La triste consultoría de la subcontratación

by Julen

CandadoRecuerdo cuando lo leí por primera vez hace unos años. Me lo dieron a firmar. Quien firmaba aquel contrato no podría trabajar de forma directa para aquel cliente en un plazo de dos años. La empresa grande de consultoría echa mano de un proveedor y le ofrece una colaboración. Para eso en sus procedimientos ya tiene un contrato preparado. La supuesta confianza va al papel y allí se firman las condiciones, las tristes condiciones de esa colaboración. Y encima te dicen que es que «es la norma pero que en realidad no tiene importancia». Pues no me lo des a firmar, ¿no?

De nuevo la filosofía de que el cliente es mio, sólo mío. Tú ni me lo toques.

Viendo este panorama, ¿cómo vamos a ponernos a hablar de licenciar contenidos de forma más abierta con Creative Commons? Consultoría ficción, por supuesto. Seamos conscientes: somos cuatro chaladas/os quienes compartimos materiales para que otra gente pueda reutilizarlos. Las cosas como son.

La norma en consultoría es subcontratar. Y proteges todo lo habido y por haber:  supuestas metodologías de oro y supuestos clientes únicos. De nuevo volvemos al gatopardismo: de vez en cuando un movimiento «para que parezca» que también nos movemos en la web 2.0. Más de lo mismo. Los mismos enfoques ahora desplegados por las nuevas carreteras de la propaganda que quiere vender lo que no es.

Es evidente que hay ámbitos de privacidad a respetar; nadie lo discute. Tanto en la relación cliente-proveedor como dentro del propio proveedor. No hablamos de transparentar radicalmente. Tan sólo hablamos de actitud, de compartir, de equilibrar las relaciones entre la empresa y las personas que prestan sus servicios para ella, lo hagan como proveedoras externas o como empleadas. Los modelos piramidales que presentan carreras profesionales hacia la cúspide se reproducen también hacia proveedores. La consultoría es una excelsa representante de la economía de la escasez.

Nos guste o no, es la norma. La gente protege cuanto puede sus cotos privados de negocio. A los competidores ni agua. Y al resto del mundo que no es mi cliente y me paga, igual.

¿Por qué esta reflexión ahora? Porque aquello que vi hace unos años lo he vuelto a ver. Queremos personas que se comprometan con nosotros, pero ofrecemos unas reglas del juego canallescas.

———-

La imagen en Flickr es de esfema.

Artículos relacionados

4 comentarios

aitormanah 28/09/2010 - 06:40

Estoy contigo Julen. Se parte desde la desconfianza. Y suelo pensar: ¿No es justamente ESE el problema?
Yo personalmente prefiero acordar cual será la Filosofía de Colaboración. El estilo, las formas. Y de hecho, creo que ese estilo debe ser revisado periódicamente. Porque sería de locos estar condenados a seguir al pie de la letra y de por vida, lo que «acordamos» un día en un papel.
Hoy mismo vamos a acordar uno de esos «papeles». ¡Veremos qué tal nos va!

Responder
Franck 28/09/2010 - 07:48

Si has llegado a dominar tu mercado, lo difícil es mantenerse arriba. Así que haces lo que puedes para conseguirlo, sencillamente porque tienes mucho más que perder que ganar. Este tipo de acuerdos alienantes, es el primer síntoma de un negocio que va mal. Ya no piensas en nuevos ingresos y seguir creciendo sino que dedicas recursos solo para mantenerte

Prefiero pensar en crecer y buscar nuevas fuentes de ingresos. La transparencia es el nuevo valor añadido, y para los que todavía no lo tuvieran claro, si buscas diferenciarte en 1 solo segundo, sé transparente. Eso si, una vez que has entrado por ese camino, ya no hay marcha atrás. Hay que ser coherente, y no es fácil poruqe llevamos toda un vida condicionada por no ser nunca transparente (y mucho menos en temas de negocio).

El mal hacer de los dominantes siempre es una oportunidad para los «News Comers». Solo se trata de pensar diferente y no replicar los mismo modelos que todos odiamos, ¿no?

Responder
Luis Cremades 28/09/2010 - 14:06

Yo no lo hice y ahora lo lamento, como tampoco cobré a los colaboradores por la formación que recibían. Y en poco tiempo me quedé sin colaboradores y con clientes ‘tocados’ por ofertas iguales pero distintas. Se puede enredar para bien y para mal.
Pero cuando falta una cultura de colaboración y de respeto a la palabra dada, más vale firmar todo, aunque sólo sea para ir dándonos cuenta que las relaciones son un activo de la empresa, un bien institucional.
¿Hemos perdido confianza? Es posible… En mi caso, que no la conseguí, lo que he perdido es ingenuidad.

Responder
Prudencio 28/09/2010 - 22:01

Hola Julien, me es muy útil que hables con la claridad que lo haces de temas como este. Si me quedaba alguna duda sobre qué camino seguir, me has ayudado a despejarlo.
Confirmo desde mi experiencia actual, que gracias a lo que he enseñado a colaboradores que después han seguido su camino y gracias a lo que he podido aportar a clientes que igualmente ahora eligen otras vías, yo sé lo que sé y soy quien soy. A pesar de que en muchos momentos he tenido serias dudas sobre si mi actitud era buena o ingenua.
Una vez pasado el tiempo, me decanto por dar, porque recibo más de lo que he dado.
Saludos de Prudencio

Responder

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.