Ciberespacio

by Julen

Ya en su día comenté que tendría que desarrollar una cierta propuesta para que en Innobasque se aborde el ciberespacio como objeto de análisis para realizar propuestas de trabajo que nos permitan innovar socialmente. Dicho esto, me quedo tan fresco, como si tal cosa. Pero no, el asunto es amplio y complejo. Por si acaso, me he escrito una pequeña reflexión que introduzca la propuesta. Ya que me ha llevado lo suyo, la comparto aquí.

Imagina que tienes que plantear los hilos fundamentales antes de proponer algo concreto. Pues bien, el texto pretende ubicar lo principal para que luego pueda entenderse mejor cómo hincarle el diente. Ahí va el texto de introducción.

«Ciber-espacio» y «espacio» confluyen

Ciberespacio es un término que acuñó William Gibson en su relato corto titulado «Burning Chrome» y que posteriormente utilizó de forma más extensa en su novela «Neuromante«. La expresión ha cobrado popularidad con el paso del tiempo para referirse al conjunto de interacciones y elementos posibilitados por el desarrollo de las tecnologías electrónicas de información y comunicación. Cuenta incluso con su declaración de independencia, formulada por John Perry Barlow, uno de los fundadores de la Electronic Frontier Foundation.

El ciberespacio conforma hoy una realidad que se funde de forma constante con la realidad física. Si de forma habitual se han confrontado el mundo real y el virtual, los átomos y los bits, es evidente que ambos planos han confluido en la sociedad del siglo XXI. Las tecnologías lo son para quienes conocieron un mundo sin ellas. Por contra, para quienes las han conocido desde su nacimiento, suponen simples usos y costumbres. Las tecnologías nos hacen, junto a otras características, seres humanos. El homo faber accede a la tecnología y permite un punto de evolución que nos diferencia del resto de seres vivos del planeta.

Sin embargo, como apunta Eudald Carbonell, la velocidad de los cambios tecnológicos plantea dificultades de asimilación a los seres humanos.

  • El fuego es un invento de hace 600.000 años que tardó más de 200.000 en llegar a todos los humanos. El móvil ha hecho lo mismo en menos de 20 años. Los dos son inventos que cambian las relaciones sociales porque la tecnología hace que aumente la socialización de los primates humanos. Lo que pasa es que ahora estamos reacelerados. La generalización del fuego exigió centenares de miles de años; hoy en día, ocurre algo parecido en un año. La vida va demasiado rápida. Nuestro cerebro no está preparado para cambios tan rápidos.

Al margen de las creaciones de ciencia ficción que han dejado volar la imaginación y han permitido anticipar algunas realidades del ciberespacio, hoy los hechos se imponen. Las redes sociales que usan Internet como soporte expanden los límites de relación de la persona, más allá del número de Dunbar. Las personas encuentran en Internet la forma a través de la cual resocializarse. La identidad digital se fragmenta en miles de pedazos al tiempo que la tecnología es capaz de reconstruirnos para proyectar al mundo quiénes somos: es la identidad de dominio público. Nuestra reputación se desmembra en miles de hilos de información que se recomponen a cada instante y permiten a nuestros semejantes hacerese una idea de quiénes somos: un avatar, un formulario, una fotografía, un texto propio, un texto ajeno, un video. Así cientos y miles de micropartículas digitales, perceptibles en su unicididad pero también en su globalidad. Somos desde hace ya tiempo seres digitales, lo queramos o no. Y como consecuencia de las posibilidades que ofrece Internet la individualidad, como afirma Manuel Castells, se redefine para interactuar en red: nace el individualismo en red, diferente del sentido colectivo tradicional y proporcionándonos la paradoja de atender al mismo tiempo a la doble referencia de lo individual y lo colectivo.

Los estudios de etnografía digital avanzan de la mano de una realidad que se reconstruye de forma cotidiana. La dificultad para aprehender el momento actual es evidente. Al tiempo que fotografíamos la realidad, el bit interactúa con esos otros miles de fragmentos de personalidad digital, y se escapa a la comprensión. Las personas necesitan reconstruirse como cyborgs asumiendo que la tecnología se incorpora cada vez más como un equipamiento de serie en los seres humanos. La nanotecnología avanza hacia partículas insignificantes en tamaño pero de trascedente repercusión para lo que somos y sentimos. Nuestra percepción puede expandirse e introducirnos en realidades que son a la vez, reales y ficticias, que juegan con los límites de lo que podemos entender. Ahí fuera -o quizás aquí dentro- se reconstruye otra realidad. Otra realidad que es la misma de siempre, la que nuestros sentidos son capaces de proporcionarnos. Si los sentidos modifican su capacidad, la realidad es otra.

Internet se ha convertido en una segunda piel, una superficie de contacto con la realidad. Rodea todo lo que somos y al mismo tiempo forma parte de lo que somos. Nuestra porosidad, nuestro contacto con el mundo pasa a través de esta nueva membrana. En palabras de Lawrence Lessig, «no hay interruptor que pueda aislarnos del efecto Internet». Esta capa rodea tanto a las personas como a las cosas. La tradicional capacidad de comunicación de las personas se desplaza, hasta cierto punto, también a las cosas. Los objetos pueden comunicarse entre sí al ser capaces de emitir y recibir información del entorno. Surge así la llamada Internet de las cosas.

La fusión entre los digital y lo físico tiene muchas expresiones. Átomos y bits se confunden, por ejemplo, cuando una persona es capaz de diseñar un objeto a mano alzada y generar, al mismo tiempo, un fichero digital interpretable por una impresora en tres dimensiones. El camino es reversible: todo objeto podría ser digitalizado para recomponerse en otro momento de tiempo/espacio.

Al tiempo que la tecnología se expande su uso por parte de la ciudadanía crece exponencialmente. La web 2.0, la web social, representa una evolución natural en el uso. Si hace unos años sólo una élite cualificada era la que accedía a las tecnologías de información y comunicación, hoy el uso de ha generalizado. Las personas nacen en un mundo donde ya existen tecnologías. Sólo queda usarlas, estirarlas, deformarlas, maltratarlas. Sin respeto, las nuevas generaciones de nativos digitales usan y aprenden a través de la interacción constante, sin necesidad de manuales de instrucciones. Por contra, quienes detentan el poder formal, las clases dirigentes, personal docente o directivos de las empresas se sienten inmigrantes en un mundo que les desborda. Quienes sabían no saben y quienes no sabían saben. La brecha digital presenta muchas caras y requiere de imaginación para superarla. La exclusión social también camina por los terrenos del analfabetismo digital.

La web social ofrece fórmulas de socialización. La interacción entre personas fluye por antiguos y nuevos medios. Las posibilidades de expresión humana digital son múltiples: blogs, microblogs, participación en redes sociales, wikis, etiquetación social colectiva de contenidos, fotos y videos compartidos. Cualquiera puede producir sus contenidos. La wikipedia marca un antes y un después en la generación de conocimiento explícito. Nace un nuevo concepto: el amateur hace frente al sistema de expertos. Fuera de los márgenes de las instituciones económicas tradicionales, un inmenso ejército de personas voluntarias contribuye a hacer realidad una enciclopedia que enriquece el procomún. Las tecnologías proporcionan el soporte para hacer posible otra forma de colaborar, de construir en forma acumulativa, dejando siempre acceso a la memoria histórica debido a la trazabilidad completa de las aportaciones.

La web social socava los principios tradicionales de autoridad. Una persona puede convertirse en referente a través de un medio personal de expresión. La reputación se desplaza de un círculo reducido a un vasto ejército de votantes que a través de enlaces, comentarios, etiquetas y citas interactúan con la producción original. La omnipresente huella digital posibilita la transparencia del sistema y asigna un valor a cada persona.

La otra cara de la moneda de la producción masiva de contenidos es la polución informativa, la infoxicación. Los fragmentos de información salen disparados de los diferentes artefactos digitales e impactan de continuo en las personas. Los estímulos que recibimos a cada paso son continuos. Y, mientras tanto, nuestras capacidades de atención son limitadas. Nuestros sentidos, nuestra percepción, puede verse desbordada y conducirnos hacia diversas patologías. Nos convertimos en el auténtico cuello de botella mientras se desata una auténtica guerra por captar nuestra atención. Entramos en la economía de la atención, en la economía de la abundancia. Hay de todo en el primer mundo mientras buena parte del planeta no puede acceder a los recursos básicos. La economía de la abundancia conduce a trabajar sobre la atención. Somos sujeto de observación de las grandes instituciones: desde la Administración hasta las grandes empresas de comunicación. Todo pasa porque prestemos atención. Nosotros somos al mismo tiempo el origen y la consecuencia. Producimos ingentes cantidades de información que lanzamos al ciberespacio que después conforman el alimento de nuestra eficiencia personal. En palabras de Barry Wellman, recogidas por Howard Rheingold en Smart Mobs, nos convertimos en «ovejas que cagan hierba».

Por tanto, en un mundo infoxicado las competencias para localizar información pertinente son críticas. La información se convierte en una commodity que está disponible en grandes cantidades. Y en este mercado desbocado las herramientas de búsqueda y filtrado son cruciales. Internet proporciona estos recursos a través de una doble perspectiva. Por una parte, existe software que mediante ciertos algoritmos es capaz de devolvernos resultados inmediatos de una búsqueda. Pero este tipo de búsquedas presentan las limitaciones de la semántica. Las máquinas recorren los contenidos digitales que ya existen dispersos en millones de páginas web por el planeta. Hacen su trabajo como ejército disciplinado una y otra vez.

Pero Internet también da paso a búsquedas humanas. La etiquetación colectiva de contenidos es un buen ejemplo. Del.icio.us devuelve información que muestra a personas. No sólo estamos frente a los resultados de un motor de búsqueda, sino que tenemos acceso a los resultados de asignación colectiva de significado a determinados contenidos. La biblioteca se desordena y reordena millones de veces desde cada óptica personal y de ese proceso emerge un orden comprensible. Frente a la taxonomía clásica que estructura el mundo en categorías, cuando surge una alternativa poliédrica. Internet proporciona la alternativa de observar el mundo desde los ojos de muchos observadores.

En este contexto la ciudadanía se encuentra ante un reto: redefinir su papel en la sociedad. La evolución de los acontecimientos requiere una ciudadanía hacker, que reinterpreta su papel desde el activismo, la pasión y el compromiso. Retomamos la propuesta de Juan Freire para mostrar el nuevo rol de la ciudadanía:

  • Rompe el código cerrado del elitismo, de los fundamentalismos de todo tipo. Abre el código de la conversación y de la transversalidad intelectual.
  • Se inquisitivo, rompe con las ideas aceptadas sin crítica, pregúntale a los datos disponibles, recombina la información para observar la realidad desde otros puntos de vista.
  • Internet ofrece un espacio virtual de libertad, autónomo de las autoridades del mundo físico. Pero esta independencia será siempre temporal, en cualquier momento es susceptible de terminarse o de reinventarse; por lo tanto, aprovecha esta independencia transitoria intensamente.
  • Escribe sobre lo que desees, sobre tu vida o sobre el mundo. Todo es útil, nada impide que exista en la red; sólo aquel al que le interese (si existen esos personajes hipotéticos) te leerá.
  • Aprende “idiomas”, descubre gente e ideas alejadas de tu entorno geográfico y cultural. Construye nuevos mapas con tus exploraciones y compártelos con tus “vecinos”.
  • Traslada tu ética y tu actitud intelectual en la red a tu vida “física”. Conviértete en un hacker ciudadano. Pero, toma precauciones; en el mundo “real” existen más fuerzas y más poderosas que pueden impedir tu acción.
  • Ampárate en el anonimato si lo crees necesario para evitar censuras legales o sociales. Mantén y promueve tu identidad virtual, aunque no tenga una correspondencia visible con tu identidad “real”. Guíate por tu honestidad, elabora tu propia ética de actuación.
  • Colabora con las redes. Pero no permitas que te conviertan en un elemento genérico y prescindible. Tu fuerza, la de todos, está en unir el poder de muchos al valor del individuo. Relacionate intensamente con el resto e la red, pero libremente.
  • Enlaza, enlaza, enlaza.
  • Haz gala de no incluir publicidad en tu blog … o incluye anuncios en tu blog y gana dinero, si puedes. Ambas opciones son válidas si se hacen con honestidad y transparencia. No importa tanto lo que haces, importa como lo haces.

Así pues, el ciberespacio se ha integrado en la vida cotidiana, «es» -hasta cierto punto- la vida cotidiana. Movido por movimientos imprevistos y excesivos muchas de las veces, proporciona nuevas tecnología sociales que transforman nuestra sociedad. Nunca antes habíamos tenido tantas posibilidades de extender nuestras capacidades como seres humanos. El ciberespacio deja de ser un lugar inhóspito asociado a un futuro apocalíptico y pasa a formar parte de nuestra realidad cotidiana: la red de amistades fluye por alguna de las redes sociales disponibles, leemos el blog de algunas personas con las que establecemos insospechados lazos de complicidad, participamos en la construcción colectiva de una enciclopedia universal. Son actos cotidianos. Es la vida misma.

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10 comentarios

aitortxu 14/10/2008 - 10:19

…y esto ¿lo has escrito tu? pero tu eres consultor o filósofo (con el mayor de los respetos).. tras leerlo me siento pequeño…aun más pequeño… necesitaré un «CTrl + » para ser.. o es, ¿para estar en el Ciberespacio?

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Odilas 14/10/2008 - 13:21

Gracias Julen. No se me ocurre que más decir

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ricardo_amaste 14/10/2008 - 15:35

Interesante. Simplemente tres cosas:

1. La creación del concepto «ciberespacio» por parte de William Gibson (un escritor, un productor cultural), nos demuestra que la producción cultural es y debe ser anticipatoria, incluso más que la científica y de un modo más radical. Primero lo soñamos, lo deseamos y luego lo hacemos.

2. Me quedo sobre todo con lo de una ciudadanía hacker, que reinterpreta su papel desde el activismo, la pasión y el compromiso… Lo que una vez más nos indica que la tecnología es el medio, no el mensaje.

3. Ovejas que cagan hierva… Sugerente e inquietante.

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Iñaki Ortiz 14/10/2008 - 21:26

No me extraña que te haya llevado lo suyo. Este es un artículo de referencia. Ya me lo he apuntado en mi del.icio.us. Tengo una etiqueta de «cibersociedad», ¿sabes? Tiene un contenido un tanto disperso, pero este post encaja bien.

Hablando de referencias, a mi me han orientado bastante tres libros. Son también dispersos y distantes entre sí, pero contienen ideas muy potentes. Aunque ya los conoces, los cito por si hay alguien por ahí que aun no ha leído alguno de ellos.

– Sistemas emergentes, de Steven Johnson (lo conocí a través tuyo)

– La ética del Hacker, de Pekka Himanen

– El Poder de las Redes, de David de Ugarte

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Julen 15/10/2008 - 06:44

@aitortxu, es la diarrea mental. No te preocupes. Me pasa de vez en cuando 😉
@odilas, de nada 😉
@ricardo, los bordes de la ficción y la realidad se están entremezclando, es evidente. Aunque quizá siempre estuvieron así, ¿no?
@iñaki, tres estupendos libros, desde luego.

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Alorza 15/10/2008 - 10:29

¡Gracias por el material!

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M@k, el Buscaimposibles 15/10/2008 - 14:38

El Pater ciberpunk habló. Amén. Es lo único que puedo decir.

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guiller 18/10/2008 - 14:56

Excelente Julen,
Lo más potente que llevo leído en mucho tiempo,

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Campanyes online amb restricció territorial | El bloc de Carme Pla 14/12/2008 - 04:50

[…] l’oportunitat d’arribar un mercat potencial més gran, un client que pot arribar pel ciberespai i que conflueix amb […]

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Campañas online con restricción territorial | El blog de Carme Pla 14/12/2008 - 05:51

[…] la oportunidad de llegar a un mercado potencial mayor, un cliente que puede llegar por el ciberespacio y que confluye con el […]

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