¿Necesitamos empresas?

by Julen


Esta es la pregunta. Creo que cada vez más es la pregunta que hay que hacerse. Ya sé que no es de aplicación universal, pero cuando hablamos de conocimiento como factor básico de competitividad y de que son las personas quienes lo poseen, entonces, ¿hacen falta empresas? Se supone que mediante organizaciones colectivas conseguimos más que con nuestros recursos personales. Sí, pero, ¿necesitamos empresas? Sigue siendo la pregunta.

Porque de la misma forma que las empresas pueden poner sobre la mesa grandes éxitos colectivos, también es cierto que podemos dar ejemplos de fracasos estrepitosos. Algunos de ellos evidentes cuando cierran plantas de producción o despiden a miles de trabajadores y algunos otros que no llegan a los titulares de los periódicos, quizá más peligrosos. Estos segundos tienen que ver muchas veces con las prácticas salvajes de capitalismo que busca beneficio económico a costa de lo que sea.

El último libro de Clay Shirky (1) le da vueltas a esa idea tan recurrente en la red de redes de que los costes para generar grupos se han reducido espectacularmente. Parece que ahora es más fácil conectar y agruparse para conseguir resultados que antes pasaban por organizaciones formales. Es una idea que se maneja desde hace tiempo: la reducción progresiva de los costes de transacción (el origen de la empresa desde los tiempos de Ronald Coase) conduce hacia nuevas formas de hacer las cosas colectivamente. No tiene por qué ser obligatoriamente una empresa. Y quizá la empresa actual, con peligrosa frecuencia, resta más que suma.

Un ejemplo evidente es lo que está pasando con la capacidad tecnológica que nos aporta. Una persona joven se incorpora a una empresa y recibe una dotación tecnológica (ordenador, conexión a Internet y otros recursos similares) quizá menor de la que ya dispone personalmente. En aras de la seguridad y no sé qué otros inventos, la persona percibe que lo que se le ofrece limita (más que desarrolla) su capacidad, al menos cuando la compara con la que obtiene de sus propios medios.

Pero el caso de la tecnología que limita más que desarrolla no es nada comparado con la participación en redes sociales. Tampoco es raro el caso de esa persona activa, que se mueve en varios círculos sociales cercanos a su actividad profesional y que al incorporarse a una determinada empresa empieza a recibir toques de atención para limitar ese carácter expansivo por aquello del por si acaso: no vaya a ser que te vayas de la lengua donde no debes. Aquí, joven, hay que tener cuidado con lo que se dice y dónde se dice. Es la vieja historia de proteger el supuesto conocimiento que dicen tener las empresas. Así les va.

Por supuesto que hay que diferenciar actividades más proclives a enterrar empresas que otras. Creo sinceramente que la consultoría es de las que mejor puede funcionar de esta nueva forma: sin empresas. La capacidad relacional de que disponemos se ha incrementado por vías alternativas a las que ofrecen los dinosaurios empresariales. Es cierto que los grandes contratos requieren no sé qué grandes estructuras. Pero eso tampoco me parece mal: dinosaurios con dinosaurios, que se lo pasen bien entre ellos. Las cosas se mueven deprisa por aquí abajo, a ras de suelo. Allá arriba suceden cosas que a veces no entiendo; así que mejor ni lo intento.

Antes se argumentaba que en casa grande se vive más protegido. Ahora no sé si esos discursos tienen ya justirficación real. La seguridad depende de la capacidad de mirar hacia delante y cambiar el rumbo cuando se atisban dificultades. Si navegas en un barco grande la maniobrabilidad quizá no sea uno de sus puntos fuertes.

En fin, que cada día encuentro más razones para seguir viviendo en la periferia empresarial. Porque, claro, fíjate qué contradicción: lo digo yo, que tengo una empresa. Vale, empresa unipersonal, artesana y no sé qué cosas más, pero empresa. ¿Entonces? Entonces la «empresa» es sólo un instrumento que nos permite hacer lo que queremos formando parte del sistema pero jugando en zonas fronterizas donde las reglas se redefinen con cada partida. Estamos dentro porque a día de hoy el activismo requiere conocer las interioridades del sistema. O simplemente porque asumimos el mundo paradójico que habitamos.

Más ideas similares en este mismo blog:


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(1) Podéis leer estupendas reseñas tanto vía Amazon como a través de Digitalistas, el estupendo blog de Hugo Pardo Kuklinski y Carlos Scolari (reseñas aquí y aquí).

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12 comentarios

gustavo 22/07/2008 - 07:50

Estimado: La pregunta parece acertada, y quisiera ir más lejos aún, si nos estamos preguntando sobre la necesidad de las empresas, deberíamos preguntar si existe la necesidad de un nuevo marco legal que haga viable esas pequeñas unidades por proyectos.

De todos modos, para abordar proyectos desde esta perspectiva, sea necesario además una gran sensibilización.
Las empresas en muchos casos son necesarias, la producción en sí, es necesaria, sin ella no podríamos sobrevivir (especialmente en grandes ciudades), pero como bien dices, en los servicios es un universo abordable.

Creo si se me permite, que el gran impulso al cambio de ese «Único modelo» será cuando exista toda una teoría respecto de «empresas por proyectos sostenibles», dado que la sostenibilidad es un componente necesario para la estabilidad emocional de las personas (en su desarrollo personal por las incidencia en su entorno próximo).

Ya me dirás vos si esta respuesta acierta el tema o se diluye.
Saludos, y que sepas que te sigo!!

Gustablog

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Manuederra 22/07/2008 - 08:41

Definitivamente, SÍ necesitamos empresas en el mundo. En la mayor parte de los sectores productivos son necesarias al menos para asegurar la producción de una forma organizada y sistemática. Ahora, etniendo que estás pensando en empresas terciarias, sobre todo de servicios de formación, información, comunicación, estrategia,….sector consultoría. Ahí, de hecho, creo estamos ya empezando a generar modelos intermedios, difusos.

Pero recuerda, «cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí» (A. Monterroso), así que siempre habrá dinosaurios, mastodontes, elefantes y paquidermos en general.

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M@k, el Buscaimposibles 22/07/2008 - 09:55

Yo necesito una…

("Me voy a desconectar2, "me voy a desconectar", decía el artesano ;->)

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Anonymous 22/07/2008 - 17:09

quizá una cosa que diferencia es que en las redes sociales,compartes muchas veces objetivos comunes,una afición,una pasión etc. como en mi red social
http://www.travbuddy.com
aqui estoy
http://www.travbuddy.com/asturjimmy

y en la empresa muchas veces y mucha gente,está( queramos o no) por la pasta.también creo que muchos departamentos de RRHH,nunca preguntan a nadie,usted que le gusta,que sabe hacer bien,etc,como crear esa misma sintonia con la empresa es bastante complicado-a día de hoy-aunque no imposible
salu2

Iván

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ALyCie 23/07/2008 - 08:56

Cualquier persona que realice una idea, está haciendo empresa.
Otra cosa es el tipo de empresa que necesitamos, además de servir a una idea, sirva a la sociedad.
Sitglitz diferencia entre los beneficios del capital y los beneficios sociales que deben estar equilibrados, cosa que sin duda, en los últimos 8 años, no ha ocurrido así en todo el mundo.
¡Saludos!

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ricardo_amaste 23/07/2008 - 13:00

NO necesitamos gente que quiera tener empresas: Unidad de organización dedicada a actividades industriales, mercantiles o de producción de servicios con fines lucrativos.

SI necesitamos gente que quiera acometer EMPRESAS: Acciones o tareas que entrañan dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo.

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Pradas 24/07/2008 - 09:03

Ricardo, el tipo de empresas que quieres incluye el tipo de empresas que no quieres. A esto se le llama «la paradoja de antón», aunque aún no está descrita como caso de estudio en ninguna universidad.

Por otro lado, claro que necesitamos empresas. Empresas grandes, empresas pequeñas, miniempresas, profesionales independientes, empresarios y empresarias de fin de semana, empresas con fines sociales, nuevos modelos de organización empresarial… Pero sobre todo necesitamos actitudes emprendedoras, empresariales y muchas ganas de hacer cosas. Cada cual cumple su papel en el contexto socioeconómico en el que se desarrolle.

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ricardo_amaste 24/07/2008 - 11:36

Hola Pradas.
Es curioso, porque mi primer apellido es Antón.
A ver si va a tener algo que ver!!!

No creo que un tipo de empresa deba incluir necesariamente el otro (creo que eso es a lo que nos hemos acostumbrado o como nos han enseñado).

De todas formas, si fuese como tu dices y teniendo en cuenta lo de que cada cual cumple su papel en el contexto socioeconómico, si analizamos el ecosistema actual veremos claramente que hay muchas de un tipo y muy pocas de otros posibles… Por tanto un ecosistema insostenible.

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Julen 24/07/2008 - 17:53

gustavo, la respuesta contribuye con un nuevo término: el de los proyectos sostenibles. No sé si diluye, pero sí que lo enriquece.
manuederra, ¿no llegaremos a ver el fabbing?
m@k, la desconexión tiene muchas formas y colores, como puedes ver en el post que voy a publicar dentro de un rato.
ivan, seguro que es posible, aunque sea a pequeña escala.
alycie, pero quizá esos conceptos de empresa están ya superados, ¿no? Quiero decir que si hacer empresa es tratar de que la última línea de la cuenta de resultados se dispare, que es la norma en el 99% de los casos, entonces mejor cogemos otro autobús.
ricardo, apúntate una en lo de «acometer» empresas. Me lo tomo prestado.
pradas, pero quizá debamos reconsiderar el papel de la empresa en la sociedad, ¿no? Me refiero a que yo percibo que lo económico se ha comido a otros ámbitos sociales y me temo que la cultura de consumo está aliada con la empresa para recorrer un camino que dudo mucho que sea sostenible.

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gustavo 28/07/2008 - 11:48

Julen, me quedo con esto último que decís, lo económico se consume otros ámbitos sociales.
Creo entender que demasiado desarrollo literario, teórico y pragmático sobre experiencias de empresa, pero lo social sigue quedando atrás, por H o B, la cuestión fundamental que tanta innovación no deja de producir efectos colaterales sobre lo social que sigue sin abordarse.

Saludos!

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ricardo_amaste 28/07/2008 - 12:44

Gustavo, quizá el problema va más allá. Desde lo social, desde la sociedad civil se ponen en marcha iniciativas, generan movimientos, se producen “cosas” que se autogestionan y autoabastecen. Quizá son “cosas” en precario, que podrían desarrollarse de un modo más “profesional”, más “eficaz”, pero que responden a necesidades e intereses reales (no prefabricados), movidas por las ganas, el deseo.

Si eso no se desarrolla demasiado no pasa nada, sigue bajo el radar, nadie lo detecta. Pero como esas pequeñas “cosas” se conviertan en tendencia, se vislumbre una necesidad de volumen suficiente que pueda generar cierta rentabilidad, entonces aparecen(mos) las empresas, los supuestos expertos profesionales que vienen a decirle al aficionado como hacer bien las cosas o peor aun, se apropian de “la cosa”, la estandarizan para poder comercializarla, venden su copia defectuosa y abandonan el cadáver a la búsqueda de una nueva “cosa” que parasitar.

No todo funciona así, pero casi todo. Y es difícil mantenerse al margen porque la inercia es muy fuerte. La estructura de la empresa necesita alimentarse (producir-facturar) para seguir viva y como otros organismos, su instinto de supervivencia puede hacerla perversa. Y las empresas son(mos) profesionales, PERVERSAMENTE PROFESIONALES.

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Consultoría artesana en red » Fabricación artesana en red 27/11/2011 - 11:00

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