La empresa Bildelberg

by Julen

Open Government es lo que mola. La escena mediática necesita mensajes blandos y sensibles para sus súbditos. Una Administración busca al ciudadano -perdón, a la ciudadana y al ciudadano- y trata de embelesarlo con la nueva cantinela de que esto es cosa de todos, que jugará con las manos limpias y tenderá puentes para la colaboración. La ciudadanía, que participe, que es lo suyo, que adquiera su condición sólo al participar.

Mientras, en paralelo, el mundo sigue con sus contradicciones. Hay gente que manda, que no somos ni tú ni yo. Hay gente poderosa y con ambición que está donde está bien por sangre o por sudor, pero que quieren ejercer. Allá se juntan quienes tienen poder, a decidir sobre lo que haga falta… siempre que sean cosas serias e influya para bien en sus asuntos económicos.

La empresa participativa es lo que tiene, que luego casi siempre hay un grupo Bilderberg al frente. Puede que lo sea porque tienen la pasta, puede que lo sea porque son el «equipo directivo», un sólido grupo humano que aúna la sabiduría suficiente como para renunciar a la democracia económica. Claro que la ciudadanía necesita ser embelesada y ahí le andan los gurús del marketing y la ciencia de la conducta humana, dale que te dale a la máquina de la creatividad.

Tengo que reconocer que esto del grupo Bildelberg me encandila. Negocio y misterio un tanto estúpido a su alrededor, hoteles fortaleza para sus encuentros, personajes que se vanaglorian de ser llamados para la ocasión, una vez al año. Bildelberg es parte de la realidad. Es la realidad, la que necesita el open government para comprender hasta dónde puede y no puede llegar.

En las empresas grandes, las cartas están echadas. Si la dirección es inteligente, tiene que poner en marcha muchos y diferentes open governments, tiene que alimentar a la ciudadanía con reality shows, con storytellings de los mejores guionistas. Una vez que la gente se encandila con la tele -ahora a través de Internet y con Facebook como media naranja necesaria para añadir los chascarrillos- Bildelberg sigue haciendo su papel, el de siempre, el de la decidir lo que tiene que ser y lo que no. Elegidos democráticamente por el número de votos billetes que poseen, juegan con la bola del mundo.

Me hace gracia cómo seguimos construyendo paradojas en esta sociedad del conocimiento. El grupo Bildelberg es una estupenda representación de un mundo contradictorio. ¿Quieres gobierno abierto? Toma Bildelberg. ¿Quieres poder? Toma gobierno abierto. Mientras tanto, el primer mundo cabalga a lomos de una necesaria y controlada miseria, sea económica o moral. Suficiente para movilizar y para encontrar ideales que acabarán transformados en parte del mismo sistema, anclado en el gatopardismo. ¿No te suena todo esto?

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6 comentarios

Odilas 07/06/2010 - 09:44

Suficiente «miseria» como para no tener ni voz ni poder, pero no tanta como para que nos lo juguemos todo en una revuelta eficaz.
Seguimos lúcidos eh?
Un abrazo!

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Iván 07/06/2010 - 11:13

seguímos siendo eso que siempre han llamado : EL PUEBLO.
simples títeres de un sistema diabólico y cruel

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neocivis 07/06/2010 - 13:21

que poco me lees ultimamente.. jajaaaaaaa
Saludos!
gustavo
neocivis.es

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Empresas Mikael 08/06/2010 - 00:14

No hay duda de que en cualquier parte del mundo, la palabra «gobierno» siempre fue y sera sinonimo de robo, corrupcion, manipulacion, fraude, etc. Pero ahora existe algo que no pueden controlar, articulos y opiniones libres en internet…

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Julen 11/06/2010 - 06:42

@Odilas, es que es jodido enterarse de por dónde tirar en este revoltijo que nos han (hemos) montado.

@Iván, «el pueblo» hace tiempo que quedó oculto entre los entresijos de nuestra democracia de salón.

@neocivis, ya ves que escribimos de las mismas cosas 😉 sintonía en la distancia jejeje

@Empresas Mikael, pues yo no soy tan optimista. En Internet todo es más controlable, me temo. Y encima ni nos damos cuenta.

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Francisco Kintana Ruiz 19/10/2011 - 11:45

Aterrador, monstruoso; incultura, guerras, hambre, esclavitud, ¿y estos condenaron a los nazis? En este contubernio sólo falta Ante Pavelic y Pío XII, mas no se solacen sumisos del reclinatorio: «Todo está atado y bien atado».

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