Idea radical: pásate al dominio público

by Julen

ideasHacía ya mucho tiempo desde la última idea radical. La serie la componen, hasta la fecha, 23 artículos. Tengo varios borradores a medio escribir con nuevas ideas de este tipo, pero no me había atrevido a sacarlas a la luz. Una de ellas es la que desarrollo aquí. Quizá que el último premio Nobel de Economía se lo hayan dado a Elinor Ostrom ha ayudado a darle aire. Porque la idea en que se sustenta es el cambio en la lógica de mercado: de competir a cooperar, de una propiedad privada a una visión de conjunto más social.

Ya he comentado por aquí que en nuestro modelo de empresa abierta manejamos la idea de que «el ánimo de lucro» compite con otras organizaciones que persiguen un propósito mucho más elevado. El caso evidente es Microsoft y su navegador Internet Explorer. En el «mercado» aparece Mozilla, quien con un modelo de negocio bien diferente, pero con un propósito tan simple como el «hacer una Internet libre» concita mayor simpatía y adhesión. Firefox es un navegador pensado para el dominio público. Es una herramienta puesta al ser vicio de la comunidad para que se pueda acceder a Internet de forma gratuita. Es la consecuencia de un trabajo colaborativo de muchas personas.

Pero, ¿qué es el dominio público y cómo puede utilizarlo una empresa? ¿Tiene algún sentido? Primero, es importante comprender el concepto. Vamos a la wikipedia:

Por dominio público (también llamado demanio) se entiende el conjunto de bienes y derechos de titularidad pública, destinados al uso público (como las calles, plazas y caminos públicos), o a un servicio público (como un hospital público, un centro escolar público, las oficinas de un Ayuntamiento) o aquellos a los que una Ley califica como demaniales para impedir su apropiación por los particulares (como las playas, las aguas o las minas y cuyo uso privativo, en su caso, requiere una concesión, que sólo la administración pública puede otorgar.

¿Cómo puede pasarse una empresa al dominio público? En la práctica existe una licencia específica que puede obtenerse por ejemplo a través de Creative Commons. Es evidente que el objetivo es contribuir a la sociedad con una aportación de valor. Podríamos decir que frente a la responsabilidad social corporativa, la cesión al dominio público supone una contribución real y efectiva a la sociedad. Nada de cosmética, sino de forma inherente a la propia actividad de la empresa.

Trabajar para el dominio público no anula el derecho inicial que asiste a toda empresa que ha generado un producto/servicio de que se reconozca que es su propietaria. Lo importante, sin embargo, no está ahí, sino en el hecho de permitir que la creación circule ágil por un mundo que necesita más cooperación y menos competencia. De hecho, los bienes del dominio público suelen ser el producto de quienes se definen como una comunidad. Siguiendo con la wikipedia: «Algunos ordenamientos jurídicos consideran que el dominio público está formado por aquellos bienes cuyo titular es una comunidad. En este sentido, las comunidades de regantes, de pastos, de bosques, etc., serían ejemplos de dominio público.»

¿Desaparece una empresa como tal al pasar a trabajar para el dominio público? Seguramente que a más de uno le cruje el cerebro y se le retuercen las neuronas. Porque la empresa por defecto trabaja en el ámbito de lo privado, de la protección de su conocimiento. Da igual que los libros y los gurús de turno hablen de la importancia de generar nuevo conocimiento abriendo prácticas. La senda de la protección frente al enemigo sigue siendo la guía de actuación.

Nicholas Carr compara en The Big Switch lo que ocurrió con la electricidad y lo que está ocurriendo ahora con la información. Hace muchos años las empresas disponían de sus propios recursos para generar electricidad. Producir su electricidad era la forma en que garantizar que podían llevar a cabo su actividad. Pero, claro, la electricidad enseguida pasó a tener sentido en forma distribuida. Aunque todavía hoy sigue siendo lo que hace que algunas empresas ganen dinero (y de forma dudosa en algunas ocasiones, como atestiguan las multas que reciben), la entendemos mejor como algo que usamos de forma distribuida. Con la información hoy en día pasa algo similar. El negocio, si quieres llamarlo así, está en la distribución y la intermediación. El negocio está en los llamados brokers del conocimiento.

Así que si la competitividad llega de un manejo adecuado del conocimiento, eso que tienen las personas, ¿no sería una posibilidad que negociáramos un enfoque de dominio público a este respecto? Las desigualdades, ese daño colateral de la sociedad moderna, están en la base del conflicto. ¿Por qué no apostar por una contribución social que aporte un grano de arena a su eliminación? Parece que la protección refuerza el círculo vicioso de la desigualdad. Al no poder acceder a conocimiento, productos y servicios, las personas que menos tienen, menos tendrán. Y todos sabemos que la desesperación es fuente inagotable de que los humanos saquen lo peor de lo peor.

Desde luego que una empresa hoy en día tiene que replantear la forma en que licencia los contenidos que genera. Y, sí, hablamos de conocimiento. Las empresas tienen que hablar con su gente para tomar decisiones respecto al uso de fórmulas alternativas de proteger lo que saben. No sirve con actuar por defecto. Porque ese es el peor de los escenarios.

¿Cómo se redefine una empresa que quiere trabajar para el dominio público?, ¿tiene sentido seguir llamándola empresa?, ¿es algo diferente y, por tanto, necesitamos nuevos términos?, ¿compite en un mercado que es sólo uno?, ¿es lo mismo que una organización sin ánimo de lucro?, ¿sólo tiene objetivos de carácter social?, ¿puede generar mucha más adhesión y compromiso por parte de la ciudadanía? Muchas preguntas que sólo tienen respuesta haciendo. Sí, el movimiento se demuestra andando. En breve más noticias a partir de alguno de esos proyectos que conforman mi enredo.

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13 comentarios

Alorza 02/11/2009 - 09:30

Creo que entiendo lo que dices cuando hablas de «un enfoque de dominio público».

Lamentablemente, creo que no es posible hacerlo de forma literal, sino que hay que limitarse a eso de «un enfoque». Si no he entendido mal, en este país sólo pasan a DP las obras cuando han transcurrido 70 años de la muerte del autor. Aunque tú dejes tu obra a la comunidad, pueden llegar tus herederos y volver a reservar todos los derechos.

Quizá esto no tiene tanta importancia cuando hablamos de «enfoque» y de «empresa», pero ilustra lo difícil que resulta encajar la idea de DP en nuestra cultura. Habrá que empujar mucho.

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Mario Dehter 02/11/2009 - 10:17

Naturalmente que cuentas con mi incondicional confirmidad para que «no apruebes» la publicación este comentario o lo recortes. Simplemente te expreso mi parecer al respecto de este artículo:

Es más fácil, más cómodo, menos peligroso y políticamente «más correcto»: quedarse callado. Pero no lo puedo evitar; correré de riesgo de disentir: me da la impresión —tras 3 lecturas de este artículo— que se trata de un juego de palabras que entran en contradicción entre sí.

Habrá que esperar las «más noticias». Por ahora, sigo pensando que una empresa de «carácter privado» se pase al «demanio» puede enviar al demonio no solo su rentabilidad, sino el propósito mismo de la creación de valor implícito en la satisfacción de cada uno de sus inegrantes (propietarios o empleados de todas las jerarquías) al percibir que su esfuerzo deja de ser un resultado personal retribuíble para convertirse en un «Creative Commons» ( ™ © ® ).

Por otro lado, tanto el concepto profundo del «Creative Commons» (por ahora solo aplicable a los productos «culturales» intangibles), como los modelos de «cooperación» (más moderno es el de «colaboración») son opciones tácticas de estrategias de gestión empresarial que ocultan un lado oscuro de lo que constituye el «Dominio Público»: puedes compartir solo mis bienes o mis conocimientos que te autorizo compartir con las limitaciones de uso que te impongo, pero no puedes modificarlos sin que yo participe de tus beneficios (tangibles e intangibles).

Vamos. Qué la cooperación primero y la colaboración después, han sido maneras de mitigar los nocivos efectos colaterales de la competencia a ultranza (hacia afuera y hacia adentro de las propias organizaciones), el downzizing y el resizing en que se empeñaron aplicar las grandes corporaciones para poder controlar el quiebre entre su desmedido crecimiento global y los primeros síntomas de la crisis en la década de 1970 (en adelante) para evitar lo que no supieron evitar en 2008.

Disculpa si resulto impertinente. Por muchas experiencias (propias y ajenas) siento que, sin ninguna mala intención de tu parte, se están creando «espejitos de colores» con «cantos de sirenas» que intentan relatar historias de «buena gente procurando el bienestar general» para evitar desenmascarar el trasfondo de las contradicciones en que están entrando la declamada «responsabilidad corportativa» y el ansiado «propósito de lucro».

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Amalio A. Rey 02/11/2009 - 10:19

Julen:
Este post entronca con uno que escribiste el otro dia sobre las guerras entre territorios, que prometo comentar en mi blog porque tiene tela.
Vale, estoy de acuerdo en introducir colaboración en todo lo que se pueda como principio. Pero, mucho me temo que necesitamos competencia, retos, comparación, sobre todo cuando hay que repartir unos recursos escasos porque la alternativa de «cafe para todos» es empobrecedora. Me consta.
En cuanto a que el conocimiento sea de dominio publico, es un modelo que las empresas pueden aplicar pero con matizaciones. No hay por qué ir del blanco al negro. Hay muchas zonas grises en esto que abren espacios de colaboración. Nosotros, en emotools, liberamos todo como creative common. No nos guardamos (casi) nada. Ahora bien, te lanzo esta pregunta: ¿Qué harias tú con los resultados de proyectos tecnológicos que tienen plazos de recuperación muy largos y requieren elevadísimas inversiones? En ese escenario, que es por ejemplo el de la Biotecnología o la Farmacéutica, ¿qué empresa invertiría en I+D? En inversiones de ciclo largo solo tienes dos opciones: 1) Que invierta el Estado, sobre todo en las de mas riesgo, 2) Que inviertan las empresas con una protección sobre los resultados. Bueno, queda una tercera: 3) Que invierta la «sociedad civil», a través de agrupaciones de investigadores que estén dispuestos a poner dinero de su propio bolsillo (van a tener que poner mucho) y a dedicar tiempo (esto es más fácil, ya hay ejemplos) a proyectos que se liberen despues al dominio publico.
Sigo pensando, muy a mi pesar, que la competencia (limpia, sana y justa) es buena para que la sociedad se mueva y no nos acomodemos.

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Jorge Campanillas 02/11/2009 - 11:07

Buenas Julen!

Alberto se me ha adelantado, pero tristemente la única forma que tenemos en la actualidad para el paso de las obras a DP es por el trascurso del tiempo, por mucho que algunos quieran negar la evidencia. Estamos en momentos de cambios, en breve se abre el melón de la modificación de la LPI y tenemos que hacer fuerza para que se inclyan ciertos cambios.

Empieza la revolución! 😉

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David de Ugarte 02/11/2009 - 11:45

Julen, eso se llama devolucionismo, tiene un amplio trabajo teórico (fundamental ahí Michele Boldrin) detrás y justamente nació en respuesta a las trampas de Creative Commons, incluido el CC0

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Txetxu 02/11/2009 - 22:36

La vertiente económica ¿tembién entrará en el dominio público?;)

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Julen 03/11/2009 - 07:06

@Alorza, ya sabes que las ideas radicales juegan con lo «casi imposible»… esto, quería decir lo «casi posible» 😉

@Mario, por supuesto que no voy a «no aprobar» tu comentario. Si no ejercemos la crítica y disentimos, ¿para qué tener un blog? Tu contribución se agradece porque ayuda a pulir argumentos. Pero… anda que no soltamos estopa aquí a las empresas tradicionales y que no desconfiamos de sus buenas intenciones de responsabilidad social corporativa.
Yo siempre creo que hay gran parte cosmética en lo que muchas empresas realizan de cara a la sociedad que las rodea. También habrá sinceros compromisos, pero son los menos. Ahora todo aparece disfrazado de filantroapitalismo, conexión emocional y edulcorantes similares.
La serie «ideas radicales» juega con los márgenes y plantea posibles hilos de los que tirar. A este respecto y hablando del asunto del dominio público, tengo muchas dudas. De ahí mi lista de preguntas finales. Nosotros ahora estamos tratando de montar un nuevo proyecto: Learning Around The World y no sabemos muy bien cómo encajarlo dentro de las posibilidades «empresariales» de hoy en día. De hecho, creo que no deberíamos llamarlo empresa.
En fin, Mario, que seguiremos hilando argumentos y el tiempo nos irá dando y quitando razones. Por mi parte, soy un firme convencido de que hay que buscar modelos alternativos a los actuales. Pero no sé si hablo de empresas o de otra cosa. Y la idea de «reformular» el sentido de propiedad es una de las que rondan mi cabeza.

@Amalio, ya sabes que navegamos por aguas cercanas. Pero con matices. Si te vas al ejemplo de las farmacéuticas, ¿no sería lógico que su conocimiento fuera devuelto al dominio público en tanto que afecta a la vida de las personas?

@Jorge, pues ahí andaremos, por el cambio en ciertos aspectos legales. Cada vez creo más en que la existencia de Internet cambia las reglas, debería cambiarlas.

@David, ya conozco vuestros puntos de vista y sabes que los aprecio. Pero en todo esto yo veo un continuo que va de 0 a 100. ¿Que el modelo de CC no rompe la regla y parte de lo que hay? Es evidente. Pero hay que hurgar en tácticas para recorrer un camino. Esto es una cuestión de fondo y hay que pensar cuáles son los pasos. De todas formas, yo no tengo nada claro cómo abordarlo. Voy a leer de nuevo lo que habéis escrito y seguiré tirando del hilo.

@Txetxu, las cooperativas, por ejemplo, tienen que devolver «por ley» una parte de su beneficio a la sociedad. Evidentemente la pasta es la pasta para las empresas. Pero cuando tanto se ha hablado de socializar pérdidas es porque quizá mucha gente está hasta los huevos de soportar este modelo capitalista, ¿no?

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Carme 03/11/2009 - 08:30

¡Una idea radical! Estupendo. Ahora ya se echaban de menos 😉

Entiendo las ideas radicales como eso precisamente «ideas» y «radicales» pero todas ellas tienen como trasfondo realidades que necesitan ser reconsideradas y la provocación de las ideas radicales me parece fantástica.

El «enfoque de competencia» tiene sus límites y los estamos sufriendo. Hace poco, traducía un artículo sobre el placebo que lo mostraba. La industria farmacéutica lo está palpando y tras diez años de darse la cabeza contra el muro, salirle chichones y contusiones, finalmente ha entrado en razón y ha comprendido que hay que hacer un cambio. El suyo no va a ser un cambio radical, pero ya han decidido crear un espacio «pre-competencia» en el que colaborar, compartir e innovar. Sólo después de eso pasarán a la fase de competencia.

Este no es un caso de cambio radical, ni mucho menos, pero sí evidencia que hay que cambiar de enfoque en el sentido que muestra este post, pues es la única forma de superar las barreras.

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Mario Dehter 03/11/2009 - 10:44

Julen, gracias por tu tolerante comprensión que el disenso no es un conflicto. Yo no solo sospecho que ningún valor altruista sustenta, en las medianas y grandes empresas «tradicionales», sus acciones y declamaciones acerca de la RSC sino que estoy totalmente convencido (al menos por los cuatro casos que conozco en forma directa) que nada se hace en la materia que no aporte un beneficio tangible a corto plazo para la propia empresa antes que para su entorno.

Creo que antes de pensar en «“reformular” el sentido de propiedad» será más conducente trabajar en el sentido de «buscar modelos (organizacionales)alternativos a los actuales». Por ejemplo, comenzando por cambiar las estructuras piramidales y jerárquicas típicas de las medianas y grandes empresas a formas «esféricas» de organización como están asumiendo las nuevas pequeñas empresas con alto componente innovador en sus estilos de gestión.

El sector TIC y, en especial, el de la educación son ideales para estos «experimentos». No lo dudo. Ya hay buenos ejemplos que demuestran estar funcionando (por ejemplo, escuelas públicas con gestión privada o casos notorios de varias empresas creadas «dentro» de Internet). Estimo que estaremos de acuerdo en que se trata de un trabajo verdaderamente «artesanal» que comienza en la educación infantil y no en la Universidad 😉

Suscribo a tu cuestionamiento que el paso al «demanio” (evitando irse al demonio) necesita imaginación para crear estilos organizacionales (estructura y gestión) sustantivamente diferentes a los que conocemos actualmente. La pregunta es ¿hay «del otro lado del lago, en el puerto que aún permanece invisible tras la línea del horizonte» un negocio que justifique los riesgos que habrá que asumir para crearlar y sostenerlas?

Gracias Julen.

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josempelaez 07/11/2009 - 16:42

Me alineo con Julen en la existencia de un contínuo y en la necesidad de ir explorando otras formas de hacer, las llamemos empresas o de otra forma.

Respecto del tradicional ejemplo de las farmacéuticas (y de sus costosas y extensas investigaciones), quiero decir que no creo en que su manera de trabajar sea la más eficaz, ni la más eficiente. No obstante, pienso que no muta por los enormes intereses urdidos sobre la trama de la salud. En cualquier caso, hay ya algunas que exploran el «open innovation», aunque sólo sea porque no se pueden permitir los costes de la manera «clásica».

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Carme 07/11/2009 - 17:02

Totalmente de acuerdo, josempelaez. Lo que hacen las farmacéuticas no es ningún ejemplo a seguir. Pero es la evidencia de que el modelo tradicional o clásico tiene verdaderos y evidentes límites. Tanto es así que incluso ellas ven claro que hay que hacer algo. Aunque no quieran admitirlo. Aunque lo mantengan escondido como pueden.
Tampoco me extraña porque ¿Es lógico que unas investigaciones de tanta repercusión vayan a quedar en manos de sólo los pocos que controlan esa industria?
Parece más razonable la propuesta de Julen, no?

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josempelaez 07/11/2009 - 22:05

Carme, no parecen mantenerlo tan escondido como supones [J&J testimonial to open innovation.]

Aparte de los motivos éticos, que no son los que suelen mover a las «empresas grandes» que dice Julen (vamos, que no lo hacen ni por asomo), nos les va a quedar otra que hacerlo por motivos económicos. Además, como la educación y la transferencia de conocimiento se va extendiendo mucho en Asia, Sudamérica y África, será imposible poner puertas al campo del conocimiento en áreas geográficas donde los intereses económicos no están tan trabados como en Europa y Norteamérica. Veremos las cosas que cuenta el amigo Iván cuando regrese de su vuelta al mundo 😉

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Carme 08/11/2009 - 10:43

Mmmm, sospecho que puede que no hablemos de lo mismo, aunque estoy de acuerdo con tus conclusiones 😉

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