Saregune, Mondragón, artesanos y pequeños proyectos

by Julen

abSe me arremolinan varias ideas en la cabeza que quiero ordenar. En realidad todas giran en torno a un eje común: el poder del pequeño proyecto. Puede tener ánimo de lucro, puede no tenerlo. Lo potente es el proyecto, la iniciativa que desplegamos en torno a él y el compromiso que nos genera. Hay un momento inicial y una dimensión humana que conviene tener en cuenta. Cuando el proyecto crece, entra en territorio enemigo.

Ayer mantuve una curiosa reunión a cinco bandas en los locales de Saregune en el Casco Medieval de Vitoria-Gasteiz. Por una parte, gente del Ayuntamiento que nos contó un proyecto relacionado con las personas que se jubilan y que se rebelan contra que eso suponga pasar a la inactividad. Por otra, la Agencia de Renovación Urbana, relatando qué tipo de iniciativas desarrollan para revitalizar el Casco Medieval. Además, Saregune nos mostró cómo trabajan con tecnologías y software libre para hacer de conector social en el barrio. Enrique Suso, que fue quien nos convocó, volvió a explicar su proyecto de generar actividad económica en el Casco Medieval uniendo emprendedores y personas mayores. La quinta pata era yo mismo, que bastante hice con tratar de comprender de qué iba  aquello. Como siempre, saqué ideas.

Cito esta reunión porque surgió esa vieja historia de cómo los proyectos funcionan entre personas y se enmohecen y ralentizan en los complicados caminos de la burocracia y el gigantismo. La gente de a pie encuentra demasiados obstáculos para cumplir sus sueños. No debería abandonarlos, pero el riesgo de hacerlo ante las dificultades administrativas y las numerosas piedras del camino son una realidad. Esa idea del pequeño negocio, del pequeño proyecto me parece la base del compromiso y de la eficiencia. Pero este país no parece el mejor de los lugares para que florezcan.

Ha llegado a mis manos una presentación en la que leo de nuevo la importancia del pequeño negocio. Ahí está el empleo y debe estar la innovación. Las grandes corporaciones parecen empeñadas en jugar a grande (hablando en términos de mus). Grandes proyectos que reciben avales millonarios. MONDRAGON también juega en ese tablero, me temo. Pero lo auténtico vive muchos peldaños abajo, pegado a ese proyecto que levanta pasión… si me dejas cumplirlo.

No sé si los proyectos faraónicos son sanos. Ni para el cuerpo ni para la mente. ¿Las grandes corporaciones mueven el mundo? El jueves pasado en la charla inaugural de VISIO 2009 traté de explicar lo que me cuenta Ivánes mucho más fácil hablar entre personas que entre instituciones. El compromiso y la empatía fluyen en la química personal. ¿Para qué desperdiciarlo en un modelo de crecimiento desbocado que despersonaliza y nos hace perder las riendas? Estoy terminando de leer El artesano, de Richard Sennet, toda una vuelta a los orígenes para reconectarnos con nuestra actividad profesional.

Espero no crecer. No crecer nunca.

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7 comentarios

josepjc 06/06/2009 - 08:14

yo también espero que no crezcas… 🙂 en realidad debemos recuperar cosas como el juego como modelo de aprendizaje… eso tan poco ‘adulto’.

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Anna 06/06/2009 - 09:09

Sí, Julen, las personas son los verdaderos enlaces. Verdaderos y efectivos, porque eliminan barreras burocràticas, circuitos, procesos y estructuras. Porque diluyen todo aquello que constituye un freno para iniciar nuevos proyectos. Pero que sean la fracción más pequeña de cualquier organización no impide que mantengan intacta, en todas sus dimensiones, la ilusión por el proyecto. Y además le suman frescura a las relaciones y la comunicación, agilidad para establecer vínculos y unas dimensiones en las que muchos, cada vez más, nos sentimos más cómodos y mejor reflejados.

Y es curioso cómo, fuera de los límites de una organización, los proyectos adquieren nuevas formas: con ánimo de lucro o no (como citas en el post), pero también facturables o, simplemente, con retorno en «buen karma». Y doy fe que, no por ello, dejan de salir adelante con la misma fuerza (o incluso más) que si se circunscriben a las organizaciones.

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mkl 06/06/2009 - 09:22

Pues ya somos unos cuantos que queremos seguir siendo como «gnomos saltarines». Sin embargo, hay que reconocer que las empresas se comen los proyectos o mejor, la ilusión de los proyectos, igual que se zampan a las personas y a su ilusión. No siempre encuentras supervivientes con los que conectar entre gente de la empresa. El sistema es pesado y arrolla. Es eso de la institucionalización.

Así que vamos a dedicarnos a cuidar nuestro síndrome de Peter Pan y a quedarnos, virgencita, como estamos.

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Ivan 07/06/2009 - 05:26

Pues creo que si
os dejo unas notas de Virgin Group, gran marca,pero con small companies,para que puedan fluir y seguir siendo frescas,emprendedoras,dinamicas y …DIVERTIDAS

La creatividad y el divertirse es el secreto de Virgin Group,esta en contra de lo que predican todas las escuelas de negocios y los MBA ,pues ellos solo muestran lo que han hecho otros y hablan de cash flows,no lo que se puede hacer,no se puede predecir un negocio como si fuera una botella o un perfume,tienes que estar alli,caminar,tener un equipo y hacer que algo ocurra,no hay formulas magicas ,los negocios son fluidos,mutantes e indefinidos,Richard Branson

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M@k, el Buscaimposibles 07/06/2009 - 18:27

Sabes que me encantan las contradicciones, que yo enterito soy una o muchas disfrazadas de humano andante, pero… es que…, leo tu post anterior y éste, y… me parece que me superas por mucho 🙂 (en mmil cosas, obviamente).

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Juanjo Brizuela 09/06/2009 - 19:30

Eso se produce porque se da la CONFIANZA necesaria entre las personas ¿existe la CONFIANZA entre ORGANIZACIONES? Porque sinceramente creo que muchos proyectos de futuro se van al traste desde el momento en que entran las ORGANIZACIONES.

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