El colegio

by Julen

julen_3No volví a pisar el colegio. Los días pasaron allí con sentimiento carcelario. Puede sonar a exageración pero mi experiencia nunca fue agradable. No recuerdo cristales pintados con colores, no recuerdo la alegría del patio, no recuerdo los juegos y las sonrisas. Aquella verja alrededor, verde, alta y crispada, nos separaba del resto del mundo. Nunca lo percibí como un lugar para aprender, compartir y disfrutar. Era una asquerosa obligación que de vez en cuando me provocaba dolor de tripas.

Recuerdo un año en que llegamos a compartir aula cincuenta y dos niños. Sólo chicos. Don Enrique llegaba por las tardes con su faria y le dedicaba los últimos suspiros allá dentro. El Pascual era la bestia parda; golpeaba limpio y duro. Irreal y esperpéntico, pero cruel al mismo tiempo.  Sólo quedaba espabilar. Sí, había que buscarse la vida para salir adelante en aquel extraño recinto. Ahora la distancia y el paso del tiempo han desfigurado el recuerdo. Sólo permanece en blanco y negro, extraño, callado, fantasmal. Pero vive conmigo.

Mi odio infantil vivía extrañamente aferrado a las clases de gimnasia. No sé por qué, se dirigía a los aparatos que usábamos: el plinto, el potro y todos aquellos intrumentos de tortura. Aquellas clases extremas fluían entre el uso cruel de esos aparatos y el alivio de no hacer nada que no fuera jugar a fútbol en el patio. Gimnasia: qué horror. De nada me sirvió que acabara jugando en el equipo de fútbol del colegio. Mi percepción de aquellas clases siempre fue enfermiza. Y lo fue durante demasiados años.

Ahora la distancia reinterpreta todo aquello. Ahora Michel Foucault es toda una ayuda para comprender lo inhóspito del lugar. Ahora racionalizo para comprender el desasosiego de esa etapa infantil. Pero allí permaneció durante un largo periodo de mi vida. Nunca me gustó, nunca disfruté a pesar de poder rescatar un cierto número de escenas simples y felices. Pero no sirven para tapar una sensación general de que aquello no se lo deseo a nadie. A nadie. Así que nunca volví.

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6 comentarios

persona harta de este blog 22/02/2009 - 11:56

cuánto has perdido!!

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Yoriento 22/02/2009 - 12:53

Coincido con tu odio a las clases de gimnasia. En parte por la baja profesionalidad que aparentaban los profesores y por la masificación de la clase. No nos preparaban en el sentido técnico de la palabra, simplemente nos hacían saltar en fila.
En fin, nuestra educación no debió ser tan mala si vemos los resultados…. ¿O tal vez viendo los resultados podemos confirmarlo sin duda? 🙂

Interesante desvirtualizar con fotos, y si son del pasado encima divertido¡¡ 🙂

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Alberto 22/02/2009 - 16:10

Es verdad. A veces es colegio se transforma en sitio para no recordar, sobre todo en los años pasados donde se usaban técnicas muy poco ortodoxas. Yo en Venezuela, me eduqué en un colegio de Padres españoles, así que debí recibir la misma educación. No para recordar. Las cosas han cambiado mucho, ahora hay leyes que obligan a los docentes y quizá guian mas hacia la orientación y el coaching.
Ya no mas los catigos físicos, eso se acabó
Alberto

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Iñaki Ortiz 22/02/2009 - 21:27

Me identifico bastante con tu percepción del Colegio. Nunca lo vi (ni lo viví) como un lugar donde se estimulara el aprendizaje, ni la cultura, ni las ganas de saber. El mío también tenía verjas, reinaba una disciplina ciega (de tipo militar, con formaciones, filas, toques de silbato y esas cosas) y podía asemejarse bastante a un centro de internamiento (yo era mediopensionista, que así nos llamaban entonces a los que nos quedábamos a comer en el Colegio). No, yo tampoco tengo un buen recuerdo de aquella experiencia.

¡Y qué decir de la gimnasia! Lo llevaba fatal. Yo también aborrecía al plintón, al potro y a todos aquellos artilugios demoníacos. Y a la cuerda, cada vez que la subía me duraban las agujetas una semana. Eso sí, jugaba al fútbol siempre que podía. Y después seguí jugando al «futbito» durante bastantes años.

¡Qué diferente podía haber sido aquella «educación»! Pero ya no tiene vuelta atrás. Al menos, para nosotros. A ver si les dejamos algo mejor a los siguientes.

Por cierto, lucías una frondosa cabellera por aquel entonces. Y ya interpelabas al mundo con la mirada. No es para menos, ¡infinitas posibilidades y que el mundo sea como es!

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Alorza 23/02/2009 - 10:20

Creo que muchos de nuestra generación podíamos firmar esta descripción.

Los colegios de ahora tienen otros problemas, pero no los veo tan carcelarios. Al menos, en Primaria: ya os contaré cuando llegue la ESO.

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Josu O. 23/02/2009 - 12:55

Jo, que recuerdos!!!

Un año yo fui el número 55 con la O de apellido. No recuerdo que número tendría Zulueta que era el último de la lista.

Lo de la gimnasia lo corroboro, pero en BUP; en EGB nos divertíamos mucho. Tuvimos a Fernando (sin Don) que jugaba en el Baskonia creo. Todavía recuerdo el día que metí una canasta con él como defensor!!!

El farias me ha recordado a Don Pedro que tras el farias se echaba unas cabezaditas en el propio aula para regocijo general.

De todas formas no tengo esa sensación carcelaria que comentaís, quizás porque yo haya sido de «la pública» (antes «nacionales») y sí recuerdo a profesores concretos:

Don Mariano que si no te sabías la lección, aparte de perder puestos en una clasificación en la ordenaba el aula de «mejores» a «peores» te agarraba por las patillas hasta levantarte un palmo del suelo.

Don Ricardo un gran profesor que nos mostraba su cariño pero también nos hacía trabajar.

Don Antonio, un gran profe de Mate.

Alejandro, que nos hizo amar la lectura y el teatro.

Angel, Cesar,….

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