La paradoja de la era del acceso

by Julen

Hipotecados anónimos de ForgesJeremy Rifkin escribió hace ya unos años uno de esos libros clásicos: La era del acceso (varias veces lo hemos citado por aquí). El argumento es bastante simple: hemos construido una sociedad en la que más que «poseer» se trata de «acceder». Dos ejemplos muy evidentes hoy en día serían:

  • El consumo en streaming de video y audio: ¿para qué descargar y guardar cuando puedes ver y escuchar lo que quieras y cuando quieras siempre que dispongas de conectividad digna a Internet?
  • El acceso al dinero (que no tienes) a través de créditos, leasing o renting, lo que hace que puedas llegar a vivir en una casa que en gran parte es de tu banco. Lo mismo podemos decir del coche o incluso de los equipos informáticos.

Y parece que lleva razón el hombre, ¿no? Sí, pero no. De ahí lo de la paradoja. Porque la «propiedad» sigue siendo un identificador de estatus. Poseer en propiedad define el éxito en la sociedad moderna. Las grandes fortunas se miden no por aquello a lo que acceden sino por aquello que poseen. Por supuesto, bienes materiales. Obvia decirlo. Y hoy en día con sus buenas dosis cosméticas de filantrocapitalismo.

Así pues se entremezcla una curiosa combinación de vida de consumo en la más estricta definición de Bauman, junto con la posibilidad de disponer de bienes materiales sea mediante compra o por simple acceso. Los dos factores necesitaban llegar sumar fuerzas para que todo siguiera hacia delante en la locura colectiva del más y más. Las fechas de caducidad no sólo han ganado el terreno de la alimentación sino que ahora se han fundido con cualquier objeto sujeto a la barbarie de la moda.

Los grandes lotes de productos manufacturados son hoy signo de falta de competitividad. La excelencia y la ventaja competitividad radican en flexibilizar producción. Lotes más pequeños de productos/servicios adaptados a microsegmentos de mercado. Claro que cuando se personaliza a veces se llega al problema del coste de la última milla. Todo muy bien hasta que al final hace falta un proceso tan específico que o tienes mano de obra barata o estás fundido. Y ahí llega la perversión del sistema. Personalizar producto a costa de personas mal pagadas en países donde la competitividad mundial mira hacia otro lado para no enterarse de las condiciones de trabajo.

Poseer bienes materiales tiene el problema de «ocupar espacio». Y las empresas, ya se sabe, necesitan rotación de sus stocks para justificar el coste del espacio que ocupan. O, mejor aún, un just in time extremo donde todo fluye en un ideal sin producto almacenado. Te doy lo que necesitas en la cantidad que necesitas y cuando me digas. Luego ya nos encargaremos de que te sientas «desactualizado» al ver que el vecino accede a producto más «fresco» que el tuyo. Status, imagen, poder, prestigio. O quizá que seas lo que consumes.

Y todo esto provoca el gran problema del desperdicio. Pero no te engañes. El negocio del reciclaje necesita desperdicios. Si no los generamos se acaba el business. Así que, al final,  acceso y propiedad acaban siendo las dos caras de la misma moneda.

Disculpad el pesimismo que no es propio de este periodo vacacional en que andamos… consumiendo 😉

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9 comentarios

M@k, el Buscaimposibles 14/08/2010 - 11:29

Venga, te voy a poner un comentario para que pienses un algo, que con tanto retuit te me estás aburguesando 😀

¿Cómo evitar el fantasma de la repartición de la riqueza -que no es sino posesión/propiedad o derechos de posesión/propiedad.? Pues diluyendo el significado de «propiedad» y por ende el de riqueza. Y para ello nada mejor que esquilmar, si eres un pueblo ya pobre, o decirte que la propiedad no es importante, que lo importantes es «el acceso», si eres un pueblo rico pero crédulo (o sea, mentalmente pobre). Al final parece que obtienes lo mismo, pero sin darte cuenta el valor de las cosas se ha trasladado, pues pese a lo que te digan, las cosas siguen teniendo valor. Ya no está en la caja de zapatos, el libro o el DVD, sino en la logística que te lleva los zapatos o las redes telemáticas vía las cuales accedes a lo que antes iba en otros soportes.

¡Pero amigo! Ay como, vía tu gobierno, quieras controlar las vías y las redes. Entonces ya puedes ir bien equipado de abogados, porque ahí sí que no hay acceso que valga: el cobre y la fibra siguen siendo propiedad… de los de siempre, y ya no «valen» ni a kilo ni por los servicios que pueden dar, sino por la publicidad que te pueden inocular por el nervio óptico mientras «accedes».

Uno que en lo que va de mes sólo ha gastado para comer y hacerme con lo que otros acceden… y que viva la propiedad (pública a ser posible).

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sergi 15/08/2010 - 20:17

Julen, a mí me ha gustado mucho tu aportación al tema de la repartición de la riqueza. Y también el comentario de M@k lo he encontrado iluminador. Ni duda cabe de que la economía lleva transformándose aceleradamente desde hace 15 años cuando internet emergió. Y esto que habéis escrito creo que pone sobre la mesa conceptos interesantes de análisis de la nueva realidad.

Como es un tema (el de la economía) que no conozco lo suficiente no me atrevo a dar mi opinión 😉 pero leyendo se aprende.

Por cierto, Julen, ¿puedes pasarnos el enlace de dónde encontraste la viñeta que ilustra tu artículo? me ha encantado y quiero insertarlo en mi web con un enlace a la fuente original. Merci.

SERGI
** SÒC CATALÀ i PARLO CATALÀ**

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Julen 16/08/2010 - 08:52

@Mak, es que el «sistema» se recrea y retuerce con nuevas maneras de estar presente; no es fácil descubrirlo de tan dentro que está. De acuerdo contigo, compañero 😉

@Sergi, tienes la imagen disponible en cantidad de sitios web. Sólo con poner «Forges hipoteca» en el buscador de imágenes de Google te aparecen un montón. Siempre que pongo imágenes de Forges me queda algo de mal rollo porque hasta donde sé llevarían copyright… pero en fin, supongo que es a mayor gloria de ese genial dibujante 😉

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