El cuento del Aleph: Borges predijo la web social

by Julen

No cabe duda de que somos representaciones de nosotros mismos, cada vez más. Fijaos en Twitter. Dime desde dónde twitteas y te diré quién quizá seas. Nos encerramos en un laberinto que se autorreferencia constantemente. Estás en Facebook y desde allí twitteas, etiquetas en delicious y se autotwittea, posteas en tu blog y twitter lo restriega contra la faz del planeta 2.0. ¿Usas Gmail? Twittea desde allí o, mejor, twittea que twitteas desde gmail. Redes sociales que compiten por nuestra atención y se enredan en un inmenso (sin)sentido global.

Jorge Luis Borges jugó con El Aleph al laberinto de ida y vuelta. Comienzo y fin se dan la mano y se enredan en historias diferentes pero que vuelven a poder ser las mismas de siempre. Es como jugar con la seguridad de que estamos encerrados en el infinito, a través de historias que se entrelazan sin necesidad de argumento alguno.

Todo se conecta en un mundo que no se conecta sino que se relaciona. Pero el universo que nos rodea está cableado por todos lados. Y no sólo cableado sino ellos también relaciona nodos. Líneas de unión que van de un lado a otro y se autorreproducen a sí mismas. Quizá de todo ello surge una pluri-identidad irreconocible. ¿Qué sentido tiene decir que somos varias urls al mismo tiempo? ¿Nos tenemos que definir desde twitter o es mejor hacerlo desde Facebook o simplemente desde el blog? ¿Tenemos una identidad central que actúa de jefa de identidades? ¿Cada cual tiene vida propia y puede llegar a rebelarse contra la autoridad central? ¿Ya no hay autoridad central?

Y de vez en cuando surge una conversación incomprensible. Falla la conexión entre Facebook y twitter: un ictus en nuestra multiforme pluralidad de identidades. El comienzo de todo está en el final de un camino que a cada esquina vuelve a estar al principio. Y el principio es la infinitud de representaciones de nuestra identidad digital, que nos va ganando terreno y se va creando a sí misma al margen de lo que somos en nuestra (imposible) vida adigital.

Si etiqueto en delicious lo proyecto en twitter, que lo proyecta en mi blog, que lo proyecta en twitter, que lo proyecta en Facebook, que lo proyecta en un infinito de recurrencias que conforman un inmensa bola de nieve que rueda cuesta arriba, cuesta abajo, hacia atrás y hacia delante. Se mueve y remueve para volver al origen de un lugar que es ficticio, porque no está ahí sino que está en todas partes.

Miro a mi alrededor y veo fragmentos dispersos de personas que rebotan contra las inmensas paredes digitales del mundo en que habitamos. ¿Quién eres? ¿Beatriz Viterbo? Como siempre, mi maestro de ceremonias en todo esto es Telémaco. Es lo único que entiendo.

La foto es de http://www.flickr.com/photos/gad

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3 comentarios

amalgamadeletras 17/12/2008 - 07:10

Julen,

Aunque choquemos contra los muros digitales para relacionarnos (o mantener un ego digital) y tengamos decenas (ya llegará el momento de poseer cientos) de trocitos de identidades que, interrelacionadas entre sí, dan una fotografía más amplia, siempre habrá una cara detrás, una personalidad… Podrá gustarte y estar en el mundo 2.0, pero cuando llega el contacto directo en la vida real entre dos identidades 2.0, todo se confirma o cae en picado. Tal vez, se trate de querer (2.0) para poder (vida real, si llega ese caso de contacto).

Por cierto, ¿qué pasaría con esas identidades y la información que llevan anexas llegado el caso de que servicios como bit.ly, tinyurl, shortURL, twURL terminen por desaparecer? Sin identidad, sin información, sin colaboración… un tesoro perdido sin poder recuperar.

Nos leemos.

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telemaco 18/12/2008 - 11:09

La única manera de permanecer es autorreferenciarse. Lo que no se autorrefencia no es estable y por tanto es tan efímero que casi podíamos decir que no existe y que no tiene identidad.

Me temo que en los demás lo único que buscamos es a nosotros mismos

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Lula Towanda 21/12/2008 - 10:23

Alguien tendrá que atar estos cabos……

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