La economía abierta y la investigación en cultura

by Julen

arte de lo imposibleHe estado leyendo despacio -sí, despacio, ya sé que suena raro- el último artículo que Maria ptqk ha escrito en su blog: Investigación en cultura: un Objeto Cultural No Identificado. En él ordena algunas ideas a partir de una jornada sobre investigación en cultura que organizó en Barcelona la plataforma Zzzinc. Os recomiendo que, como yo, le deis un tiempo y leáis estas ideas. Me parecen muy sugerentes y contextualizan ciertos territorios de lo que denominamos «abierto» donde la cultura y la economía se soportan retroalimentan mutuamente. Me explico un poco, aunque el asunto da para largo.

En realidad, la dueña del blog centra su reflexión en el binomio investigación y cultura (para eso era la jornada), pero acaba por llegar a un pueblo que todos conocemos y que se llama procomún.

Y en este punto los organizadores de la jornada nos proponen una diapositiva en la que se lee lo siguiente: “¿No debería la investigación en cultura ser un proceso de producción de conocimiento que funcione de manera abierta y genere recursos accessibles y de dominio público?”. De existir una singularidad en la investigación en cultura, esta se situaría por lo tanto en el terreno de lo que identificamos como procomún, entendiendo por tal la producción de formas de saber, recursos, materiales o contenidos que, de una manera u otra, reviertan en el dominio público. La producción en definitiva de una determinada idea de sociedad gobernada por el paradigma de “lo que es de todos porque no es de nadie”. Y esto no es otra cosa que un modelo político.

¿La economía abierta también debe llegar hasta este lugar llamado procomún? Me inspira la reflexión que Patricia Sáez y Luis Pareras dejan en Capitalismo 2.0: las organizaciones de nuevo cuño -joder, no sé ya cómo llamarlas- persiguen grandes objetivos planetarios con gran poder movilizador y son sólo constructos instrumentales para alcanzar esos fines. Es decir, «cuanta más gente se sume a la idea mejor». Pero quienes se suman no pueden ser vistos como competidores sino como aliados. De esto tengo que escribir otro día. María ptqk se queda con la intención «política» en su sentido más relevante. Por aquí encuentro uno de los consensos básicos actuales entre la economía abierta y la (investigación en) cultura: son instrumentos para un fin mayor. Ahora sólo hace falta conseguir que ese objetivo tenga que ver con contribuir al procomún.

Pero ¿es el procomún intrínsecamente positivo? ¿No hay un procomún que puede alimentarse de contenidos para fabricar bombas, crackear webs y todo lo malvado que se te pueda ocurrir? ¿Este procomún también debe desarrollarse? Claro, la intención política es lo que cuenta. Vuelta al argumento del principio. De nuevo en la casilla de salida.

La economía abierta y la cultura van de la mano porque ambas viven de la hipertrofia. La cultura se extiende como teoría de los gases, lo invade todo y se funde en un akelarre total con la economía -abierta, por supuesto- y con todo lo que se cruce en su camino. La cultura se redefine para morir como la entendimos. Ahora es la gran herramienta de progreso de empresas y territorios. El futuro es cultura. El dinero se hace con cultura. Los Estados Unidos de América producen cultura a toneladas: series de televisión como nunca antes, videojuegos para matar todo lo matable, películas globalizadas. Por eso un problema añadido de la investigación en cultura es que es investigación de todo y de nada. Sí, claro que sigo la reflexión de Lipovetsky y Serroy en La cultura-mundo:

En los tiempos hipermodernos, la cultura se ha convertido en un mundo que tiene la circunferencia en todas partes y el centro en ninguna.

Claro que circunferencia y círculo son sólo dos puntos de vista del mismo hecho. La redimensión emocional de todo lo que sucede es el alimento de la nueva economía. Procomún y economía abierta se cruzan con la ¿producción? cultural y segregan una amalgama de artefactos que son la materia prima con la que se desplaza el mundo moderno. Las conexiones improbables son las que ahora ya no existen, como dice José Luis Roncero, de Ubiqa, en su contribución al video de autos.

¿La economía abierta ha huido del producto físico y se queda con la emoción de la experiencia, ese nuevo dios que rellena los inmensos vacíos de las circunferencias huecas en que nos hemos convertido? ¿Es la investigación cultural otro síntoma más de que todo es lo mismo y de que sólo la forma y el color del collar es lo que cambia? ¿Seguimos siendo los mismos perros?

Un último apunte porque espero aportar más reflexión en los próximos meses. A través de mi colaboración con MIK, comenzamos ahora junto a la EHU-UPV y la Universidad de Deusto, una investigación encargada por Innobasque para definir el cuarto sector en el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca. Me temo que vamos a encontrar -quizá ya lo estamos buscando- un amasijo de conceptos que se entrechocan de mil formas. Procomún, investigación cultural (y cultura), economía abierta y todas sus manifestaciones necesitan, más que nunca, sentido político. Y reconozco que esto lo pienso ahora, después de habérselo escuchado mil veces a esta mujer, María ptqk. Gracias, joven 😉

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1 comentario

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