puzzleEn la Jornada sobre Democracia Económica los indianos hablaron alto y claro sobre la segregación como derecho básico dentro de un grupo cooperativo. Es algo de lo que he escrito alguna vez en este blog. Mi modelo favorito de crecimiento empresarial es por «desagregación». El concepto de fondo creo que es mismo. Según la RAE segregar y desagregar comparten definición: «Separar o apartar algo de otra u otras cosas». Sin embargo «segregar» también recibe una acepción negativa, que no se asigna a «desagregar». Esta es: «Separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales». Por aquí puede venir una parte del problema con este término.

Segregarse supone un gran peligro si la atalaya de observación es la empresa como proyecto colectivo magnificado. Muchas veces he sentido en el cooperativismo de Mondragón que salir de una empresa es «traicionarla». Salir de un proyecto se percibe en demasiadas ocasiones como un atentado a los valores colectivos de solidaridad e interdependencia. Es mi percepción personal. Claro que puede no ser compartida, faltaría más.

Sin embargo, creo que el derecho a la segregación es fundamental en la concepción moderna de la no-empresa. Lo siento, no acierto con otra palabra. Esta no-empresa se basa en la apuesta decidida por el emprendizaje radical. Una actitud que en su esencia se diluye cuando el proyecto inicial crece en dimensión. No quiere decir esto que no hagan falta proyectos colectivos amplios sino que las aptitudes que se requieren para ellos son de otra índole. No se necesita emprendizaje sino gestión contenida. Y eso es otra historia.

¿Por qué apostar por la segregación y no por continuar un proyecto colectivo que crece como nodo individual y único? Bueno, en realidad llegamos a una paradoja. El proyecto colectivo disperso en unidades altamente conectadas crece por desagregación. Así de simple. Es la expresión empresarial del individualismo en red que nos han explicado Barry Wellman o Manuel Castells.

Una sociedad donde los costes de transacción tienden a cero puede permitirse la segregación como fórmula básica de crecimiento. Y para aprovechar la potencia de una red distribuida no cabe sino diluir un centro que ralentiza y aburre con su discurso de identidad común, objetivo compartido, misión, visión y valores.

Mañana jueves tengo reunión en el Foro Hobest. Alberto Etxeandia ha compartido un documento sobre el deseo y la colectividad (preguntaré para compartirlo por aquí). Esta es mi contribución: explotar la fuerza de la paradoja, repensar lo colectivo desde el derecho a la segregación.

La foto es de miss blackbutterfly en Flickr.

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6 comentarios

Germán 25/03/2009 - 09:24

Pero los centros habitualmente no se suelen dejar diluir, tienden a crear justificaciones de su existencia, avivar miedos ante el descontrol …
Es parte de la tarea, convencerles a ellos y a los que no son el centro (sobre todo) para que se crean que es posible la segregación.

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Luis 25/03/2009 - 16:37

Bueno me da la sensación de que el término segregación lo usan los indianos por un tema de tradición histórica (mormones, esperantistas…). La parte negativa la aporta el cuerpo grande del vocablo la aporta el cuerpo grande del que se segregan (normalmente un Estado), que es quien le atribuye una intención traidora, como podría pasar en Mondragón según explicas.

De todas maneras estoy totalmente de acuerdo contigo, creo que esa desagregación es la que permite el movimiento de innovación y tu útima frase explotar la fuerza de la paradoja, repensar lo colectivo desde el derecho a la segregación” toca un tema que me interesa especialmente y sobre el que hace mucho tengo pendiente escribir algo reposado: la diferencia entre individualidad e individualismo

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josempelaez 25/03/2009 - 20:45

Julen, ¿no te parece que los exploradores electrónicos que defienden el derecho a segregación gastan un «modelo mental» que no es el de curso corriente en las empresas de hoy?

Quiero decir, ¿no tendríamos que reeducarnos (desaprender) de forma masiva antes de intentar la explotación esta nueva fórmula paradójica? (que también defiendo).

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Odilas 25/03/2009 - 21:07

Muy potente la imagen que presentas. Valdría la pena analizar qué tipo de relación se establece entonces entre la matriz y el equipo «desagregado». Porque cómo dices en muchas ocasiones hay un rechazo visceral a lo que deja de «pertenecernos», a la posibilidad de que algo subsista, florezca, crezca, se desarrolle sin nuestro amparo y control (precisamente aquellos que nos da identidad organizativa).

Muchas de esas situaciones podrían vivirse no como rupturas, sino como emancipaciones tuteladas, dónde la empresa madre ayuda a la no-empresa hija, aportando experiencia y recursos, a cambio de innovación, frescura y dinamismo. En realidad, se necesitan las dos. Utópico?

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Agustín González 25/03/2009 - 23:56

Esta visión me parece realmente potente, efectivamente parece un modelo al que los emprendedores (aventureros e intra-empresa) estamos abocados para realizar nuestras apuestas de futuro sin tener que estar siendo vigilados continuamente por gente a la que parece que le pagan para eso, y no para aportar valor.
Efectivamente, esta evolución natural a la que estamos asistiendo, tendrá grandes reticencias culturales, y se hará todo lo posible para abatirla, pero es ya un movimiento instintivo que está socabando las falsas seguridades de la economía de mercado.
Yo particularmente, aunque no sea una aportación demasiado útil, creo que es preferible emplear algo así como «no-corporación», en lugar de «no-empresa», ya que es la forma arcaica o precedente de «emprendedor».
Gracias, Julen, por la reflexión.

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Julen 29/03/2009 - 09:41

@Germán, es que el centro es mucho centro, ¿verdad?
@Luis, pues sería estupendo leerte algo referente a «la diferencia entre individualidad e individualismo». Parece tema apasionante. Me recuerda el enfoque de Ulrich Beck respecto a globalidad, globalización y globalismo.
@josempelaez, no cabe duda de que hay un modelo mental diferente. Es evidente, ¿no?
@Odilas, profundizaré en lo que comentas. Me parece muy sugerente darles vueltas a esa relación entre centro y no-empresa hija. Esta semana que viene tengo un par de jornadas de trabajo en Canarias donde espero avanzar en este sentido.
@Agustín, pudiera ser que la «no-corporación» fuera otro término a aclarar, pero partiendo de diferenciar empresa y corporación. De todas formas, tu comentario ayuda para seguir metiendo el dedo en el ojo.

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