Hay veces en que hacer lo mismo es cada vez diferente. Sólo es cuestión de cómo aplicas el pincel. Prueba a elegir el mismo color, prueba a elegir el mismo trazo. Hazlo una vez. Repite. Observa. ¿Es lo mismo? Uno diría que depende tanto del momento como de la mirada.
Es lo que hay. Tantas veces parece que el ciclo de la vida trae acontecimientos con la misma cadencia. Tan parecidos cada cual con su siguiente. El de ayer, el de hoy, el de mañana. No es cuestión tanto de lo que sucede sino de lo que percibimos que sucede. En cada acto no hay sólo un hecho que denota. Hay muchas formas de reinventar el mundo en cada detalle, por muy parecido que sea al anterior.
La cabeza se va. Porque la rutina se despega del momento en sí. La cabeza busca otro escenario y casi siempre lo encuentra. Es sólo una cuestión de no agobiarla. Porque ella ya sabe buscar las alternativas. Yo sólo tengo que dejar que haga. Y, claro, no exigir lo que no puede encontrar. Mis expectativas son su cárcel. O su libertad.
Por eso en la rutina siempre hay imprevistos. Porque son humanos quienes se aplican a hacer una y otra vez lo mismo. Es por eso. Vale, me sucede de vez en cuando. Repito. Hago (casi) lo mismo que ayer y descubro que no es lo mismo. Por mucho que intentes convencerme, sólo yo sé que es distinto. Y me sirve. Repetir para que sea diferente. Una y otra vez. Extraño bucle que deriva en imprevistos.
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La foto en Flickr es de Lincolnian (Brian) (family illness – back soon).