Balance de 6 años de Consultoría Artesana en Red (I)

Voy a ir escribiendo poco a poco algunos artículos de balance de los más de seis años y medio que llevo con mi proyecto de Consultoría Artesana en Red. Lo hago de forma egoísta porque creo que me va a servir en este momento en el que -ya lo contaremos- se va a producir el mayor cambio desde que existe este mi humilde proyecto personal. También creo que al hacer balance «público» puede servir a otras personas para animarse… o no.

Ayer estuve haciendo inventario de los clientes con quienes he colaborado. Este artículo se centra en analizar mi relación con ellos. En total han sido 66 clientes diferentes. Cuando repaso la lista veo una amalgama de organizaciones diferentes. Sí que pueden extraerse algunas pautas comunes, pero la clave para explicar esa lista son las personas. Porque son personas quienes me contratan. Creo que se ponen en contacto con el consultor artesano que siempre he querido ser (nunca sabe uno si lo es realmente). Dejo aquí lado un gráfico para que veáis cómo ha evolucionado la facturación desde 2004 hasta hoy.

Entre esos clientes recuerdo algunos proyectos que no me han gustado y de los que no he quedado para nada satisfecho. Sí, la he cagado en varios. Incluso me han «echado» de uno de ellos por «pérdida de confianza» en el proveedor. ¿Qué os parece? Sí, sí, como diría Antúnez: «a la puta calle». Aunque todo sea matizable, hay quien ha debido ver en mí un insoportable. Ha pasado, pasa y pasará.Me gustaría escribir de un caso concreto que me sucedió, pero creo sería sufrimiento innecesario para el cliente (y probablemente también para mí).

También he llevado a cabo proyectos que nunca debí comenzar. Esos son los que peor llevo. La duda inicial se confirmó: se veían algunos nubarrones pero el optimismo -o la necesidad- del momento los apartó. Craso error. Quizá no haya que comenzar con aquello de lo que dudas. Ya veis, los errores y fracasos me quedan frescos en la retina. Entre ellos, un proyecto de arquitectura de información para una sociedad pública, otro de diagnóstico y mejora en las relaciones personales de un equipo, uno de definición de una nueva organización para una empresa de servicios…

También hay otros proyectos que relucen al sol. Mi colaboración con la Facultad de Empresariales de MONDRAGON Unibertsitatea fue una decisión muy acertada desde el comienzo. Me ha permitido crecer y abordar proyectos que sólo con mis recursos no habría podido asumir. Es cierto que ahora esa relación con MU se ha complicado mucho, por la implicación con el grupo de investigación de empresa abierta y con MIK, el centro de investigación en gestión. Con MU mi relación se ha basado en la confianza, eso sí que tengo que decirlo alto y claro. En especial con Lander Beloki, el decano. Las cosas como son.

Otro cliente especial ha sido una cooperativa con la que compartí dos años de su andadura: Consonni S.Coop. Llegué a petición de su gerente y lo dejé cuando él se fue. Me pareció lógico casi sin que me lo pidieran. Eso no quiere decir que si me pidieran cualquier cosa hoy, lo haría encantado. Y no, no haría falta pasta de por medio. Fue un proyecto pleno de satisfacciones personales, sobre todo en el plano emocional. No tengo claro qué aporté porque los resultados eran tercos y siempre se empeñaban en tumbar los esfuerzos, pero fue un proyecto especial, vaya si lo fue.

También Innobasque ha sido otro proyecto diferente. Hemos estado colaborando con ellos durante prácticamente dos años. Ahora creo que debemos dar por terminada una fase. Hasta donde hemos podido hemos aportado en el diseño y construcción de lo que llamamos Innobasque 2.0. Es evidente que seguiremos en contacto con ellos (Naiara for ever) porque participamos en varios grupos de trabajo, pero creo que hay que pasar página y aflojar como proveedor.

Algunos otros datos del análisis de clientes:

• He colaborado con las tres facultades de MONDRAGON Unibertsitatea, con la Universidad de Deusto en sus dos campus de Bilbao y Donostia, y también con la UPV. Parece que no hay problema cuando eres artesano. Es cierto que MU se lleva la palma, pero no ha habido problema para hacer cosas con las otras universidades. Incluso hemos colaborado con la Fundación Universitaria de Las Palmas… pero esto es otro cantar.
• Si bien comencé trabajando para la empresa privada, la Administración y la empresa pública han irrumpido con fuerza en el horizonte. Primero la Diputación Foral de Bizkaia (una relación especial y encantadora), luego la SPRI, Inguralde, la Cámara de Comercio de Bilbao, etc. Nunca pensé que podía ser así. Cosas tiene la vida.
• Derivado de un aspecto muy concreto de mi etapa en Maier, vengo colaborando como profesor en Euskalit en sus programas de 5S. Con algún que otro altibajo, pero supone aire fresco -quiero decir olor a taladrina, claro- en mi actividad profesional. Pisar taller es algo que no me gustaría dejar de hacer.
• En 2008 irrumpieron las agendas de innovación de Euskadi+innova. He realizado cuatro hasta la fecha y he rechazado otras dos por problemas de carga de trabajo, con unas cuantas dudas respecto a su utilidad. La tienen, por supuesto, pero la rigidez de la metodología desespera. Perdón, que no debo pasar de los 256 caracteres en este párrafo… ¡así va la cosa!
• De 2006 en adelante han llovido proyectos relacionados con la innovación y la web social. Tanto como proyectos de consultoría como actividades de formación. Esta ola me ha ayudado sobremanera. Sé de otros consultores que lo están pasando peor. Quizá este ámbito por el que hemos apostado desde el principio nos ha ayudado. Muy relevante ha sido el trabajo con el grupo de investigación de empresa abierta. Todavía recuerdo aquella reunión en Barcelona con Haripako, Juan Freire y Ramón Sangüesa. Sniff, sniff.

Bueno, no ha estado mal como primer ladrillo, ¿no? Pues ya lo siento, pero vendrán más. Esto es un blog. Aquí compartimos reflexión con quien quiera. Eso sí, si has llegado hasta aquí, ¡gracias! Nunca pensé que serías capaz 😉