Metodologías, pouerpoins y consultoría

by Julen

confusión2Hay para todos los gustos, pero no cabe duda que uno de los grandes ejes de la consultoría es la aplicación de metodologías, normalmente desarrolladas en pouerpoins. Esta ha sido la forma de estandarizar y, al mismo tiempo, de demostrar «que se sabe». El ejemplo más típico puede ser la implantación de las 5S. Tienes un método y déjate de historias, aplícalo; no vayas de re-inventor de la rueda. Y una perversa tendencia en este asunto ha sido la de guardar con siete candados «la metodología».

Pero vamos a darle una pequeña vuelta de rosca a la metodología y la rutina. Richard Sennet reniega de la crítica simple de la repetición y nos coloca el ejemplo del músico-artesano (el subrayado es mío).

Repetir una y otra vez una acción es estimulante cuando se organiza mirando hacia delante. Lo sustancial de la rutina puede cambiar, metamorfosearse, mejorar, pero la compensación emocional reside en la experiencia personal de repetir. Esta experiencia no tiene nada de extraño, todos la conocemos: es el ritmo. Ya presente en las constracciones del corazón humano, el artesano ha extendido el ritmo a la mano y el ojo. […]

Cuando me concentro profundamente en el estudio del violonchelo, quiero repetir un gesto físico una y otra vez para hacerlo mejor, pero también hacerlo mejor para poder repetirlo.

Rutina, repetición, metodología que guíe el cómo hacer las cosas. Son elementos que en sí mismos no son nada sino que es cada cual quien los reinterpreta y les da sentido. Sin embargo, cuando el foco se desplaza demasiado a la metodología es bastante probable que la persona «delegue» en ella el discurrir de los hechos. Como la metodología dice que primero A, luego B y después C, esa resulta ser la forma, la forma única.

Y esta falta de tensión tiene que ver también con el auge del pouerpoin. Recuerdo que hace un par de años con mis alumnos de Empresariales, en la presentación final de conclusiones prohibí los pouerpoins. En parte porque era una forma de conocer hasta qué punto un trabajo quedaba interiorizado pero en parte también porque es una mejor forma de captar los matices. El pouerpoin reduce la complejidad y ayuda en la convergencia. De alguna forma focaliza y empobrece. Lima las asperezas y deja un escenario más neutro. Denota cierto conocimiento, pero rehuye ahondar en las profundidades de lo tácito.

La metodología es necesaria. Al menos como ya la entiendo: una forma de expulsar al exterior lo que sabes. Digo «metodología» en sentido muy amplio, claro está.

Esta reflexión me conduce a pensar que el asunto de la metodología es irrelevante para el artesano. La usará -sí o no- como mejor convenga al proyecto concreto. La aportación de valor surge de la aplicación concreta al caso concreto. Y en cada actividad, por muy rutinaria que pudiera ser percibida, puede aflorar nuevo conocimiento. Y todo ello asumiendo también el otro extremo. Por eso vuelvo a citar a Sennet:

… el proceso de trabajo tiene que hacer algo que a la mente bien ordenada le resulta desagradable: cohabitar temporamente con la confusión, con movimientos equivocados, falsos puntos de partida, callejones sin salida. Lo cierto es que en tecnología, lo mismo que en arte, el artesano que indaga va más allá de un simple encuentro fortuito con la confusión; la crea como medio para comprender los procedimientos funcionales.

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19 comentarios

yoriento 10/09/2009 - 10:24

A veces estos debates sobre «metodología y artesanía» no los entiendo muy bien. Las metodologías no son únicas, grandes y libres sino que su aplicación siempre ha de adaptarse a cada caso, ya sea de una forma industrial o artesanal. Y si no es así simplemente se está aplicando de una forma ineficaz o ineficiente.

La metodología no es sólo necesaria sino inevitable, y creo que el valor de su aplicación depende de los resultados, que supuestamente serán mejores si se aplica mejor en cada contexto y para cada objetivo.

La forma de aplicar una metodología a cada caso o de hacerla nueva para cada caso sigue siendo metodología. Y la eficacia de la adaptación también debe medirse y analizarse. Para no caer en mera artesanolabia no basta con afirmar «me he adaptado al caso», sino que también hay que demostrar en qué aspectos críticos o variables se basó esa adaptación y que fue suficientemente válida y mejor o mucho mejor que «no adaptarse».

A mi intender cuando se trata de alcanzar objetivos la artesanía no se sustrae del método científico, y la validez de la adaptación que se hace de cada método para un caso concreto debería poder replicarse y volver a probarse para otros casos concretos que sean similares u homogéneos con el primero en los factores relevantes. Lo artesano no quita lo escalable. Y viceversa.

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 10:33

Una cosa que nos pasa a menudo es que la gente nos llama porque percibe en nosotros algo «diferente», han conocido alguna cosa-resultado que les ha llamado la atención. Pero a la hora de la verdad desconfían porque no les ofrecemos una metodología clara o porque no sabemos lo que vamos a hecer (si antes no nos ponemos a hacerlo).
A veces pensamos en contar nuestra no-metodología, mejor, nuestro ESTILO, como LA metodología, para que así sea percibida como tal y genere más confianza a la hora de dar el primer paso o el paso de «contratar» por parte del cliente… Pero al final nunca lo hacemos, nos parece que perdemos más que ganamos, que encorsetamos nuestra manera de hacer, nuestra manera de ser. Sería caer en la norma, en el no tener método como método.
Por eso, no se trata de que no se pueda de-construir, re-utilizar, adaptar las metodologías que existen por ahí, porque al fin y al cabo, esas metodologías no son más que un recurso, un imput más de los muchos que nos ofrece el contexto en el que desarrollamos nuestro trabajo.

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mkl 10/09/2009 - 11:05

Es que podemos hablar de metodología y no estar hablando de lo mismo. Existen las «metodologías» o quizá mejor «métodos», que son protocolos de actuación o de intervención bastante cerrados con herramientas muchas veces incluso patentadas que permiten poca desviación del proceso definido, difíciles de adaptar. Y podemos hablar de método en el sentido que Alfonso atribuye al «método científico», una manera rigurosa de afrontar los problemas, con definiciones claras de objetivos y secuencias de acciones planificadas en función del caso. Esta segunda acepción permite la adaptación y el perfeccionamiento por la experiencia, la primera es mecanicista y, por lo tanto, a destajo, propio de la consultoría industrial.

La segunda acepción, la del método como protocolo cerrado no sólo posibilita, sino que pide a gritos que se renueve en cada caso; y se alimenta de la experiencia y del conocimiento. La primera acepción está hecha para la amortización y la repetición sin variaciones, algo que le puedes endosar a un junior o a una subcontrata sin que varíe su aplicación en función del consultor y del caso.

El método como rigurosidad es la que considero propia de la consultoría artesana y que puede incluir como parte de su aplicación, la corrección, la experimentación y la adaptación continua.

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yoriento 10/09/2009 - 11:46

De acuerdo con Miguel, pues 😉

Eso sí, me la impresión de que maniqueamos demasiado. No tengo la sensación de que las consultorías ni los métodos industriales sean menos adaptables per se, aunque la mayoría puedan utilizar o no métodos rígidos o pret a porter. La diferencia entre lo artesano y lo industrial no lo veo tanto en las bondades de los métodos aplicados, que también, como en los valores y fines propiamente artesanos, la forma de compartir conocimiento entre consultores y con las organizaciones, la relación con los clientes, etc.

Estar de vacaciones, como yo, y estar motivado para participar en estos debates es, por ejemplo, uno de los valores que considero propios de otra forma de hacer y entender estas cosas 😉

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 11:59

La artesanía NO es escalable.

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jifamiliar 10/09/2009 - 12:59

Desde el otro lado de la ¿barrera? confío en la estas participaciones sirvan para desmontar mitos y generalizaciones odiosas. Odiosas para los odiados, claro ;-). Como ya sabemos, hasta los replicantes lloran, quizás porque echan de menos el calor de la empatía.

La metodología pienso que tiene un papel fundamental como base de partida al iniciar cualquier proyecto: marca la hoja de ruta, establece un lenguaje común, aclara responsabilidades, etc. Tener una metodología evita muchos equívocos y futuras frustraciones. Con todo, creo que la metodología tiene un papel muy limitado en el éxito de una colaboración. Lo más importante es la persona, su esfuerzo, capacidad, conocimiento y experiencia.

Conozco poquísimos proyectos, si no ninguno, en que la metodología propuesta no sufra modificación en el propio lanzamiento del mismo y durante su ejecución. Es absurdo obviar realidades que previamente no se conocían y acontecimientos que surgen sobre la marcha sin tener en cuenta su impacto sobre el trabajo a realizar y los objetivos perseguidos.

Asimismo es absurdo no hacer evolucionar las metodologías en base a experiencias propias y nuevos puntos de vista que nos llegan de fuera y nos convencen.

Dicho ésto, creo que a veces generalizamos mucho al hablar de consultoría . Porque es muy diferente colaborar en la obtención de una certificación de calidad, la optimización de un proceso productivo, la formulación de la estrategia comercial o actuar como asesor generalista a largo plazo. Entre otras diferencias, la relevancia de la metodología es muy distinta entre unos casos y otros.

Y sobre el PP decir que es simplemente una herramienta. Se ha abusado de ella y se ha utilizado mal a menudo. Pero tampoco debemos generalizar. Depende del objetivo y de cómo se utilice. A mí me gusta acompañar el discurso con imágenes sugerentes sobre el mensaje que quiero transmitir. Cosas mías; me gusta acertar o equivocarme a mi manera. En mi empresa (yo trabajo en mi empresa, no para una empresa) nos dan mucha libertad al respecto.

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 13:21

– Las hojas de ruta coartan/imposibilitan la deriva (algo fundamental cuando de verdad queremos transitar por otros caminos).
– Desde luego, en la btención de una certificación de calidad, hay poca artesanía que valga.
– Si tengo que poner un ejemplo de metodología castrante que he sufrido recientemente (nefasta tanto para quien la aplica -consultor/a- como para quien la sufre -cliente- e ineficaz en sus fines), propongo la de las «Agendas de innovación» de la SPRI. Ya se que es una metodología que ha ido evolucionando-avanzando-mejorando-adaptándose… pero bajo mi punto de vista, es un tipo de metodología que no debería haber existido en ningún caso. No quiero que evolucione, quiero que desaparezca.

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jansola 10/09/2009 - 13:41

@jifamiliar Me quito el sombrero ante tu comentario. Al 100%.

En mi opinión, el verdadero problema de las metodologías y pouerpoints reside en los/las consultores/as que pretenden vender que han solucionado el problema en un pouerpoint donde explican cómo han aplicado la cojometodología que lo soluciona todo (y el problema sigue allí, claro).

¿Hemos solucionado el problema? ¿Qué más da la metodología?

¿Hemos llegado a comunicar lo que pretendíamos comunicar? ¿Qué más da que haya sido en un PPT o en un video grabado con el móvil?

En consultoría tenemos un problema más serio que todo esto…y es que nuestra orientación a la resolución del problema es nula. Y luego, pasa lo que pasa. Tenemos una imagen de vendedores de humo con el pouerpoint de la metodología debajo del brazo que da vergüenza. ¿Los más perjudicados? Los propios clientes, el pouerpoint y las metodologías. ¿Los consultores? Demasiado bien parados salimos…

Creo que tendríamos que olvidarnos más de los medios y centrarnos en los resultados. ¿Difícil? ¡Qué va! Sólo hasta que empecemos a cobrar por resultados. (Tiempo al tiempo 😉

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 14:23

Centrarse en resultados me parece muy finalista, muy peligroso, muy a lo Clemente.
Me gusta pensar que estamos más orientados al proceso que a los resultados (que bajo mi punto de vista y mi experiencia, llegan si se confía y da oportunidad al proceso). Todos los caminos llevan a Roma, si, pero qué vamos: en avión, en bici por etapas, teletransportación, viendo un documental, vamos y volvemos, nos quedamos allí medio año… Quizá esto me lleva a la posibilidad de sustituir la palabra-idea «metodología», por la palabra-idea «proceso», algo mucho más abierto y lleno de posibilidades.

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katixa 10/09/2009 - 14:48

Al final, el debate que hay aquí es bastante semántico…proceso, camino, método, metodología, con un ppt, un word, una pizarra, un documental, por email, envias tus avances por paloma viajera, da igual (son palabras y herramientas)…Se trata sólo de hacer algo con un poco de orden y de buen sentido, y que no sea cerrado eso sí, que se adapte en camino. Vale, muchas veces en las consultoras se presenta al inicio del trabajo una metodología, una hoja de ruta, un calendario pero son indicativos y están sólo para crear al mismo tiempo que charlas con la persona que vas a acompañar una relación de confianza que permitirá después todos los atajos, desvíos, mejoras o adaptaciones que exige un proyecto o que impone una relación.
Decir «estoy en contra de las metodologías, de los ppt, de las hojas de ruta, de las certificaciones, de las estrategias, yo soy muy diferente, lo hago en plan casero – la comida casera según las casas es mejor pero no siempre :-)- no hace avanzar el debate a mi juicio e incluso puede encasillar a los que van de anticonformistas, lo que son «diferentes» (e sun poco pretencioso, ¿no? además?. De manera general, que nuestra empresa sea de una, dos, 5 o 1000 personas que sea «artesanal» o «industrial» hay que evitar toda rigidez, hay que fomentar la flexibilidad a doble sentido, y educar a tu cliente (si no os gusta la palabra podéis llamarlo, «acompañante», «interlocutor», «amigo», no sé…) cuál sea el trabajo que vas a hacer. Me gusta mucho lo que dice jfamiliar en este sentido u otros que habéis comentado.

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jansola 10/09/2009 - 14:49

Tampoco me refiero a eso de que «el fin justifica los medios». Tenemos que partir de la idea que tenemos unos valores, una ética y una responsabilidad en el camino hacia estos resultados. (Aunque sea mucho suponer… 🙁

Pero sí que difiero, y me alegro que tengamos diferentes perspectivas, de la orientación al proceso. Al final, en demasiadas ocasiones nos obcecamos con éste y convertimos el propio proceso en el fin. Pero bueno, de esto hablaba antes… da igual que nos orientemos a procesos, directamente a resultados o a pouerpoints llenos de bonitas palabras, ¿hemos conseguido el objetivo, sí o no?

La complejidad en este planteamiento residirá en la definición de los objetivos y resultados y en ocasiones sólo podremos decir que el objetivo es seguir una determinada metodología/ proceso. Pero si hacemos un mayor esfuerzo en la definición del objetivo probablemente evitemos muchos malentendidos.

En cuanto a la idea de Proceso = Metodología, totalmente de acuerdo. Al fin y al cabo, personalmente entiendo metodología como una serie de pautas a seguir para alcanzar un determinado objetivo…aunque también entiendo que es algo más detallado que un mero proceso.

Por cierto, he llegado a saber que el objetivo no era sólo llegar a Roma. Era llegar a Roma en 24 horas independientemente de lo que cueste económicamente y asegurándome que no me voy a dormir en la importante reunión que me espera. Vamos, que me decanto por la teletransportación.

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 16:01

No se trata de una estética de la diferencia y si, entre otras cosas es una cuestión semántica, sobre el significado de las palabras, por eso tenemos muchas, porque incluyen muchos matices y contienen mucha(s) historia(s).
A lo que me refiero en todo este debate, es que estamos acostumbrados a las metodologías y las normas y a trabajar-pensar-vivir o lo que sea, con «un poco de orden y de buen sentido» (dando por hecho que es así como debe ser). Y yo me quiero permitir (el lujo, si queréis) de poner en valor el desorden y relativizar lo del «buen» sentido.
Y a mi juicio, no es algo pretencioso, ni «simplemente» retórico, sino político.

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katixa 10/09/2009 - 16:35

Sé que tenemos muchas palabras y muchos matices aunque nos las controlo todos en castellano, me imagino, ya que no es mi idioma materno. Ricardo, te permitimos todos los lujos :-)…lo que tú llamas «desorden» es tu «orden» al fin y al cabo y él de muchas personas…Y tu filosofía, tu visión, tu manera de trabajar, tu estilo, es tu método. o metodología igual para muchos. Obedece a unas pautas por más que las fijes sólo tú.
Lo que quiero decir es que no es al poner prefijos privativos a la palabras, o al construir discursos sobre el derecho a la diferencia, a la unicidad, o abusando de las oposiciones «minoría»/»mayoría», «artesano/industrial», «ppt malo/avioneta de papel buena», en una dinámica «maniquea» («Small is beautiful», Big is (very very) bad 🙂 o «artesano bueno Vs otro no igual de buenos» avanzamos. Yo también soy un «animal político» como todo Hombre, sabes, pero creo que sí, a menudo, nos volcamos en muchos debates retóricos y posturas estético-linguísticas cambiantes según los momentos, las personas, las circunstancias aunque tengamos todos unos valores, cierto sentido (personal) de la honradez (intelectual por ejemplo). Eso sí estoy contigo que el buen sentido es algo muy relativo (ciudado sin embargo de no caer en el relativismo, típico tema de filosofía para el bachillerato en Francia) y mantengo que hacemos las cosas con cierto orden y buen sentido en general…tú y yo…cada uno teniendo lo suyo, por supuesto, pero al hablar coinciden.
Bueno, os dejo que me tengo que terminar un pouerpoin 🙂 pero al final no seré tan mala y «conformista» porque me leo el blog de Julen 🙂

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 16:58

Todo parece funcionar cuando nos referimos a «mi» orden o «tu» orden. La cuestión es qué pasa cuando pasamos al plural. Entonces la convivencia, la tolerancia y el derecho a la diferencia suelen moldearse según el modelo imperante.

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aitormanah 10/09/2009 - 17:57

Interesante lo que comentáis. Y la verdad es que mientras leía vuestros comentarios ( y el rifi-rafe absurdo en el que parecía incluso que tonteabais -Katixa&Ricardo- ;)) me he acordado de varias y repetidas discusiones que hemos tenido en nuestra oficina respecto a este tema. Y es que aunque parezca ilógico, somos una mini-cooperativa con tendencia a tener MACRO-discusiones. El proceso natural de hacer un proyecto suele ser (por lo general, Ricardo ;)) este:

1. Acordar objetivos a conseguir
2. Acordar la manera (proceso-método) y los medios para lograr los objetivos
3. Probar, experimentar
4. Modificar o «destruir» el proceso-método tantas veces como sea necesario, con la única condición de que eso sirva para avanzar.

No me gusta utilizar la palabra «siempre» ni tampoco la palabra «nunca». Es de las cosas que mejor aprendí tanto en la universidad como al sacarme el carnet de conducir. Pero no he sabido cómo plasmarlo de otra forma… 🙁

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Ricardo_AMASTE 10/09/2009 - 18:18

Una mini-cooperativa con macro-discusiones, a mi me suena mucho mejor que una macro-cooperativa con mini-discusiones. Y si, en la vida se aprende viviendo.

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gallas 11/09/2009 - 16:08

PPT=punto de poder. Me hace gracia esta traducción, es de un amigo pero ya no recuerdo de cual ;D Intentaré dar mi opinión al respecto. Los ppt no son metodologia, son herramienta y además sirven para explicarse, para poco más. Obviamente alguna vez en esa explicación algo se mueve y entonces habrá cambio. Y en ese cambio es seguro que los colores, la cadencia, el video que hayas elegido y tantas cosas servirán para el «insight» pero metodologia es otra cosa. Creo que aitormanah acierta orientandonos a pasos como hitos del proceso de acompañamiento a una organización. Y las actitudes de una escucha activa absoluta y tantos matices que hacen que un proyecto sea satisfactorio o no. Las técnicas, herramientas son secundarias. aportan estructura y ayudan y entorpecen en función de si calibramos bien nuestros oidos-estomagos, atinamos con las necesidades y compartimos caminos que muy posiblemente estaban en la agenda oculta de las organizaciones o de algunas personas de estas.
Humilde aportación.
Muy interesante debate. gracias

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aitormanah 11/09/2009 - 18:54

Hoy a la mañana he visto algo que hago habitualmente (y casi sin pensar), pero ésta vez, lo he visto de otra forma. El caso es que me he acordado de esta discusión (en el sentido positivo de la palabra). Estaba poniendo el papel de aluminio al bocadillo de chorizo y he dicho: «Vaya, qué curioso. Desde pequeño me enseñaron que si tratas de poner el papel de aluminio de forma ortodoxa, casi sin doblar, no logras un buen envoltorio. Sin embargo, adaptándo el aluminio a la forma del bocadillo, lograrás mediante los minipliegues una estructura más mejor, más resistente».
PD: Julen, si empiezo a desvariar avísame. Creo que habías creado un blog para hablar de relaciones, personas… ¿Aceptas bocadillo de chorizo como animal de compañía? 😉

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Julen 12/09/2009 - 06:49

No se os puede dejar solas/os, joooder la que liáis. Os hago la ola. No me queda sino ponerme a escribir otro artículo en torno a la cuestión. Eso sí, que levante la mano aquí quien no sea pecador de pouerpoins, yo el primero. Pero… ¡me estoy quitando! Quizá sea que no hay como sufrir los de tus alumnos para abandonar la casa jajajajaja
Como me lo lean me sacan cantares. Disfrutad del fin de semana.

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