contenerse porque siempre desborda, sino simplemente favorecer que se mueva. Y eso sí, que transite por nuestros negocios y territorios. Aunque ya sabéis que yo prefiero los hiperterritorios 😉

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1 comentario

Ricardo_AMASTE 08/04/2011 - 14:53

Esta claro, ni atraer ni retener, FLUIR… Invirtamos en ello, aprendamos a a fluir y a que las cosas fluyan a nuestro alrededor. Parece fácil, pero… Hay que desaprender tantas cosas!

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