Buenas personas que hacen malas empresas

by Julen

El viernes pasado estuve volviendo a ver el primer capítulo de La Corporación con alumnos de un máster. Se trata de un documental canadiense que establece un paralelismo entre la psicopatía de una persona y la que aqueja a muchas empresas. Parte de la consideración de la empresa como «persona» jurídica» para elaborar un cuadro clínico de ella, de la misma forma que se llevaría a cabo con un ser humano.

En un momento de ese primer capítulo se reflexiona sobre esas «buenas personas» que trabajan en «malas empresas». Por supuesto que los adjetivos «bueno» y «malo» hay que relativizarlos. Hecha esta consideración, sí que me parece un tema de debate interesante la cuestión de fondo. ¿Cuántas personas que trabajan en grandes empresas son conscientes del resultado final de lo que «su» empresa hace? Es más, ¿cuántas tienen información veraz sobre ello?

En general las empresas avispadas manejan cada vez más dos frentes de batalla: capitalismo funky y sostenibilidad. Por un lado, la lógica dominante sigue imponiendo vender más. Nadie en su sano juicio evitaría aumentar la cifra de ventas si es que puede. Es axioma empresarial: hay que conquistar nuevos mercados y actuar con una lógica belicista de derrotar a la competencia. Somos mejores, estamos comprometidos, vamos a por ello. Orientado el carro, los bueyes tiran todo lo que pueden.

Pero este vender y vender hoy requiere moverse en el plano emocional. No se trata de comprar un coche sino de que te guste conducir, no se trata de consumir energía sino de ser verde, no se trata de beber un refresco sino de ingerir la alegría de la vida. No somos consumidores de productos sino sujetos pasivos receptores de experiencias con suficiente cosmética como para que pensemos que nos autorrealizamos con ellas. No hay más que mirar que echar gasolina al depósito de combustible de tu vehículo se transforma en experiencia cumbre. Tétrico.

Sin embargo, la estrategia de venta no acaba ahí. Además, hay que proyectar una sombra alargada de preocupación por la sostenibilidad. Capitalismo sostenible. Las grandes empresas multinacionales, tras joder buena parte del planeta, nos van a conducir a través de sus políticas de responsabilidad social corporativa a su recuperación. La ecuación es simple: la sostenibilidad se transforma en un mercado. Con ese nuevo disfraz tira millas, que hay negocio.

Así que capitalismo funky por un lado y sostenibilidad por el otro. Eficiencia y emoción por un lado, y buen rollete por el otro. Las personas, dentro de ese jaleo, ya no saben de referencias válidas. Lo bueno puede ser malo y lo malo bueno. Ética y moral se confunden en el mercado de las ideas. Saber qué repercusión tienen tus actos es imposible. La división del trabajo de Taylor se ha reencontrado a sí mismo en la división de las actividades dentro de una cadena de valor incomprensible. Empresas y Administración se ahuecan para repartir las actividades entre cientos de empresas enmarañadas. ¿Quién sabe quién tiene responsabilidad y de qué la tiene? Imposible saberlo.

Y allí, dentro de las relucientes galeras empresariales, el trabajo abstracto (que diría Maite Darceles) pierde sentido. Haces algo que… te han dicho que hagas. Si trabajas en la oficina técnica de una granja fábrica de cerdos, te dedicarás a reducir el time-to-market del cerdo. Si trabajas en un call center, te dedicarás a hacer que la gente se sienta atendida en el mínimo tiempo posible. Si trabajas en el área comercial de una fábrica que vende armamento, te dedicarás a promocionar la guerra.

Las buenas personas necesitan trabajar en empresas con buenos propósitos.

Más información: otra entrada en este blog relacionada con La Corporación. Si te interesa el documental, tomátelo con calma, que son casi tres horas.

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5 comentarios

jemarba 14/12/2009 - 09:24

Muchas gracias por el vídeo, lo iré analizando de cuando en cuando.

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himikel 15/12/2009 - 00:58

Todos hemos sufrido actuaciones desmedidas de grandes empresas o corporaciones, ahora me viene a la cabeza la última…, es de hace un par de semanas atrás, cuando en la oficina de mi casa desde donde trabajo por las mañanas, hacia las 10:30 se fue la luz, la UPS aguantó como un campeón sus 15min mientras yo cerraba sistemas por aquí y por allá. Cuando todo se apagó, se me ocurrió llamar a Iberdrola para dar parte de la avería, por lo visto ya lo sabían y mediante una centralita automatizada me decían que la hora de reparación de la avería era para las 13:00, ¡¡sí lo habéis leído bien!!, por supuesto llamé para saber qué ocurría, y después de varios desvíos (técnica habitual para ver si desistimos), le pregunte al telefonista (para variar una mujer, seguramente no muy bien pagada, por desgracia), y después de preguntarle por el motivo de la avería y no darme ninguna explicación para las 2h y media de avería estimada, le dije que quería poner una reclamación ya que me iban a dejar la oficina parada más de 2 horas sin explicación alguna… ¿?, pués atentos con la jugada (por supuesto ella no tenía la culpa, cumplía dictados corporativos), me empezó a dar por teléfono una dirección postal…, pero qué atrevencia, en el año 2009 y con los recursos de que disponen y las tecnologías que conocen y utilizan para otras aplicaciones en esa gran empresa, no se dignen a ofrecerme un servicio más…, o sea que realmente me ofrezcan la posibilidad de reclamar, deja en evidencia sus escasas intenciones, y lo que es peor, una pérdida de credibilidad que les va a costar mucho esfuerzo en recuperar, y me temo que gastar mucho dinero inútil en publicidad.

Después de entrar en situación, voy a la cuestión, yo creo que el gran error es apostar por grandes compañías que no son afines a nuestros intereses, por ello entiendo que cada vez tiene más importancia, primero conocer los valores en los que se apoyan, y sobre todo que sean transparentes en sus acciones, de tal manera que podamos no sólo seguir la trayectoria de sus hechos, sino participar y contribuir en su desarrollo. Mientras no se den o se quieran dar cuenta de ello, quizás al viejo estilo ganen dinero, pero quizás les cueste mucho después desandar este camino…, y mientras pueden surgir nuevos proyectos con valores sólidos, que vayan ganando clientes y colaboradores, y que juntos construyan sistemas empresariales realmente más sostenibles 🙂
¡Saludos!

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Iñaki 16/12/2009 - 08:11

Menudo atracón de manzanas podridas!

Muy interesante !!
pero, como dice jemarba, habrá que ir viéndolo a trocitos….

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Olga 18/12/2009 - 00:02

Gran post. Vivimos en un mundo en el que el capitalismo salvaje ha pervertido hasta las emociones más sinceras y en el que las empresas siguen buscando la forma -suave y ecológica, eso sí- de sangrarnos hasta que no quede nada. Mientras, el mundo se empobrece física y éticamente a pasos agigantados, aunque cada vez hay más gente no sólo consciente de ello, sino convencida de que cambiar esa situación depende de todos y cada uno de nosotros. Igual soy muy pesimista, pero la cosa está bastante fea.

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Julen 23/12/2009 - 08:00

@jemarba, tomátelo con calma 😉

@himikel, retomando lo que dices, el problema quizá sea que la inmensa mayoría de las grandes empresas «no son afines a nuestros intereses».

@iñaki, sí, sí, que son 3 horas, suave suave.

@Olga, gracias. Pesimismo… el justo, luego… manos a la obra, que queda mucho por hacer.

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