La casa

by Julen

Cuesta llegar. Por eso no tiene sentido ir deprisa. El camino serpentea hacia arriba y al ganar altura se desprende de lo cotidiano. Es sólo una casa. Aislada. Difícil encontrar la explicación de por qué en ese lugar. Cabe conjeturar. Son posibles mil historias, cabe lo trágico y lo apacible. Hay tantas posibilidades como personas la imaginan. La casa queda al fondo del valle, más arriba de aquel extraño puente. ¿Quién la construiría?, ¿por qué?

El sendero se estrecha en la parte final y deja un precipicio mudo a la derecha. La casa se ve al fondo, nítida, evidente. Se recorta contra el verde de la hierba que sube más aún, hacia las lomas del fondo. Un verde que choca después con el azul del cielo. Allá arriba la línea del horizonte separa el verde del azul. Algún día tengo que subir allá arriba. No sé muy bien qué hay. Me da miedo.

Casi siempre pienso que va a haber alguien cuando llego a la casa. El silencio del camino sólo flirtea con el agua del arroyo que hay más abajo. Desde el puente puede escucharse mejor, pero arriba también se oye el murmullo. De repente, la casa adquiere más presencia. Es entonces cuando pienso que alguien ya está allí. Pero nunca consigo ver a nadie. Es sólo un ligero sobresalto y unos pocos nervios que se enredan en el estómago. Frente a mí la casa está vacía. Hasta cierto punto parece en ruinas.

Después de un tiempo sentado junto a ella descubro que son las ruinas de mi corazón.

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La foto en Flickr es de jaguardelplatanar.

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