Felices mientras no lo sepamos

by Julen

niño-tapadoAquí en el primer mundo la sociedad camina rabiosa hacia el santo grial del hedonismo. Satisfechas las necesidades básicas -con algo de canguelo cuando aparece una crisis, eso sí- ascendemos en la pirámide de Maslow en busca de alimento para el espíritu. Claro que hay que matizar que el centro neurálgico del asunto es buscar, no encontrar. Zygmunt Bauman, en un pequeño librito escrito en el año 2000, La comunidad, ya decía al hilo del mito de Tántalo y el castigo que recibió de los dioses:

Uno sólo puede ser verdaderamente feliz mientras no sepa cuán verdaderamente feliz es. Al aprender el significado de la felicidad mediante su pérdida, los hijos de Adán y Eva estaban obligados a aprender muy a su pesar la amarga sabiduría que le sirvió en bandeja a Tántalo. Su objetivo les rehuiría siempre, por muy cercano que pareciera (como le ocurrió a Tántalo).

Hoy buena parte del sistema en que vivimos se basa en el consumo. Sí, también Bauman nos lo explicaba en La vida de consumo. La crisis actual nos ha recordado que sin consumo este chiringuito que tenemos por planeta no rula. Se cae, se desmorona. Así que hay que consumir: todo el engranaje está diseñado para asumir un constante flujo de deseo.

Las empresas también juegan su rol en la escena. Además de proveer la riqueza que, traducida a valor económico, debemos consumir, se configura también como un lugar que aspira a hacernos felices… en su interior. El salto cualitativo de vernos como «personas», más allá que como «trabajadores» va en esa línea. Los proyectos «basados en personas» (línea de Saratxaga y cía, por ejemplo) son un hecho. El compromiso colectivo con unos objetivos y el desarrollo de ámbitos de libertad para cumplirlos son la guía para alcanzar la felicidad como homo economicus. «La» felicidad del primer mundo en el siglo XXI.

Nos han dado unas cartas y hay que jugar, pero ¿no deberíamos tratar de cambiar las reglas del juego? Porque ganar la partida puede que sirva de poco si el juego es un sinsentido. ¿Pudiera ser que estemos revolviendo la mierda y lo mejor sea dejarla en paz para que al menos no huela tanto?

El mensaje del mito de Tántalo es que uno puede ser feliz, o al menos inconsciente y despreocupadamente feliz, sólo mientras conserve la inocencia: mientras uno disfrute su felicidad en tanto que se mantiene ignorante de las cosas que le hacen feliz y no intentar juguetear con ellas, y no digamos «tomarlas en sus propias manos».

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11 comentarios

Iñaki Pérez 16/11/2009 - 13:23

Querido Julen. Me gusta el análisis pero se me ocurre mucho que comentar.
Yo diría que la felicidad plenamente vivida (Aunque sólo sea en momentos concretos) si no es transida de autoconciencia y de conciencia de lo que la provoca es efímera y es sólo placer, no felicidad. Creo realmente que la diferencia está ahí. Buscamos el placer, la recompensa momentánea, el no-dolor. No buscamos la felicidad, la plenitud de Ser.
Desde la perspectiva que sea, cualquiera que sea la idea política o social, consumidores o no, globalizados o anti globalización, en proyectos profesionales basados en las personas o en empresas taylorianas o paternalistas,… pero desde la búsqueda de la conciencia plena de nosotros y de nuestro entorno, creo firmemente que es la única manera de que demos un salto real y verdadero hacia otro tipo de sociedad que no reproduzca los esquemas que nos han traído hasta aquí y que además nos lleve a SER más.
No puedo creer en la felicidad sin conciencia ni autoconocimiento, no puedo,…

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Marta Villagrán 16/11/2009 - 17:04

Hola, sigo desde hace un tiempo este blog pero nunca había participado en ninguna discusión. Vamos, mi nombre os sonará a chino.
Estoy más de acuerdo con el análisis de Iñaki, no veo la forma de disfrutar de lo que tienes (/ eres / compartes / …) si no eres plenamente consciente de lo que te rodea. También creo que esa consciencia es lo que te debería guiar hacia dónde quieres llegar. Porque no ser consciente podría equivaler, quizá, a no saber cómo o dónde buscar esa felicidad, ¿no? Si no necesitas ser consciente de qué te hace feliz, ¿lo necesitas para lo que te hace infeliz? ¿Cuándo descubres qué te hace infeliz, deja de afectarte?

Julen, me gusta bastante la foto, ¿de quién es?

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Anna 16/11/2009 - 19:27

Infelices conscientes, felices inconscientes… Vaya dilema, ¿no? No me entra en la cabeza que se pueda ser feliz abdicando en jugar a un juego en que sabes, de antemano, que las cartas están marcadas. Seguiremos intentando cambiar las reglas…

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Giovanni Garinian 17/11/2009 - 01:17

@Julen: me has revuelto mucho con tu enredo, valga la redundancia. ¿No habrás querido decir el famoso dicho «uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido»? Con este dicho es donde le encuentro sentido al juego de palabras «Infelicidad Consciente» vs «Felicidad Inconsciente»

Por otro lado, me preocupa el hecho de que si algún día encuentro la felicidad plena que tanto he buscado, mi vida pierda sentido. Si algún día sucede, espero sea cuando llegue a la 3era edad. Pero es que uno nunca deja de desear, sin limitarnos solámente al plano consumista. Alguien sin deseos, sin metas… no vive, sólo existe creo yo.

¿Se puede ser feliz plenamente ante la sensación de carencia frente a una meta, deseo o proyecto aún no resuelto?

¿Aquellos que se declaran felices pero aún con metas pendientes no será que más bien son personas positivas y optimistas nada más?

¿Será que he idealizado mucho la felicidad plena?

¿Estaré confundiendo con auto-realización, último escalón de la pirámide de Maslow? ¿Que relación existe entre auto-realización y felicidad plena?

Había otra frase: «No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita» Siento que es debatible en muchos aspectos, en primera creo que Maslow se revolcaría si se la hubieran citado y por otro lado, solo se limita a adoptar una postura anti-consumista.

Bueno, les dejo estos aportes para su reflexión y me encantaría escuchar sus opiniones.

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Ivan 17/11/2009 - 11:11

Para mi de las mejores definiciones las daba el siempre polémico para muchos PÉREZ REVERTE en una entrevista que tenía.
la felicidad no es un estado constante,la felicidad son algunos pequeños momentos de intensidad,explicaba en esa entrevista que eran preferibles esos pequeños momentos de intesnidad de una persona lúcida,que la aparente felicidad constante de un ser que se traga todo y que cree que es completamente happy del paraguay.

Por cierto es duro ver la aparente felicidad de algunos miles ,cientos de miles,millones de chinos la vorágine del consumo y del gastar y tener que les ha entrado como una droga,se ven cosas tan curiosas como abuelos de 80 tacos en el Mcdonalds o gente esperando con frio y lluvia intensa para entrar a ver,quizá comprar en tiendas exclusivas llamadas Chanel,Gucci,Louis Vutton
en fin,enseñame la pasta ciudadano,digo consumidor cliente…..
y pasan enfrente algunos yankees o londinenses con una sonrisa y que han aplicado este curso eso del
downshifting -el arte de trabajar menos para vivir más y entender el dinero como un medio y no como un fin
http://www.elpais.com/articulo/carreras/capital/humano/Trabajar/vivir/elpepueconeg/20091101elpnegser_6/Tes?print=1
claro que dirán muchos,esos ya tienen las lentejas aseguradas

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Julen 20/11/2009 - 07:51

@Iñaki, ya me acordé de tu introspección cuando lo escribía, por lo que me dijiste el último día que comimos juntos.

@Marta, respecto a la foto… pues ¡no lo sé! Es de esas que la has cogido de algún sitio pero he perdido la fuente. Lo siento.

@Anna, las reglas están para cambiarlas, no cabe duda.

@Giovanni, dejas muchas líneas para continuar. A ver si algún día las puedo retomar… yo u otras personas de las que andáis por aquí, claro.

@Ivan, me apunto lo del downshifting, ya te contaré mis progresos 😉

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Moli 23/11/2009 - 22:37

Todo empieza agradeciendo y todo empieza de nuevo… el secreto de ser feliz viene después, es de cada cual y para cada uno, único, irrepetible y peligrosamente contagioso ¡cuidado, si se quiere!. Muxuak, Julen, gracias.

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Consultoría artesana en red » 13 citas de El arte de la vida, de Zygumnt Bauman 27/11/2011 - 08:51

[…] La felicidad imposible porque el tránsito hacia ella es permanente. Un lugar al que nunca llegaremos porque cada vez que demos un paso se alejará algo más. La maldición de Sísifo moderna. Uno de los efectos fundamentales de equiparar la felicidad con la compra de artículos que se espera que generen felicidad consiste en eliminar la posibilidad de que este tipo de búsqueda de la felicidad llegue algún día a su fin. […] Al no ser alcanzable el estado de felicidad estable, sólo la persecución de ese este objetivo porfiadamente huidizo puede mantener felices a los corredores que la persiguen. […]

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Social media cambia las reglas de la productividad | Consultoría artesana en red 04/03/2014 - 06:16

[…] La consecuencia es que ese tiempo no da de sí. No es suficiente. Aquejados de un mal del que Bauman ha escrito mucho, nos embarcamos en un viaje permanente por la infelicidad de no llegar nunca a ningún sitio porque […]

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La obligación de ser felizJosé Arahal · Coach, Estratega y Formador 04/09/2014 - 16:10

[…] Ya sea en forma de mercado del alma sustentado en el cuarto sector gracias al fetiche de la felicidad o en forma de edad oscura apocalíptica y catastrófica para que la destrucción aumente la […]

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Vibraciones: ignorancia y felicidad | inquietos 17/09/2016 - 20:41

[…] de esta bitácora en las que, simplemente, no me apetecía escribir. Y lo ha hecho por medio de uno de esos post que comienzan sin un aparente fin, en torno a la relación de la felicidad con la inconsciencia de […]

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