Llegarán las oscuras negociaciones

by Julen

candadoHe seguido desde la barrera las elecciones. Reconozco que voto. Sí, yo también voto. Claro que, al paso que vamos, algún año de estos estará al caer no hacerlo. Porque ayer, tras los resultados, fue otra vez lo mismo. Un guión absolutamente previsible donde ya nadie está pensando en el objetivo final de servir a la ciudadanía. Ahora todos miran a cómo conseguir más poder. Ya tendrán tiempo de caer en corruptelas.

El caso es que ahora se pone en marcha la negociación. Y asistiremos a un ejercicio alejado en extremo de prácticas abiertas y de transparencia. Entrarán en juego las oscuras ofertas de esto por aquello. ¿Alguien pensando en la gobernabilidad futura y tender puentes entre puntos de vista distintos? Me temo que no. En absoluto. Ahora comienzan negociaciones donde a la ciudadanía se la echa a un lado. Ya no tiene nada que decir. Son nuestros representantes quienes se ponen manos a la obra.

Se van a aplicar argumentos inmundos que quedarán tapados por toneladas de declaraciones bien infoxicadas. Eso sí, darán trabajo al periodismo de investigación, que tendrá que intentará descubrir qué oscuras maniobras se pusieron en marcha.

¿Os imagináis a un político twitteando estas negociaciones?, ¿poniendo en su blog los argumentos de la negociación?, ¿explicando qué limitaciones se plantean en el ámbito estatal? No, ahora volverán a un estado primigenio de su condición política: ha llegado la hora de la negociación a puerta cerrada. Transparencia cero. Es el momento de la verdad. Ya no nos necesitan. No, porque ahora ellos se sienten tocados por la mano de Dios. Han sido elegidos por el pueblo, están legitimados.

En realidad votamos a partidos. No decidimos sobre nuestro gobierno, sino sobre el paso previo: la cantidad de asientos que se reparten. Luego, cuando se entra a saco, hacemos discreto mutis y nos quedamos esperando. Eso sí, nada de 2.0. La sabiduría de las multitudes llega hasta llega. Si llega.

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20 comentarios

Amalio A. Rey 02/03/2009 - 14:32

Pos’si, Julen. ¡¡No sabes la tristeza, y la rabia, que me provoca esa cruda realidad!!

No voto, ni vivo en Euskadi (lindo país, sí señor!!), pero se que es así porque ocurre igual en todas partes.

Estoy hasta los mismisimos cataplines de los politicos de hoy. La mayoría de ellos son una verguenza, una auténtica verguenza. Solo les interesa el poder. Ahí los ves haciendo política a golpe de conspiraciones oscuras, poi acción-reaccion del rival y hay una ausencia penosa de liderazgo, de gente que arriegue la poltrona por defender sus ideas, su VERDADERAS ideas.

Pero, OJO, seguro que tienes claro que ¡¡somos nosotros los culpables!! Por comodidad actuamos como borregos, no tenemos tiempo, nos disgustamos pero no hacemos nada,o hacemos muy poco.

Algunos, incluso, participamos (sin querer) en este «juego de hipocritas» cuando criticamos a esos pocos que se atreven a decir su verdad en voz alta. Escribi un post hace tiempo sobre este tema, en el que sostengo que no podemos aspirar a que los personajes publicos cambien si no cambiamos nosotros primero.

Estoy, una vez mas, decepcionado. Esa decepción se expresa bien en tu frase de «YA NO NOS NECESITAN. NO, PORQUE ELLOS AHORA SE SIENTEN TOCADOS POR LA MANO DE DIOS. HAN SIDO LEGITIMADOS».

Puff.. lamentable, le hemos dado ya el «cheque en blanco» que necesitaban, y miranos a nosotros mismos qué panchos nos quedamos viendo como se reparten lo nuestro…

Algun día cambiará, estoy seguro. Y alcanzaremos a verlo, amigo Julen.

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jelopez 02/03/2009 - 23:27

Nos hacen creer que vivimos en democracia… ja ja. Menudo teatro tienen montado los políticos y su partidocracia: cada 4 años nos montan el circo y nos hacen creer que elegimos. Elegir ¿qué? A los corruptos del PSOE, a los inútiles del PP o los sinvergüenzas nacionalistas!! Y mientras los domingos haya fútbol y OT en la tele, pues eso: pan y circo.
Yo no voto. Hace años que no voto. Mi alma no está en venta y no pienso legitimar esta mierda.

Mira, resulta que para ser conserje de un colegio tienes que aprobar una oposición, saber idiomas, saberte el estatuto de autonomía, la constitución y hasta tener un MBA. ¿Y para ser ministro? ¿O consejero? ¿O concejal? Vaya mierda!

Esto no cambiará hasta que tengamos una democracia basada en al meritocracia. Meritrocacia de los gobernantes y de los que votan. Es preciso una cualificación del votante y del elegido. Debería ser necesaria una cualificación para votar. No veo otra solución.
Y hay medios para conseguir que la cualificación sea justa y aplicar igualdad de oportunidades para conseguirla.

Saludos

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Iñaki Ortiz 02/03/2009 - 23:40

Coincidimos en el diagnóstico. ¿Hay alternativa?

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Ioannes Xabier 03/03/2009 - 08:02

Totalmente de acuerdo…Se vota sólo para el parlamento monocameral vasco, además con grandes déficits de representatividad.

No se si a fecha de hoy hay alternativa o no, pero sí que creo que desde dentro de este sistema se pueden ir poniendo ingredientes para crear un caldo de cultivo para que el futuro sea diferente, desde un punto de vista ético, estético, y práctico. Creo, que más o menos, tú, amalio, Iñaki, jelopez, yo, y cientos de personas más hemos puestos un pequeña pieza para ese futuro caldo…desde esta blogosfera. El hecho de que escribas este post ya es un pequeño paso

Personalmente no me voy a resignar ni a desanimar,

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popocho 04/03/2009 - 11:59

Quiero y deseo entender que tu voto no ha englosado el montante de PNV, ni de PSE, nide Ea, ni de UPD, ni de EBB, ni de Aralar, ni de…

Es así???

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popocho 04/03/2009 - 12:00

Ups…se me había escapado PP…perdón por la omisión…

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Verde 07/03/2009 - 10:14

Estoy de acuerdo con tu diagnóstico, Julen. Sin embargo, la tan manida ciudadanía no estamos por la labor de pensar en cambios de sistema político. Hablar de política y de gobierno, está denostado. Somos incapaces de cambiar.
Además, me sorprende los argumentos de jelopez, ¿es acaso la cualificación garantía de honradez, transparencia, solidaridad,…? puedo darte miles de sustantivos necesarios para la convivencia y la mejora de las sociedades y nada de ello está garantizado por la cualificación. ¿o sí?

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Julen 08/03/2009 - 20:57

@Amalio, yo no sé muy bien cómo, pero sí sé que quiero otro sistema.
@jelopez, es complicado el tema que planteas. Me refiero a lo de los requerimientos. Yo también creo que debe haber unos mínimos, pero no sé muy bien cómo se podría gestionar eso. ¿Un político que es elegido para un cargo público debería pasar algún filtro en particular?, ¿cómo plantearlo? No lo sé.
@Iñaki, es la gran pregunta. Buff… no sé, no sé. Realmente estoy despistado.
@popocho, te faltan unos cuantos partidos en la lista: Humanista, Partido contra el maltrato animal…
@Verde, no creo que sea tanto la cualificación como un cierto perfil, más allá de la cualificación. De todas formas, tampoco tengo claro que lo que plantea jelopez sea una solución.

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jelopez 10/03/2009 - 00:06

Hablando de los políticos…
Hay que entender la cualificación en un sentido amplio, no solamente en el sentido técnico del término. Hablemos pues de cualificación en justicia, en honradez, en solidaridad, en resistencia a ser corrompido… en definitiva en valores.

Pongo un ejemplo simple: hay herramientas en la psicología que permiten detectar un asesino potencial dentro de un grupo de individuos. Evidentemente todas las herramientas tienen una precisión y exactitud limitadas, no hay nada que te permita obtener el 100.00%, eso ya lo sé (desde el punto de vista físico «haría falta una energía infinita» para obtener el 100.00%) . Pero pensemos siempre en términos estadísticos: dependiendo de la incertidumbre deseada, la herramienta será más o menos sofisticada. Luego si podemos cualificar, con cierta precisión, la potencialidad de un asesino dentro de un grupo de individuos, ¿por qué no podrían cualificarse otros valores? Fijemos cómo de precisa queremos la cualificación y lo costosa que es la herramienta que lo permite. Así de simple, es una cuestión de compromiso.
Todo esto suena raro, pero si lo pensamos bien no lo es tanto. La alternativa opuesta es la actual: el más puro azar

Bien, ahora pasemos al otro lado: hablemos de los que eligen.
Vamos a ver: ¿cómo es posible que mi voto (a mí que me importa una mierda lo que dice el PP y un carajo lo que cuenta el PSOE y menos todavía la mentira nacionalista de turno) valga lo mismo que el del Sr. D. ResponsableQueTePasas que se ha estudiado los programas electorales, se ha chupado mítines hasta decir basta, se conoce todos los artículos de la Constitución, etc, etc? No puede ser. NO LO ENTIENDO.
Esa maravillosa frase de «un hombre, un voto» pues bueno… tuvo su función social, pero es una gran mentira. ¿Suena fascista eh? Pues pensadlo bien, porque en el fondo es totalmente progresista.
Esa frase sólo sirve a la partidocracia que domina nuestra sacrosanta democracia. La frase en la que estaban pensando de verdad era «un ignorante, un voto» porque fabricar ignorantes que alimenten mi sistema es muy fácil. Ya lo dije: buena dosis de fútbol los domingos, gran hermano en la tele, telenovelas, el 1,2,3 y ya tenemos montada la maquinaria que mueve todo. Así de simple. Y cada 4 años el show de la democracia virtual: vayamos a depositar nuestro voto, porque nosotros el pueblo, elegimos (juas, juas espera que me parto de la risa)

Estoy convencido que la única solución es la de la cualificación, y sobre todo la de los que eligen. Sólo hay que dar la oportunidad a todo aquel que quiera cualificarse. Y esa cualificación, inevitablemente, llevaría a la cualificación de los elegidos. No es tan difícil.

Saludos

Responder
Amalio A. Rey 10/03/2009 - 10:39

jelopez:

No entiendo porque no entiendes (valga la redundancia) que mi voto valga igual que el tuyo, e incluso que el de un apatico irreverente.

Creo que es lo único sencillo y transparente en todo este circo: cada persona que vota suma uno. Eso nadie lo puede manipular. Así que la solución no es cambiar eso.

Pensar en un sofisticado «sistema de reputación» al más puro estilo 2.0, que pondere el voto, suena desafiante, incluso innovador, pero lo único que haría es introducir injusticia y más complejidad en las elecciones. No me niego del todo a pensar más en torno a ello, porque por principio estoy abierto a todos los puntos de vista, pero me chirrea, me chirrea.

El voto es un derecho, estés informado o no. Incluso los desinformados tienen derecho a elegir a sus dirigentes porque viven en este mundo, los disfrutan y los sufren.

Otra cosa muy distinta es que los «militantes» que mejor se informan y más claras tienen las ideas busquen espacios de conversación y sepan persuadir a los demas de cuál puede ser la opción mas correcta, pero al final: una persona, un voto.

El desafio no esta en crear una «aristocracia informada con derecho a voto premium», porque eso me suena a rancio, y muy poco a la inteligencia colectiva que yo defiendo, sino en movilizar a la gente inquieta y que se informa, para que se haga más visible y tenga influencia en la opinion-voto de los que tu llamas «ignorantes», y que me parece una palabreja bastante desafortunada (en todo caso, son personas «desmotivadas»).

La clave está precisamente en buscar espacios alternativos y más genuinos (que los periodicos y la Media tan manipulada por intereses espurios) para movilizar la inquietud «política» DESDE ABAJO.

El tema es complejo, sin lugar a dudas. Caben muchos puntos de vista, pero creo que usar adjetivos injustos, o proponer soluciones con un sesgo elistista, lo único que hace es agravar el problema. En tiempos revueltos, la calma ayuda a pensar.

Amalio

Responder
jelopez 10/03/2009 - 22:14

Amalio,

Me gusta esta discusión. Está siendo muy enriquecedor para mí. Aprovechemos este espacio de Julen para enriquecer el debate…
Te comento:

Unas elecciones estilo 2.0 (ojo que yo no estoy sugiriendo eso), ciertamente introduce complejidad. Pero ¿no piensas que valdría la pena la complejidad? ¿Acaso no es lícito complejidad a cambio de calidad? ¿Es que la actual aritmética parlamentaria no es ya de por sí algo compleja y está sin embargo aceptada? En mi opinión, el argumento de crear «algo complejo = algo no válido» no se sotiene. La sociedad de hoy tiene aspectos complejos, que están asumidos y que funcionan perfectamente.

Creo que la clave de tu argumentación es el concepto de derecho al voto. Asumes que por el hecho de ser un individuo mayor de 18 años tienes derecho al voto. Y ahí es donde empieza el desacuerdo. Asumes que el derecho a elegir a un gobernante es innato con la persona. En mi opinión las personas tienen derecho a elegir el color de su ropa, el de las paredes de su casa o sacarina/azúcar para el café. Son cosas que afectan al derecho individual y el impacto se circunscribe, prácticamente, al propio individuo. Sin embargo, la elección de un gobernante afecta a toda la comunidad y por tanto el ejercicio de mi supuesto derecho al voto afecta a los demás. La gobernación de una sociedad es lo suficientemente compleja como para que esa elección haya que exigir que sea cuidadosa y no dejerla a merced de una simple suma. El futuro de toda la sociedad va en ello.

Permíteme un ejemplo estúpido: mi camisa la elijo yo, pero cuando me voy a comprar un coche… hmmm es una elección de mucho impacto, un bien duradero, costoso… ¿Acaso no solicito un consejo de un técnico, de alguien de confianza, me informo en revistas, etc, etc? ¿O me fío de lo que el vendedor me diga? (sustituye coche por gobernante y vendedor por mitin/propaganda electoral y ya lo tienes)

La cuestión es que no sabemos elegir, porque no tenemos capacidad para ello. Es duro reconocerlo pero es así. Por eso mi tesis gira alrededor de la idea de que el derecho al voto no nace con la persona, sino que todas las personas tienen derecho a adquirirlo mediante una cualificación (y no pensemos sólo en una cualificación técnica o de méritos, esto daría para otro debate y me quiero centrar en el concepto de base). En definitiva: el derecho al voto debes ganártelo. Y debes tener, eso sí, derecho a querer cualificarte por tenerlo. Abstrae tus reticencias por el asunto de la complejidad, y desde luego sería un método justo. De hecho es (podría ser) bastante equivalente a tu idea de «inquietud política DESDE ABAJO».

Y sí, sería desde luego un método elitista (¿qué hay de malo en ello?). Pero la clave es que permites que todo el mundo lo sea, tú eliges cualifarte y jugar o dejar que sean otros los que lo hagan. ¿No son el ejercicio de la medicina, la ingeniería, la abogacía, la fontanería, la carpintería… elitistas? Evidentemente que lo son: sólo los cualificados para ello pueden ejercerla. Y yo no puedo. Pero tuve la oportunidad de haber intentado entrar en esa élite. Decidí no ejercer mi derecho a cualificarme para pertenecer a esa élite particular.

¿Es justo que la suma de desinformados/manipulados (y aquí también habría para otro debate, enlazándolo con tu concepto de mass media, pero quiero ir al grano) impacte en toda la sociedad? ¿No piensas que el destino delegado a una suma simple es injusto? Porque claro, (permíteme abusar un poco de algún concepto matemático) si como en la estadística suponemos que el promedio de un número de valores suficientemente grande converge en el valor verdadero, cometemos un error: eso sólo es válido para valores sin sesgo.

Sigamos dándo vueltas al concepto…

Un saludo

Responder
Verde 11/03/2009 - 14:23

Jelopez,

Creo que están bien las argumentaciones, sobre todo en esa búsqueda de métodos complejos, para que el sistema funcione algo mejor de lo que funciona. Ahora el tema de cualificar a las personas que eligen creo que habría que matizarlo muchísimo, porque estoy totalmente de acuerdo con Amalio, el gobierno y lo público compete a toda la ciudadanía y creo que todo el mundo tiene derecho y debe elegir. Pensar que tengo derecho a elegir el color de una camisa o mi coche-este producto que en mi opinión es un bien que por su impacto medioambiental en el planeta, no debería ser de libre elección-, pero que no tengo derecho a elegir quien gobierna en el lugar que vivo y legisla cómo debo comportarme, mis deberes y mis derechos, me deja que no sé qué pensar.

Además, tendríamos que recordar que el derecho a voto no es y no ha sido universal hasta ahora. Restricciones han existido y existen. La lucha ha consistido y sigue consistiendo en el logro de que exista un sistema que no discrimine por el poder adquisitivo, el sexo, el estatus, y que estas condiciones no te den o te quiten ese derecho. De hecho hoy en día tener 18 años no te da el derecho a voto. Si no sólo hay que ver las miles de personas de esa edad y de origen extranjero que ya residen aquí hace años y no pueden ejercer ese derecho. Sin embargo, miles de personas con nacionalidad española que ya no viven aquí hace muchos años, pueden decidir quiénes deben gobernar y legislar el territorio donde yo me ubico. Me parece en principio bastante injusto e inoperante.

En fin, mi pregunta es ¿en qué consistiría esa cualificación? A ver si me aclaro.

Responder
jelopez 11/03/2009 - 23:36

Verde:

Yo no digo que no puedas ejercer la elección. Digo que debes cualificarte para poder ejercerla. De la misma manera que no digo que no puedas ejercer la medicina, sino que debes cualificarte para ejercerla. Tú eliges si quieres optar por la cualificación.

Pero bien, si estamos de acuerdo en el principio de base (la necesaria cualificación para poder elegir y la anulación del principio de simple suma = gobernante) podemos abrir un interesante debate sobre en qué consiste esa cualificación. Lancemos ideas a modo de brainstorming…

¿Cuáles son las tareas de un gobierno? Hagamos la primera simplificación: asumimos que la estructura actual ministerial puede ser un modo válido para articular una gobernación. Así tendríamos, pongamos por ejemplo (simplifico por decir sólo 3) el ministerio de sanidad, el de economía y hacienda y el de exteriores. ¿Quien se presenta a las elecciones? El PSOE, el PP, el XXX, el YYYY…

Primer paso:
Vamos a ver, si tengo que elegir quien gestiona la sanidad, la economía y la política exterior debo conocer las personas que se van a encargar de ello en cada uno de los partidos que se presentan a esas elecciones. ¿Les evalúo su currículum y experiencia en esos temas? Pues hombre parece bastante evidente que deba ser así, al igual que si tienes un problema de corazón quieres que te opere un cirujano cardiovascular y no un traumatólogo ¿no?.
Y (esto es un concepto clave) ¿cómo sé que capacitaciones deben tener los potenciales ministros? ahhh, es complejo eh? Es que ocurre que elegir correctamente no es fácil, y claro como desde que tenía 18 años me dieron ese derecho sin saber muy bien por qué ahora resulta que me estoy dando cuenta de que no soy capaz de manejarlo de forma coherente… ufff vaya responsabilidad. Sigamos …

Segundo paso:
Para conocer las capacitaciones requeridas para el ministro de economía (o el ministro de X), debo conocer qué tareas y problemas debe resolver la economía. Luego entonces debo conocer la situación económica actual el país, conocer un mínimo de historia económica, el entorno económico mundial, etc… (simplifico). Por tanto se me debe exigir concer eso. Si no tengo ese mínimo conocimiento, mal podré saber si el currículum de el ministro X se adecúa a las tareas a desempeñar.

Tercer paso:
¿Y qué ministro de qué partido X elijo? Pues hombre parece bastante evidente que tendré que elgir entre aquellos que tengan las capacitaciones adecuadas que se analizaron en el primer paso que permitirán resolver los problemas analizados en el segundo paso. De entre todos ellos, me daré cuenta que sólo son elegibles los del partido X, Y y Z.
Pues bien, ahora debo conocer las propuestas (programa electoral) de X, Y y Z

Cuarto paso:
(simplifico aquí todo lo relacionado con ideología, valores… habría todo un nuevo debate al respecto)
Según mis convicciones elegiré la propuesta más óptima para aplicar a los problemas analizados en el segundo paso.

Quinto paso: emito mi voto

Esto podría ser una primera aproximación simplificada al problema. Puede haber cientos de ellas, unas con unos mínimos de conocimiento, otras con otros. Pero en cualquier caso, tengo claro que sólo la cualificación permite una elección responsable. Así de simple.

Yendo a tu pregunta concreta sobre la cualificación, en mi opinión habría muchas maneras de averiguar si tú tienes esos conocimientos mínimos en economía, en sanidad… Yo que sé: tests, por internet, por la TDT, haciendo un examen,… complícalo todo lo que quieras, aplica la seguridad necesaria, lo que te de la gana, el canal que quieras. Sólo debes garantizar una cosa: el acceso a todas las personas.

Permíteme el abuso del lenguaje, pero sería cómo «hacer una oposición para poder votar»

Y en todo esto hay una gran simplificación que habría también que abordar: ¿cómo sé que el ministro X posee los valores, la catadura moral (llámalo X) para desempeñar su función?
Y todavía más: ¿cómo sabe este sistema que nos acabamos de inventar que tú o yo, que sí que estamos cualificados en los términos que he comentado arriba, que tenemos la catadura moral adecuada para ejercer la elección?

Desafiante ¿no? ¿Quizá demasiado? ¿Sigues pensando que es mejor dejarlo en la simplificación de una suma?

No. No nos rindamos… el futuro va en ello

¿Ideas?

Saludos

Responder
Amalio A. Rey 12/03/2009 - 10:13

Vaya, este debate me gusta mucho…

Con perdón de Julen, pero me voy a enrollar a riesgo de extenderme un poco. He pensado incluso en responder desde mi blog, para no “abusar” de la invitación de Julen, pero lo justo y correcto es continuar el debate aquí mismo, donde se ha generado.

Jelopez, permíteme reinterpretar tu propuesta, y ya me dirás si te he comprendido bien. Tu interesante sugerencia me atrevería a traducirla en dos posibles modelos de “innovación electoral” que llamaré Opción-A y Opción-B.

Opción-A (“Voto autorizado”) = “El voto no es un derecho, sino un premio que hay que ganarse una vez que se demuestra de algún modo que uno está cualificado para hacerlo”

Opción-B (“Voto ponderado”) = Admitimos que el voto es un derecho pero todos los votos NO valen igual, es decir, el voto será ponderado en función de tu cualificación para votar”.

No sé si he conseguido resumir bien las dos opciones que intuyo contiene tu estupenda reflexión, Jelopez. Ambos tipos de innovaciones son bastante diferentes, e incluso, excluyentes entre sí. Además, estamos hablando de innovaciones “radicales” porque transformarían las bases esenciales de lo que entendemos por democracia y voto democrático.

Que sea una innovación radical me parece bien. Me gustan y no me asustan. Muchos de los problemas que tenemos necesitan ese tipo de terapia, y supongo que la Política lo pide a gritos porque funciona de puta pena.

Así que rescato entusiasta tu desafío de repensar las cosas y no dar por hecho nada. Cambiemos lo que haya que cambiar. Convirtamos en variable lo que parece constante pero a cambio de que si, una vez que hemos hecho el ejercicio creativo y nos hemos estrujado las neuronas a tope, comprobamos que “por ahora” no es posible una u otra innovación, admitamos que la solución actual es “la menos mala” en las actuales circunstancias, y seamos más humildes al criticar.

Lo que quiero decir es que a mí el QUE no me vale sin el COMO. Me suele incomodar la gente que se queda en la queja, en el pataleo, pero no aporta soluciones viables (¡¡no es tu caso, porque aquí te vemos re-pensando en red!!). Esto en política pasa mucho.
Pienso, por principio, que no debo repudiar algo si no ofrezco alternativas. Y si no hay alternativas, entonces aunque no me guste lo que hay, mi deber es seguir pensando pero en silencio, y con respeto.

Así que, amigo, es muy buena noticia que nos centremos en el CÓMO. Tú has planteado el QUÉ, y es un buen primer paso como ejercicio creativo, pero mucho me temo que “el pollo del arroz con pollo” está en el CÓMO. Ya tú has empezado a hacerlo, discutiendo como afrontar esa “cualificación”, pero yo te diré lo que pienso al respecto.
Volviendo a las dos opciones anteriores, me voy a mojar.

En relación a la primera, que he llamado “Voto autorizado” (por cierto, no me gusta el adjetivo, creo que no es preciso), reconozco que me chirrea por principio el concepto de “ganarte el derecho a votar”.

Como “Verde” ha comentado antes aquí, tanto ha costado lo del “voto universal”, que ahora plantearse un sistema que deje gente fuera, sin derecho a votar, me parece un paso hacia atrás. Lo mismo estoy siendo víctima en mi reflexión de los limites mentales que marca cierto paradigma de pensamiento. Ahora mismo estoy dispuesto a replanteármelo todo, pero de momento me chirrea el concepto, porque tiene cierto tufillo reaccionario.

¿Cómo “autorizas” a alguien a que vote? Digo “autorizar” con mucha mala leche porque al final estos procedimientos se convierten en eso. ¿Pones un examen? ¿Creas una comisión que de el OK a los candidatos para votar? ¿Y quien crea la Comisión? Jjjj… ¿una mesa electoral compuesta por representantes de los partidos políticos? Noooo… más líos de los que ya hay.

El mismo modelo que propones de cualificación, en el que identificas muy bien las “tareas” que debería acometer una persona responsable antes de votar, es casi imposible de traducir a un procedimiento operativo que llegue a todos en “igualdad de oportunidades”.

Fíjate, es esencial la idea de la “igualdad de oportunidades”. Ahora sí que está garantizada por el Derecho Universal, pero por el procedimiento “elitista”, me temo que no. ¿Una persona con baja cualificación, que NO se ha formado por las razones que sean (y muchas veces no por su culpa) va a estar tan preparada para asumir esas tareas que una que sí? ¿Dar entrada solo a votantes “cualificados” no puede introducir un sesgo peligroso en la tendencia al voto? ¿y por qué pensar que una persona no formada o cualificada carece de, por lo menos, una “sensibilidad” para querer elegir un candidato u otro?

Este debate admite muchas lecturas, pero en el fondo lo que me gusta es que estamos hablando de INNOVACIÓN y ¡¡también de “lo 2.0”!!. Es la crítica más repetida a los que defendemos la “inteligencia colectiva”. Nos acusan de promover el populismo y la mediocridad, y pienso que esa crítica tiene puntos de conexión con la alternativa electoral que propone jelopez.

En cuanto a la segunda opción, más de lo mismo. ¿Cómo ponderas el voto? ¿Qué criterios sigues para dar más crédito a un voto sobre otro? ¿Quién define esos criterios? ¿Cómo te aseguras que esos criterios no introducen un sesgo ideológico o cultural en los resultados?

Por eso yo rescataba la idea de la simplicidad. Sé que vivimos en un mundo complejo, pero eso no significa que la solución también tenga que ser compleja. La que es compleja es la REFLEXIÓN, el ANÁLISIS, pero la solución que salga de ese análisis ha de ser lo más sencilla posible para que funcione.

Estamos de acuerdo, lo complejo no conduce necesariamente a lo imposible, pero aumenta las probabilidades de que la solución no funcione.
Hace mucho tiempo aprendí que “los QUE” bonitos sin un COMO que los haga viables pueden ser hasta dañinos porque te vuelven hipercrítico y destructivamente inconformista.

De esto creo saber bastante porque viví un sistema que llaman “comunismo”, que sonaba estupendo en sus objetivos y conceptualización (el QUE), pero llevarlo a la práctica (el COMO) era tan complejo y contradictorio que al final el remedio (¡¡y lo bien intencionado que parecía!!) termino siendo peor que la enfermedad.

En mi tierra tenemos un refrán que resume ese problema de un modo muy gráfico: “el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

Está bien plantearse retos ante algo que no nos gusta, y tenemos que seguir pensando, pero hay que matizar muchísimo, y no dejar nunca de ser realistas. Los sueños bonitos para que sean constructivos necesitan del cómo. Si no hay un cómo, entonces los dejamos como sueños pero no los defendamos como una verdad absoluta.

Antes de terminar, tengo que pedir dos disculpas: 1) La extensión de este mensaje (¡¡perdón, Julen porque he abusado de tu hospitalidad!!!), 2) El cierto tonillo de “coitus interruptus” que pueda tener esta reflexión en el sentido que parezca que coarto la creatividad. Lo primero es verdad, pero lo segundo no.

Una cosa es ser “creativos” y otra “innovadores”. Siempre he preferido a los innovadores, los que quizás no han generado los “qué” pero se han roto los sesos encontrando el “cómo”. Asi que sigamos pensando, compañeros!!!

Responder
Verde 12/03/2009 - 17:50

@jelopez, @amalio,

Parece que el tema nos da de sí. La verdad es que lo que propone jelopez, es comprensible porque efectivamente el elegir gobernantes es un acto de máxima responsabilidad y de un impacto en nuestra vida cotidiana importante. Y cómo no recurrir al tema de cualificarse para ello. Sin embargo, esto es algo a lo que apelamos constantemente en situaciones de difícil solución. Por ejemplo, cuántas veces me he planteado eso de la cualificación… en otro tema esencial para la humanidad, la reproducción y para la que no se necesita tampoco cualificación. ¿Quién no ha pensado ante temas sangrantes de irresponsabilidad paternal lo de se debería de tener un carnet para ser padre o madre?…y sin embargo, todo el mundo tiene derecho y nadie lo discute. Y en estas discusiones, se me dice algo que también puede aplicarse al caso que jelopez nos plantea, y es que peco de ingenuidad y de idealismo por pensar que la cualificación lo puede arreglar casi todo. Y en parte, tal vez debería admitir que el pasar por centros educativos y cualificarse mínimamente ha demostrado ser insuficiente para muchísimas cosas. De hecho ¿ no está obligada la mayoría de la población a pasar al menos 10 años de su vida en la escuela?…y… ¿cuánto se le dedica en la escuela a saber elegir candidaturas y a tener criterios para esa elección?

Pero bueno, sin desánimo, voy a seguir con el ejercicio propuesto por jelopez,todas las personas deben formarse para votar. Y voy a pensar en el CÓMO que dice Amalio. Este es un tema tan prioritario, que no se debería esperar a que las personas acudiesen a formarse. Hacer pensar sobre un sistema ideal de gobernanza y saber elegir gobernantes debería ser una obligación de todas las personas y por lo tanto, la formación debería darse casa por casa a todas las personas que viviesen ahí y que tengan derecho a votar. Como aquello de AVON llama a tu puerta…ahora el LA RESPONSABILIDAD del voto también. Además, quien debería de formar, está fácil la respuesta…¡quien tenga vocación de gobernar sin duda!. Uuff eso si que iba a ser un buen feedback… no sé quién iba a formar a quién….

Bueno, ya hemos formado a todo el mundo como nos propone jelopez, supongamos que tenemos una población altamente cualificada para votar, ¿el problema no estaría en el otro lado?, como el mismo dice en la primera fase de esa elección responsable :» ¿Quien se presenta a las elecciones? El PSOE, el PP, el XXX, el YYYY…» Desde luego, el conocimiento en sanidad o en economía, de momento que yo sepa, no te lo da el tener un carnet de un partido u otro. Sin embargo, ahora mismo ese carnet te da la posibilidad de decidir sobre la sanidad de millones de personas.
Y entonces como jelopez nos comentó al principio, nos damos cuenta que no tenemos a quién votar. ¿No será más fácil, pedir una cualificación exquisita para gobernantes? ¿no es más sencillo cualificar a la minoría que decide sobre el destino de millones de vidas? ¡ ¿cómo podemos seguir manteniendo esto?!

Responder
jelopez 13/03/2009 - 00:07

@Amalio @Verde

Os he de confesar, que cada vez me cuesta más desarrollar las ideas y escribir los posts… será que estoy/estamos de verdad reflexionando. Y pese al esfuerzo, os garantizo que estaré, en su debido momento, dispuesto a admitir que me rindo y que el sistema actual es «el menos malo». Pero por el momento, me resisto y sigo plantando batalla… Vamos allá, a ver si damos un pasito más entre todos…

Más que un voto autorizado (suena un poco raro) se trata de una autorización a votar. Llámale «permiso de votar», al igual que existe el «permiso de conducir».
Es decir que lo que digo es que tienes permiso para votar porque has demostrado una cualificación (el QUE) -y estamos dándole vueltas al COMO. Y efectivamente debes ganártelo. ¿Por qué es un paso hacia atrás? Sé que es difícil de asumir, a mí también me cuesta: el peso de la historia está ahí, no podemos dejar de pensar la injusticia que era que las mujeres o los negros no pudiesen votar… parece, cómo bien dices, dar un paso hacia atrás. Pero la radical diferencia, y que precisamente hace mucho más justo a este sistema «neodemocrático» que estamos queriendo inventar, es que eres tú quien decide no querer votar. Nadie te lo impide, eres tú el que no quiere.
Déjame seguir con los ejemplos… ¿Por qué me tengo que escandalizar de que yo no pueda votar y no me escandalizo de que yo no pueda ejercer de mecánico? ¿o de médico? Cáramba, pues porque no debo. Sería una irresponsabilidad confiar tu coche o tu salud en mis manos. ¿Tú te imaginas una sociedad dónde todos podamos ejercer la medicina? ¿o la justicia? ¿o la mecánica? Pues resulta que es exactamente eso lo que tenemos en nuestra democracia: en términos electorales todos somos médicos, economistas y abogados. Una aberración en mi opinión.

Respecto a la opción de voto ponderado, efectivamente puede ser un refinamiento de la autorización a votar (no te molestes con mis ejemplos de barra de bar… pero efectivamente tienes permisos de conducir de coche, de moto, de autobús). Ese concepto tan simple puede extenderse a la autorización a votar. Pero por el momento podríamos aparcarlo, para intentar centrar ideas en el debate. Propongo pues quedarnos, por el momento, en la autorización a votar (que es el QUE) e intentemos el desarrollo del COMO

Una cualificación «técnica» (por llamarlo de alguna manera) no tiene porque tener un sesgo ideológico o cultural. Un ejemplo (otro) tonto: ¿Acaso un ingeniero con unos estudios cumlaude es de derechas porque su formación tiene sesgo en esa orientación? ¿Los médicos son sólo de izquierdas? ¿Los mecánicos de derechas? Un economista de cumlaude no tiene porque ser más de derechas o de izquierdas que un economista de sólo notable. O al revés. Quiero decir con esto que la cualificación puede independizarse del sesgo ideológico. ¿Podemos asumir que nuestros planes de estudios carecen de sesgo ideológico? (bien, ya sé que podríamos hablar de colegios católicos, de universidades progresistas y de educación para la ciudadanía). En aras de intentar avanzar y no perdernos en detalles… ¿Podemos asumir pues, que en promedio, la educación en general es lo suficientemente aséptica en cuestiones políticas? Intentemos avanzar y digamos que sí. Y si la educación no es insesgada, creo que podría diseñarse un sistema de cualificación insesgado (no sé… pon si quieres a un comité de 5 tíos de izquierdas y 5 de derechas, por simplificar; o diseña un temario de «oposición para obtener a autorización para votar» en el que 5 párrafos sean escritos por la izquierda y 5 párrafos por la derecha; podríamos seguir así hasta el infinito…) En definitiva, vayamos a lo que interesa ¿asumimos que los requerimientos «técnicos» para la cualificación pueden ser insesgados? creo que con un cierto grado de precisión podríamos asumir que sí. Recordad que estamos, por el momento, en el aspecto de cualificación «técnica» (y por tanto yo creo que el examen de autorización para votar, al igual que el de conducir, puede ser bastante apolítico ¿no?).

Verde, efectivamente es «más fácil» exigir una cualifiación exquisita en el otro lado, en el de los gobernantes. Yo llevo pensando en esto mucho tiempo, y al principio también pensaba así, que los cualificados deben ser los gobernantes. Pero ¿sabes cuál es el problema? Que sólo exigiéndote a tí mismo tendrás la autoridad moral y la cpacidad para exigir a los demás. Por eso creo que, pese a que es mucho más difícil, el proceso debe empezar justo al revés: exige un voto cualficado, de personas implicadas y exigentes, de sabios si quieres. Y de forma inmediata, al otro lado, ocurrirá lo mismo y de una forma natural los gobernantes serán personas sabias, implicadas y cualificadas.

Por centrar temas:

A. ¿Seguimos ahondando en el COMO?

B. ¿O damos por sentado este borrador pre-pre-pre-preliminar de bases y nos atrevemos a dar pinceladas sobre el verdadero meollo de la cuestión: los valores? ¿cómo puedo elegir a alguien con valores de honradez, justicia, ética…? ¿deberé primero yo disponer de esos valores para al menos tener autoridad moral para poder decir quién los tiene y quién no?
Digo lo de pasar a la fase B porque quizá ahí encontremos algo insalvable en esta «neodemocracia». Si no, si llegamos a algo más o menos viable, podremos más adelante volver a iterar más en la cuestión A e ir perfeccionándola…

¿Qué os parece?

Saludos

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Amalio A. Rey 13/03/2009 - 09:20

Bueno, por añadir algunos comentarios mas a este debate:

1) Definitivamente no me gusta el concepto de «permiso para votar». Pienso que no existe ningún CÓMO que lo implemente con justicia, y que terminaría siendo un sistema excluyente, y que introduciría un sesgo (llámese ideológico, cultural, técnico, sociológico, etc.) bastante discutible. Por otra parte, esto de los «permisos» no lo trago bien, desde la palabra misma.

2) No equipararía un oficio como el de «mecánico» con un derecho como el de un «ciudadano». Sé que con ello quieres decir que para ejercer cualquiera de las dos funciones se necesita una cualificación, y como mensaje está bien. Pero, insisto, mi «derecho» a ser mecanico no existe, es una competencia añadida que tengo que ganarme. Sin embargo, mi derecho a votar nace por mi propia existencia en sociedad, por vivir y convivir, esté mas o menos cualificado.

3) Por cierto, no entiendo bien a qué te refieres, jelopez, cuando dices que «la radical diferencia, y que precisamente hace mucho más justo a este sistema “neodemocrático” que estamos queriendo inventar, es que eres tú quien decide no querer votar. Nadie te lo impide, eres tú el que no quiere». No veo donde esta diferencia respecto de lo que hacemos hoy. Si no deseo votar, no lo hago. Menos mal que nuestra ley electoral no comtempla castigos ni multas para los que no votan como en otros paises. Eso es lo que existe ahora. En realidad, la «radical diferencia» del «permiso para votar» es que, como ocurre con el permiso de conducción, si no pasas una prueba (que ambos sabemos es muchisimo mas compleja y discutible que la de demostrar que sabes conducir) ¡¡quedas sin derecho a votar!! ¡¡pierdes un derecho!! Esa diferencia no me gusta, la verdad.

4) En todo caso, pienso que estas opiniones tienen todas un denominador comun, y no son tan divergentes como parecen. En realidad, lo que echamos en falta es mas responsabilidad del elector. Por eso estoy a favor del «voto instruido», y es ahi donde se puede innovar mas, en CÓMO sensibilizar a la gente para que se prepare mejor y se informe «responsablemente» antes de votar. Ahi se puede innovar muchísimo. Incluso podíamos ponernos todos de acuerdo en algun «check-list social», un minimo de tareas que debería acometer cualquier ciudadano para conseguir un «voto instruido» o mejor, un «VOTO RESPONSABLE». Se trataría de una especie de «código deontologico del buen votante». Por ahí, a mi juicio, van los tiros.

Pero como veis, menos «permisos» y mas «educación». Que la gente haga las cosas por voluntariedad me parece mucho mas edificante. Y que estos debates ayuden a crear «metodologia» para facilitar ese aprendizaje, me parece fabuloso.

Por cierto, os invito a que entreis a la WIKIPEDIA, y reviseis el concepto de «ciudadano». Creo que da pistas para seguir pensando: http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudadano.

Nos recuerda que ser «ciudadano» implica derechos y deberes, algo que contextualiza bastante este debate. Por mucho que uno crea que entiende a fondo el concepto, no viene mal revisar de nuevo el diccionario.

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Verde 13/03/2009 - 11:36

@Amalio, estoy de acuerdo contigo, creo que has dado en el clavo cuando retomas el concepto de ciudadanía:

«El derecho y la disposición de participar en una comunidad, a través de la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo de optimizar el bienestar público.»

Precisamente estaba a punto de contestar casi lo mismo que planteas en tu 2º punto a @jelopez en este sentido: creo que no es comparable y no es una buena metáfora el decir que cuando votamos es como que «todos somos médicos, economistas y abogados». Cuando voto, lo que tengo claro es que quiero un acceso universal a la salud, y para ello, no me convierto en médico, y de hecho, no creo que sea necesario. Estoy hablando de qué quiero que esa ciudad provea a todas las personas que allí se encuentren. No creo que tenga que convertirme en juez para exigir justicia, y así podríamos pensar en muchos más ejemplos.

Con tu 3º también estoy de acuerdo. Creo que precisamente el no votar sin argumentaciones, por simple pasotismo, demuestra la poca cultura democrática y participativa que tenemos. De hecho, sólo hay que ver otros ejemplos europeos en los que la votación, la participación, la exigencia hacia las entidades públicas, es pan de cada día.

Y en el 4º también estás en lo cierto, realmente estamos planteando cómo mejorar lo que tenemos. Creo que efectivamente se necesita un VOTO RESPONSABLE E INSTRUIDO. Pero como ya comentaba antes, creo que efectivamente, el gobierno para tomar decisiones en sanidad -por poner un ejemplo- debe garantizar muchos elementos: conocimiento puntero, honradez, transparencia, neutralidad hacia intereses personales, partidistas, etc…

Y estoy de acuerdo con jelopez en que si exijo, me tengo que auto exigir todo ello también, por eso tal vez podemos pensar en ese “código deontológico del buen votante” que propone Amalio, o código del buen ciudadano.

Aunque, hay nos vamos a topar con el concepto de lo público y en qué consiste el tan manido bienestar. ¿no?

Responder
jelopez 14/03/2009 - 00:39

Muy acertado Amalio,… la verdad que haces temblar por momentos mi planteamiento. Pero… no sé, me resisto, hay algo todavía que no me encaja.
Suena vuestra tesis muy sana, no sé como expresarlo… como muy «de justicia».
La idea de VOTO RESPONSABLE suena muy bien, a música celestial. Pero ¿no es eso es lo que ya tenemos hoy? ¿No tenemos, se supone, ya un voto responsable?

Sin embargo, creo entenderte entre líneas que partes de una premisa clave que, a mi juicio, es falsa. Y es que supones «que todo el mundo desea instruirse y ser responsable con su voto». ¿Qué ocurre con aquellos que no quieren? ¿No piensas entonces que debes excluir a aquellos que no desean instruirse?
La cuestión importantes es pues el concepto de exclusión, y eso choca con la idea inclusiva que tiene la palabra ciudadanía.

Voy a ver si puedo «arrinconarte»: en un grupo social en el que hay unas normas (vamos a suponer que existen porque sí, por no enredar el debate y discutir sobre quien las pone y demás) ¿cómo apartas del grupo al que no las cumple? ¿vas a permitir su «convivencia» sin que las cumpla? Entonces ¿para qué hay normas? Si no existen mecanismos premio/castigo no incentivas el cumplimiento de las mismas. Luego si el objetivo debe ser el del VOTO INSTRUIDO ¿quieres excluir al que no desea estar instruido? ¿O le permites seguir participando del derecho? No es coherente ¿no? En mi opinión no. A no ser que consideres que el elegir la gobernanza no tiene la suficiente responsabilidad como para que la elección deba ser instruida. Si esa es tu consideración, tu tesis es válida: simplemente fomentas la instrucción del votante, mediante un código deontológico o lo que quieras, pero no estableces ningún mecanismo que garantice que efectivamente la instrucción la haya realizado el individuo. En definitiva, llegaríamos a la conclusión que dejar la instrucción a elección del individuo es irresponsable dada la importancia de la elección de la gobernanza.

Creo que al final, por la propia naturaleza humana, sólo los mecanismos de premio/castigo (llámalo incentivación/desincentivación o como quieras) son los que operan de forma efectiva, al menos en términos estadísticos. Eso hace que la sociedad funcione y que la mayoría de las personas estén lo suficientemente desincentivados para robar o matar o violar o… y así mantener todo bajo control, podríamos decir que de una forma inclusiva, pacífica y responsable… de una forma «ciudadana» en definitiva.

Por supuesto que la información, la educación, la transmisión de valores, etc, etc pueden modular la estadística de, por ejemplo, cuantos individuos ladrones/asesinos/violadores hay en un grupo social. No lo niego. Y mucho se puede hacer para reducir el número de individuos no desables en el grupo. Pero sabemos que al final deberá existir un castigo/desincentivación para quien no cumpla las normas. ¿Cómo castigas/desincentivas al no instruido? (ojo que como ya he dicho en otras ocasiones lo que sí debes hacer es dar la oportunidad de instrucción a todo el mundo)

Así pues resumiendo mi tesis es:
La gobernanza es un asunto trascendente y complejo para el grupo y debe ser elegida con esmero. Ello requiere de un VOTO INSTRUIDO y por tanto existe la norma en el grupo de una necesaria instrucción para ejercer el derecho de elegir la gobernanza. Debe garantizarse que la instrucción existe efectivamente en el individuo porque no puede presuponerse la voluntariedad para todos los miembros del grupo. Si un individuo no se somete a esa norma, y debe ser apartado del derecho de elegir la gobernanza. Si no se aparta, sería un acto de irresponsabilidad.

¿Os encaja esto?

Por cierto, es una lástima que todo esto se haya quedado en una conversación a tres bandas. ¿Conocéis otro(s) foro(s) donde debatir y enriquecer estas ideas? ¿Es la casa de Julen el sitio adecuado para seguir debatiendo?

Responder
Julen 14/03/2009 - 05:11

@jelopez, @Verde, @Amalio, impresionante vuestra conversación. Por mi parte, prometo dedicarle un post completo. Quizá podáis utilizar Politika 2.0
Blog: http://politika20.nireblog.com
Wiki: http://politika20.wikispaces.com/
Grupo Google: http://groups.google.com/group/politika20

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