3721437054_af5aacb702La decisión de la Universidad de Deusto al poner en marcha su proyecto OpenDeusto es de las que marca un antes y un después. Todos sabemos que captar clientes en edades tempranas de la vida es una táctica del mundo moderno. Microsoft siempre ha buscado en el entorno educativo lugares donde dejar esa semilla que luego daría lugar a hermosos y lucrativos retoños. Apple más de lo mismo. Las instituciones educativas son golosas para desplegar la artillería comercial. Google sigue las mismas reglas.

OpenDeusto da un paso al frente y utiliza el tremendo poder transversal de Google para ofrecer una experiencia de uso más rica a su gente. Claro que este tipo de servicio de pago compite con la prestación de servicios gratuitos. Una persona de a pie sabe que puede gestionar su identidad digital mediante una combinatoria de herramientas de la web social. Puede dar el paso al frente y servirse de un amplio menú. Puede hacerlo en forma distribuida o jugarlo todo a una carta. OpenDeusto ofrece de forma corporativa ciertas zanahorias añadidas en una cesta de brillantes colores.

La nube parece que conlleva una forma distribuida. Muchos servicios, muchas opciones, un enorme juego de iconos que parecen dar fe de la abundancia. Sí, economía de la abundancia en un océano digital de aguas relativamente turbulentas. Y en ese territorio las instituciones juegan una última baza de ofrecernos la gestión de una parte de nuestra identidad digital.

Pero la lógica distribuida que algún día creímos que sería realidad con aquel dibujito de la larga cola se desmorona a manos de los gigantes. Google lo es. Es una inmensa corporación que presta servicios en un rango de áreas que se extiende como un tsunami. Hace un tiempo Dolors Reig se preguntaba si es posible desaparecer de Google. Cada día más difícil. Así que es cuestión de colocar en la balanza el servicio que recibimos y el riesgo de que sea cada vez más un solo proveedor quien nos los entregue.

Google crece, compra, desarrolla, amplia horizontes. En una lógica distribuida aparece como una contradicción paradójica, recursiva hasta el infinito, imposible de deshacer. Puedes ver a Google como un gigantesco gargantúa que no come niños de mentira sino que come información de verdad. Y este modelo es inquietante. Muy inquietante.

La decisión de la Universidad de Deusto es, al mismo tiempo, conservadora y arriesgada. Como allí hay gente a la que aprecio muchísimo y a la que estimo profesionalmente, estoy seguro de que habrán hecho balance: ventajas e inconvenientes. Txopi ha saltado directamente a la yugular 😉 como era evidente que iba a pasar. Por otra parte, tampoco ayuda mucho la verborrea de la página de presentación, otro ejemplo de cómo alguien se presenta como si fuera la octava maravilla del mundo. Y no es el lenguaje de una conversación distribuida, no lo es.

En cualquier caso, suerte. Quiero pensar que es una decisión meditada y con negociación suficiente en torno a asuntos de licencias, derechos de propiedad, protección de datos y esas cosas. Claro que el mapa de Google sigue creciendo. Próxima estación: OpenDeusto.

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La foto del gargantúa en Flickr es de sangutxujai.

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3 comentarios

versvs 28/10/2009 - 11:41

Lo de Google es lo que yo llamo «La paradoja del control de internet». Internet cada vez es más grande, y la lógica de la distribución que tanto nos gusta flaquea cuando dos nodos «de a pie» quieren conectarse entre sí: primero deben encontrarse, y no es sencillo en un mar (cada vez mayor) de pasillos cargados de documentos. Necesitan a alguien que sepa dónde está qué en todo momento: la dependencia de los buscadores en una internet que crece sin parar es (y será) cada vez mayor.

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Julen 29/10/2009 - 07:57

@Versvs, pues sí que resulta paradójico. La añado a nuestra lista de paradojas. En el modelo de empresa abierta que proponemos es la primera constatación que hacemos: estamos inmersos en un mar de paradojas. Quizá ésta es de las más sobresalientes.

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Diego 29/10/2009 - 11:57

Ayer estuve en el Aula de Comunicación de la Este. Habló el vicerector de comunicación. «No tenemos que esperar a recibir a los alumnos sino que tenemos que ir a donde están», fueron sus palabras. Hasta ahí, no va desencaminado.
Dejemos reposar la acción a ver cómo evoluciona. Es pronto para decantarse a favor o en contra.

http://www.diegopoloroman.wordpress.com

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