Funky Business y Naomi Klein, amor (im)posible

by Julen

Desde luego que Kjell A. Nordström y Jonas Ridderstrale juegan a provocar de forma simple y directa con sus libros. Es la misma historia en sus tres entregas y con un mensaje que se repite en cada una de ellas de forma machacona: el capitalismo es lo que es, está aquí, y no queda sino disfrutar con él si no quieres ser un amargado de por vida. Funky Business Forever.

Dicho eso, resulta curioso que este nuevo producto generado en 2008 viva argumentalmente tan cerca de Wikinomics de Don Tapscott, de La Larga Cola de Chris Anderson, la estrategia de océanos azules de W. Chan Kim y Renée Mauborgne, incluso de toda la tradición de Charles Handy y su donut invertido, del discurso provocador de Tom Peters o hasta de la idea de competencia nuclear de Gary Hamel y C.K. Prahalad.

Así que las ideas fluyen por territorios comunes. Todos estos autores interpretan una sociedad que es como es y donde personas y empresas sólo pueden tener éxito en tanto sepan nadar en la incertidumbre propia de estos tiempos. Allí no cabe lugar para el estándar, para la mediocridad. Allí sólo sirve despuntar, por raro, por único, por diferente, por provocador, por lo que sea. Pero, o despuntas o te vas al hoyo.

Sin embargo, a medida que avanzaba en la lectura de este último libro de los suecos locos que dicen ser mentes con visión de futuro (siempre un punto de desconfianza), lo comparaba con las argumentaciones de Naomi Klein tanto en La doctrina del shock como en No Logo (pdf completo). Desde mi perspectiva, hunden la argumentación en la misma cenagosa realidad. Pero a partir de ese punto común, las explicaciones toman caminos radicalmente diferentes. Si Funky Business, la estrategia de océanos azules o Wikinomics buscan una alternativa de éxito sin tratar de modificar las condiciones del sistema, Naomi Klein se tira al monte para flagelar al monstruo que ha surgido en los últimos 30 años: el capitalismo salvaje.

Hacía tiempo que no encontraba un libro que tuviera ideas tan parecidas a las que manejamos en este blog desde hace ya tiempo. Entre ellas, algunas que manejan Nordström y Ridderstrale:

  • La pertinencia de lo pequeño en un mundo globalizado. no hay por qué crecer en dimensión.
  • El papel transformador de la información y las tecnologías que la soportan.
  • La persona como centro de toda la revolución: el individualismo como motor de la sociedad.
  • Los microsegmentos como lugar natural para ser competitivo y entregar servicios diferentes y únicos, valorados excepcionalmente por los clientes, con quienes se conforman verdaderas comunidades (tribus).

Pero junto a todo este arsenal de cambio, de locura y de diferencia, sigo necesitando el discurso de Naomi Klein y otra gente crítica con el sistema global. Porque cuando las empresas admiten que deben ser competitivas a cualquier precio, entonces la acaban cagando. El poder del que disponen hoy en día necesita límites. Es evidente que no todo vale. Funky Business habla de ética y habla de estética. Cita primero la ética como factor clave para que la ciudadanía se enganche a una empresa y luego habla de la estética.

Sin embargo, de por medio siempre está el precio como factor de compra. En unos casos por necesidad y otros por oscuras motivaciones psicológicas, pero lo barato vende y lo gratis aún más. Lo barato necesita costes de producción ridículos. Y muchas empresas han encontrado que ese objetivo de precio de venta barato sólo puede llegar cambiando las condiciones del sistema que lo genera: aquí, en el primer mundo, no salen los números. Hay que ir a otros lugares, a otras sociedades que supuestamente tolerarán lo que aquí sería imposible: salarios de miseria, condiciones inhumanas, nulos derechos de los trabajadores. El mercado parece abocar a olvidarse de la ética, porque si no, no hay juego; los números no saldrían. Y esto sí que da miedo.

Todo el mensaje de competitividad que lanzamos a las empresas encierra una perversión: no vais a llegar por métodos racionales. Si las empresas necesitan personas para entregar sus productos y servicios, si las empresas necesitan materiales para transformarlos agregando valor añadadido, ya lo sentimos: los números no salen. Quienes compramos somos clientes y nuestra ética al comprar determina también las condiciones del sistema global. Al tiempo que surgen empresas ganadoras en los mercados actuales, es evidente que surgen prácticas indignas. ¿Cuántas empresas ganadoras han entrado en el juego de lo indigno? Quiero pensar que no son todas, pero cuando se ha rebasado la dimensión humana de la empresa, entonces hay muchas manos izquierdas que no saben lo que hacen las derechas. Se adereza con una buena memoria de responsabilidad social corporativa y a ver si hay suerte y no nos pillan en una gorda.

Desde luego que voy a manejar con mis clientes y en mis clases en la universidad argumentos extraídos de Funky Business y de planteamientos semejantes. Pero creo de veras que tenemos que mirar a la sociedad en su conjunto. Echar mano también de argumentos críticos con el sistema global, como maneja Naomi Klein. Y por supuesto sin perder de vista que somos las personas las responsables últimas de lo que pase en este mundo. No podemos mirar para otro lado. Somos nosotras, somos nosotros quienes compramos, con mayor o menor compulsión. No podemos eludir nuestra responsabilidad en cada acto de compra ni tampoco en la denuncia de lo indigno que veamos a nuestro alrededor.

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19 comentarios

Yoriento 31/08/2008 - 09:49

Hola Julen,
veo que has venido recargado tras las vacaciones, rodilla aparte¡ 🙂

Dices que «cuando las empresas admiten que deben ser competitivas a cualquier precio, entonces la acaban cagando.»

Pero me da la impresión que si el objetivo es ganar dinero no importa en qué plazo ni en qué condiciones, determinados tipos de empresas que se basan en una «competitividad no necesariamente racional» están muy adaptadas para conseguir ese objetivo.

Otra cosa es la valoración moral y social que hagamos del asunto, no?

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Manuel Colmenero Larriba 31/08/2008 - 10:50

Creo que hemos entrado en una espiral donde el precio es lo único que cuenta. Y para obtener un buen precio hay que «rascar» en costes, cueste lo que cueste y a quien cueste.
Las politicas «low cost» mp dejan de ser un reflejo de nuestra sociedad, un quiero y no puedo.
¿El consumidor tiene la culpa? o son las empresas las que han caído en una espiral para atraer a cualquier tipo de consumidor sin marcarse metas de quien quería que fuese su consumidor real.
Cuando hablamos de consumo responsable, no debería estar acotado a un sector, el alimentario en muchos casos, sino quizás debiéramos extenderlo a todos los ámbitos de la sociedad para conseguir un cambio de mentalidad quizás mas sostenible.
¿No os parece?

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ivan 31/08/2008 - 11:48

Julen,

complicado tema,y complicado encontrar el punto medio y el equilibrio.si se empieza a tirar la manta del capitalismo que impera hoy en dia no hay quien pueda rebatir ,el sistema es injusto pro naturaleza,aunque no hay alternativa ,o te adaptas a el o te vas al monte a vivir de espaldas a el- y aun asi estarias dentro
creo que si no se puede cambiar el mundo,si el nuestro diario,es dentro de cada uno ,actuano con cierta moral y principios

aqui desde Riga,inciando mis 2 semanas de viaje por esta zona del baltico,esperando en el hostel para entrar

salu2

Ivan
http://asturjimmy.spaces.live.com

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M@k, el Buscaimposibles 31/08/2008 - 13:54

Yij,me cuesta, pero… ¡amén!

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Alfonso Vázquez 31/08/2008 - 14:59

Julen, muy atinadas tus reflexiones… Cuando leo libros de management –cosa que cada vez hago memos, algunas veces por pura curiosidad- soy cada vez más consciente de que “algo” se está escapando. No hablo de “Funky Business”, que me parece un engañabobos lleno de lugares comunes (que, por cierto, han sido mucho mejor trabajados por otros autores desde otros enfoques), sino, por ejemplo, del último Hamel, de “El futuro del management”. Aparentemente, comparto en mis escritos muchas cosas con él, pero hay dos diferencias fundamentales que llevan las cosas por derroteros diferentes:
Una, cómo se analiza la realidad, los “fenómenos” que vivimos. Hamel, como en su momento hizo Peters, se limitan a “dar fe” de ellos y extraer consecuencias para la gestión; pero pueden verse también como una producción históricamente determinada y en fluctuaciones constantes, no tan predeterminadas como puede creerse. Las consecuencias para la acción son completamente diferentes…
Y otra, más importante todavía, qué cursos de acción pretendemos con las prescripciones que hacemos. La mayoría de estos gurús dan por sentada la inevitabilidad del capitalismo (salvaje o dulcificado) y su lógica, comparten la idea del “fin de la historia”. ¿Hay alternativas? Sí, y no consisten en irse al monte: Están aquí y ahora, al alcance de nuestra vista, sólo que hay que desvelarlas y corporeizarlas… Todo se andará…

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Julen 01/09/2008 - 04:36

yoriento, gracias por los ánimos. Yo no creo que sea posible mantener empresas que no sean conscientes de que su rol va más allá de los beneficios económicos. Es así de simple.
manuel colmenero larriba, seguramente nos corresponde a todas y cada una de las personas que consumimos poner nuestro grano de arena para que el «cambio de mentalidad» sea concreto y real, ¿no?
ivan, disfruta del Báltico y deja de leerme que vas a enfermar 😉
m@k, in nomine pat…
alfonso vázquez, estos suecos se han agarrado a un mensaje simple y lo explotan con un componente estético bien trabajado. Sus libros, por ejemplo, están muy bien editados. Y eso vende, no cabe duda. Se leen rápido. La forma permite llegar a un fondo simple y repetitivo.
Por lo demás, yo también creo que hay alternativas. En parte es nuestro trabajo, ¿no? Intentar buscar esos caminos. Pero a veces da miedo que el sistema se coma las intenciones de cambio y transformación.

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ricardo_amaste 02/09/2008 - 10:36

Alfonso,
me gustaría ver como tu esas alternativas. Creo que nos falta FORMULAR esas alternativas que desvelar y hacer corporeas.

Os copio un parrafito de una intervención en una mesa redonda que estoy preparando para el 11-S en Huarte:
Si nuestra responsabilidad es cambiar el mundo. Si cambiarlo significa cambiar también la manera en que las cosas cambian.

Vivo rodeado de diagnósticos, pero en cambio se proponen pocos «remedios» que no sean más de lo mismo, placebos o formulas mágicas de charlatanes o teletiendas.

Así que Alfonso, estaría muya agradecido si me dieses unas referencias que puedan mitigar mi miopía existencial.

Ricardo

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ptqk 02/09/2008 - 12:10

Hola!

Claro que son Klein y los No Logo son incompatibles. Ella es periodista y activista social: su trabajo es arrojar luz sobre el mundo, sobre todo en los aspectos sociales y economicos de la globalizacion. Y aqui el balance se hace rapido: mal (de narices).
Ellos son consultores de management: su trabajo es indicar a las empresas como aprovechar esa coyuntura en su beneficio.
Estoy de acuerdo en que sus teorias son simplonas y superficilaes, pero son super contemporaneas: hablan un lenguaje fresco, directo y sin rascar en lo que hay detras.

Yo lo veo todo desde muy lejos (porque no soy empresaria ni muy amiga del «capitalitismo») aunque desde muy cerca (porque me formé como economista y estoy estudiando las nuevas formas econmicas de la sociedad informacional) y el resultado me pone a menudo en una situacion paradojica.

Y desde ese lugar «abstardo» lo que veo es, lo siento, mucha hipocresia. No es un secreto que para ser competitivo hoy -ya lo dice Julen- hay que asumir determinadas practicas llamemoslas anti-éticas, inhjustas, indignas… segun cual sea nuestro bagaje moral. En cualquier caso practicas que van en contra de «las personas» (las de la gran familia humanoide; sean de donde sean): en forma de relaciones laborales de explotacion (hablo de la deslocalizacion de empresas a asia por ejemplo); de explotacion de los recursos naturales con contraros indecentes (Iberdrola en America Latina, por empezar…) o con guerras (Irak o la situacion actual en Georgia); en forma de legislaciones migratorias (centros de internamiento de inmigrantes) que son un elemento más -imprescindible- para que las cuentas de la globalizacion neoliberal cuadren. Y podriamos seguir.

Por suerte o por desgracia vivimos en la era de la gran conexion. Todo tiene que ver con todo, todo es interdependiente. Es absolutamente imposible seguir defendiendo el modelo de mercado actual (conformado por todo lo anterior entre otras cosas) y a la vez querer mantener planteamientos eticos. Efectivamente estos estaran en la Memoria de RSC de final de agno pero nada mas. La realidad es que para seguir siendo competitivos hay que mirar a otro lado.

Soluciones, dices Ricardo? Absolutamente ni idea. Pero empezar por pensar sin miedo a las consecuencias a las que se pueda llegar es un buen comienzo (Julen lo está haciendo). Dejar de engagnarnos con argumenos que no se sostienen. Perder el miedo a desprendernos de nuestra «seguridad»… Honradez intelectual (o algo asi)

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Anonymous 03/09/2008 - 18:00

Como empresa si no eres competitivo desapareces, pero esa competitividad surge de muchos aspectos distintos. Para nada comparto lo del low-cost. ¿alguien de los presentees tiene un coche o un movil low-cost? me temo que high-cost.
Me interesa mucho más la (no)competitividad de las naciones/regiones. Ese es un campo rico ajeno a la superficialidad de los suecos, sobre todo el trade-off competitividad – bienestar. En economía, la identificación del bienestar con el PIB per capita lleva naufragando ya algunos años. Corrientes como la happiness economics va a dar mucho que hablar en las próximas décadas ¿qué tal gobernar para ser más felices, sostenibles, medioambientalmente responsables -aunque un poco menos ricos-?
En cuanto a Naomi Klein es pura demagogia, jamás hubiera pensado que una autora así podría llegar a la Academia.
Excelente blog, por cierto.

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Alfonso Vázquez 05/09/2008 - 21:52

Ricardo, te estoy siguiendo con mucho interés –sobre todo a través del blog de Maite Darceles- y me parecen extraordinariamente sugerentes tus aportaciones. Está saliendo un nuevo libro mío (“Estrategias de la imaginación. Innovación y conocimiento en las sociedades de control”) en el que propongo, frente a la crisis ya evidente del sistema imperante, formas de “tránsito” hacia nuevos enfoques. Seguro que todavía insuficientes, pero algo es algo…

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ricardo_amaste 08/09/2008 - 09:45

Hola Alfonso.
Gracias por lo que me toca. Y me miro el libro, un título muy sugerente.

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