Vidas hiperreguladas, dentro y fuera de la empresa

by Julen

Tengo la sensación de que hay una obsesión por no dejar que la gente tome decisiones. Las decisiones las toman por ti. Y no de cualquier manera, sino que llegan en forma de ley. Puede ser a través del código, en términos de Lessig, o de las habituales normas administrativas. Sea como sea, vivimos en tiempos de hiperregulación.

Nada de que las personas nos pongamos de acuerdo a través de la negociación y el diálogo. Nada de caótico tráfico vietnamita. La ley dicta verdades: estás dentro o estás fuera. Pero, claro, luego aparece la interpretación de la ley y eso es cosa de humanos. Y ahí la cagamos todos los días. ¿Por qué? Porque la complejidad de la vida que desarrollamos plantea innumerables excepciones. Cada vez que se regula se simplifica. O sea, que las leyes se convierten en un auténtico coladero porque la casuística, lo mires por donde lo mires, es enorme.

¿Por qué comento todo esto? Porque las organizaciones en general y las empresas en particular invaden en exceso nuestra libertad. Ahora resulta que no hace falta que me ponga de acuerdo con otra persona porque el sistema -garantista o mezquino- ya lo ha resuelto por mí. Lo dice la ley, lo dice la norma, lo dice el sistema. Lo siento, pero es así. Ya sé que tienes razón, pero yo qué quieres que le haga. El sistema dice eso. Firme aquí, por favor.

La señal indica prohibido circular a cierta velocidad. Es norma absoluta. No importan las circunstancias. La señal dice prohibido circular con bicicleta. Es norma absoluta. No importan las circunstancias. La señal dice prohibido. La señal dice prohibido. ¿Te suena? Se repite la misma canción. No lo hagas.

Y sin embargo tenemos que saltarnos todos los días la norma para que el mundo funcione. De hecho si no te las saltas el sistema se vendría abajo. El esfuerzo en la ley y en hacerla cumplir implica exaltar su necesario incumplimiento. Además, ¿cuál es el mensaje que lanzamos a la ciudadanía y a las personas de una organización cuando hipernormativizamos? Que son seres incapaces de decidir, que menos mal que alguien lo hace por ellos. Pobres, si no estarían perdidos.

Tenemos que probar a trabajar más en los contextos, en las capas base, en la educación, en la confianza. Y dejar que la gente se equivoque, que entren en conflicto, que se las apañen. ¿Por qué esta obsesión por regular? ¿Hay que dar trabajo a las hordas de vigilantes del mundo? ¿Da miedo que las personas recuperen el contacto? ¿Se crean leyes porque siempre se piensa en la posible desviación? ¿Acaso quien regula no ve antes el delito que quien lo acaba cometiendo? Quizá sean profecías que tienden a su autocumplimiento.

Dejémonos de tantas normas. Un poco de confianza, de tolerancia, de dejar hacer. Sólo un poco. Seguro que no hace daño.

Artículos relacionados

9 comentarios

Aitor Calero García 01/03/2011 - 09:40

Muy buena reflexión. Creo que el exeso de normas tiene mucho que ver con la necesidad que tienen ciertos gobernantes/dirigentes de justificar que toman medidas, que hacen algo, y que eso que hacen influye realmente en la vida de las personas. La cuestión es ¿cuánto de ese éxito tiene que ver con sus normas y cuanto por el puro azar? Difícil saberlo. Por ejemplo, ¿se han reducido los accidentes por la reducción de velocidad o por la mejora de coches, carreteras, señales, etc…? Como dice Taleb, hay muchos que están «Fooled by Randomness».

Responder
Julen 02/03/2011 - 07:08

@Aitor, no es mal apunte ese de que quienes gobiernan tienen que autoalimentarse de normas para justificar su existencia.

Responder
jlazkarate 01/03/2011 - 12:32

Hola, Julen, hace mucho tiempo leí en un artículo de Hans Magnus Enzensberger que si todos los automovilistas respetaran todas las señales, el tráfico se convertiría en un auténtico caos. Pues si que está de actualidad el tema…

Por otra parte, en muchas empresas piensan que si no te dejan tomar decisiones te están haciendo un favor….

Saludos

Responder
Julen 02/03/2011 - 07:09

@jlazkarate, pues flaco favor nos hacen… al menos quiero pensar que habrá quien quiera salir de esa rueda. Claro que la comodidad de vista de múltiples maneras.

Responder
Iván 01/03/2011 - 13:57

Ya se sabe el dicho, a unos les pagan por pensar y tomar decisiones y al resto por currar 🙂 . Es algo generalizado. Luego quieren creatividad e innovar , con un par 🙂

Responder
Julen 02/03/2011 - 07:09

@Iván, y a otros por viajar jajajajajaja

Responder
ahmed pria 01/03/2011 - 14:04

Creo que nos falta mucha sensibilidad. Me gusta lo que dice Marshall Rosemberg, el creador de la comunicación compasiva (NVC), sobre lenguaje autoritario vs lenguaje para la vida. Todo nuestro lenguaje y el código legal más aun, está enfocado a que nuestra mente acepte y pida autoridad. Es un lenguaje estático: «esto es así», «correr es peligroso», «el tabaco mata», «la medicina salva». Hay otra forma de mirarlo. Necesitamos profundamente seguridad, todos. Puedo entender que un coche puede ser un objeto inseguro según la velocidad o las maniobras que esté haciendo y en el lugar donde esté. Puedo ver que los demás y yo mismo quieren disfrutar, y con un accidente no se disfruta. Entonces si me acostumbro a desarrollar estrategias para cumplir mi necesidad sólo si cumplo la tuya, esto desarrolla mi responsabilidad. Tráfico podría ayudarme aconsejándome sobre las carreteras y los lugares. La responsabilidad creo que muestra con creces que es un mecanismo más eficiente que el de castigo-recompensa. Para conseguir ese «enfoque», ese lenguaje para la vida, tendríamos que invertir mucho mucho mucho en educar de otra forma, desde pequeños, pero también a nosotros adultos.

Responder
Julen 02/03/2011 - 07:11

@Ahmed, gracias por la referencia de Rosemberg, no la conocía. Me quedo con ese «enfoque» alternativo que planteas.

Responder
Consultoría artesana en red » Fábricas llenas de ritmo y no de rutina 02/03/2011 - 06:12

[…] Vidas hiperreguladas, dentro y fuera de la empresa […]

Responder

Responder a Julen Cancelar respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.