Low cost emocional, todo vale para meter presión

by Julen

Son famosas las colas que hacen los jubilados para pillar sardinas en Santurtzi cuando son gratis. Es un comportamiento bien analizado por los gurús del manajemén. Lo gratis provoca movimientos de masas. La economía de la gratuidad es la llave que abre las puertas de los mercados modernos. Gratis, creo que lo dice un anuncio, es una palabra que emociona. Lo mismo que descuento. Claro que hay peligros.

Así que hay que jugar con el nuevo maná de la felicidad empresarial. ¿Gratis? Sí, gratis. Esto da muchas posibilidades. Una de ellas es bombardearte para que te des cuenta de que de los servicios que recibes, la mitad son gratis. Por ejemplo: imagina que pagas 15 euros por comprar un libro. Pues quien te lo vende te machaca para que sepas que en realidad cuesta 25 euros. O sea, que 10 son de descuento. No es que pagues 15 euros porque eso es lo que cuesta. No, idiota, que no te enteras. Cuesta 25. Pero en la cultura de la gratuidad necesito que sepas que 10 euros son «gratis», son «descuento».

Al final se trata de agarrar por los huevos emocionalmente al cliente para hacerle sentir que vive feliz y preso en un sistema low cost… en permanente riesgo de exclusión. La jugada es: «coste muy bajo», pero que sepas que eres potencial sujeto de que te apliquen cantidades adicionales a tu factura. Puede ser porque ese día no vas afeitado, porque ha subido el combustible, porque llevas una maleta, porque hay costes de gestión, porque pagas con tarjeta de crédito, porque has dejado de tener televisión digital, porque está lloviendo mucho o porque el gobierno ha subido impuestos.

Da igual, el caso es que sepas que el low cost que te aplicamos está sujeto a las variaciones del mercado. Vamos, que es un low cost donde la presión emocional para que te sientas agradecido a tu proveedor es máxima. Ese proveedor es filantrocapitalista y te aplica unas condiciones únicas.

Cuando leo la factura que me envía mi odiado proveedor de telecomunicaciones, no puedo sino alucinar con lo que me da gratis o en lo que soy agraciado con descuentos. Lo dejo de ejemplo. La factura que recibo mensualmente no es la suma de una serie de servicios, sino que incorpora nueve «descuentos». A saber, por ejemplo:

  • En TV digital tengo 10% de descuento por tener banda ancha.
  • En mi conexión a Internet de cablemodem tengo 10% de descuento por tener televisión digital.
  • En mi conexión a Internet inalámbrica a través de USB tengo un 50% de descuento por la promoción Konekta.
  • En mi conexión a Internet vía teléfono móvil tengo un 50% de descuento en la cuota mensual por la promoción Konekta y un descuento de 10 euros por «Konekta2 Banda Ancha y Konekta 1 Gb».
  • En mi consumo de telefonía móvil de voz, tengo un descuento del consumo mensual de 9 euros y un descuento del «50% c.mensual Llam.internas cliente fidelizado».

Qué buenos son los padres jesuitas. Qué bien tener tanto descuento. Qué alegría, cuántos descuentos, cuántas cosas me dan gratis. O sea, que en la competencia por dar cosas gratis y con descuento, seguimos como siempre: te cobro más y luego te resto. ¿Tanto ruido para tan ruin forma de seguir facturando servicios? Hay que joderse con lo que avanzan las ciencias del manajemén.

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La imagen en Flickr es de FoxMulderVen.

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2 comentarios

asier 21/05/2010 - 08:20

Esto me recuerda el marketing de una «»conocida»» tienda de Bilbao en LIQUIDACION permanente…

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Celia 21/05/2010 - 10:01

¿Y qué me dices de que te cobren en las aerolíneas ¡por pagar!? Pues si no pagas con tarjeta de crédito/débito, ya me dirás como vas a sacar un billete on-line

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