Modelos de éxito empresarial

by Julen

Las empresas han estado, están y estarán para ganar dinero. La vara de medir el éxito de la empresa pasa por su éxito económico. Hasta aquí poco que rascar. Pero no cabe duda de que, asumido el asunto económico, «ganar dinero» y «tener éxito» necesitan de otras variables a su alrededor. Necesitan que la escalera que conduce al éxito esté apoyada en la pared adecuada.

La primera variable a considerar es la «cantidad«. ¿Cuánto hay que ganar? ¿Todo lo que se pueda? Los endiosados W. Chan Kim y Renée Mauborgne en su best-seller sobre los océanos rojos y los océanos azules ya lo dicen. Eso sí, curioso que tenga que ser en su última página:

El objetivo de la estrategia del océano azul no es restringir la producción fijando un precio alto sino crear nueva demanda agregada mediante un salto cualitativo en el valor para el cliente a un precio asequible.

Por otra parte, ganar dinero tiene siempre que ver con los costes, con las necesidades. No es un valor absoluto. Hay que restarle otra cantidad para hablar de ganancia neta. De ahí que la austeridad sea un buen acompañante en muchas ocasiones del éxito económico.

Sin embargo, más allá de las cantidades me interesa introducir otras dos variables: la idea de sistema y la de tiempo. La primera tiene que ver con la concepción sistémica de la empresa. Cuando ganas dinero, está bien, claro. Pero hay otras muchas variables que conforman un sistema. Si miramos los modelos clásicos de análisis resultados al estilo de la EFQM ya vemos que hay personas, que hay sociedad, además de un montón de resultados de tipo económico. Así pues, hay que mirar la globalidad. La empresa debe verse en un contexto amplio para analizar su impacto. Es como aquella pareja que para resolver sus problemas necesita una visión amplia del terreno que pisa. No sólo se trata de lo que hacen dos personas, sino que a veces la clave de la solución puede radicar en otros puntos del sistema o, al menos, es necesario considerarlos.

Pero hay otra variable que es la que más me interesa últimamente: el tiempo. ¿Por qué? Pues porque creo que es la que mediatiza gran parte del comportamiento empresarial. Si la vara de medir es el año fiscal, las empresas perciben que su éxito o fracaso es lo que hagan en el año. La unidad año determina las pautas de actuación de muchos de sus agentes, incluyendo a los típicos comerciales que han cumplir sus previsiones de venta. El año es el horizonte para conseguir las cosas y a él se supeditan las acciones.

Este tiempo-año es una lacra. Es evidente que hay que mirar más allá. Hasta el tiempo glacial es relevante. Porque, si no, podemos navegar hacia el desastre y no saberlo hasta que estamos en él. Y aquí es donde veo que el tiempo-año como medida del éxito económico no es fiable. Aunque los pequeños éxitos hacen más probable el éxito final no por ello debemos olvidar el hecho social que supone la empresa. Igual que Belbin dibuja en su metodología de trabajo en equipo roles sociales, de acción y de reflexión, la empresa debe reconocer que, además de conseguir resultados económicos, debe cuidar su sistema de relaciones sociales y debe reflexionar sobre su papel en este tiempo del siglo XXI.

Es posible que tengamos que modificar lo que es y lo que no es éxito empresarial. Es importante porque modela conductas. Dinero, dinero, dinero. Todavía pesa mucho este caballero. La corriente que mira por la responsabilidad social corporativa anda preocupada por re-presentar a la empresa frente a la sociedad. Pero pudiera ser que en vez de buscar las prácticas adecuadas, hubiera que cambiar los patrones de éxito y penalizar a quienes anteponen de forma salvaje el éxito económico a cualquier otro valor.

El éxito es lo que cada cual percibe de su actuación. ¿Una separación de una pareja es un éxito o un fracaso? Sólo cada una de las dos partes lo sabe. Desde fuera interpretamos, desde dentro se percibe. ¿Una empresa al llevar a cabo su DAFO en una reflexión estratégica ve amenazas u oportunidades? Depende de su percepción. ¿Cuántas veces hablamos de aspectos que pueden ubicarse en cualquiera de esos dos cuadrantes al mismo tiempo? El éxito genera libros y más libros que son materia prima constante de las baldas de librerías de aeropuerto y otros santuarios de la excelencia empresarial. Es material inflamable.

El éxito empresarial debería ser la percepción de la propia empresa respecto a sus actos. Al final es la de sus personas respecto a los resultados que consiguen. Tiene que ver, en gran medida, con su estado emocional, con su nivel de resiliencia. Terreno complicado. Ánimo, espero que tengas éxito.

La foto es de aloshbennett en Flickr.

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7 comentarios

GUILLERMO DIAZ 07/04/2008 - 08:45

Ciertamente el objetivo prioritario de la empresa actual es ganar mas y mas y generar mas valor para el accionista.

En cuanto al tiempo/año al que aludes, añadiría algo que yo personalmente he vivido en mi antigua empresa. Es la unidad de tiempo/trimestre…. Objetivos y resultados trimestrales y aun cuando en el primer trimestre podías haber pulverizado ese objetivo, si en el segundo trimestre se fallaba, parecía que se había producido un cataclismo.

Esa consecución de resultados a tan corto plazo (trimestrales) es algo ya muy habitual en la planificación estratégica de grandes bancos y aseguradoras.

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Félix 07/04/2008 - 19:15

Buen análisis. Yo iba a añadir que en empresas grandes el plazo no es el año sino el trimestre (e incluso el mes), pero ya queda dicho. Sólo dos ideas:

– En el fondo, la cuestión es definir bien la estrategia. Si de mi estrategia se extraen unos objetivos financieros y otros no financieros, trasladados por ejemplo al BSC, será algo más fácil que las empresas (que no nos olvidemos que no son otra cosa que la suma de muchas personas, cada una con sus propios intereses e incentivos) enfoquen sus acciones sobre eso: mejoras operativas, aumento de la fidelización de clientes, etc. Todo esto lo tienen un pelín más complicado las empresas que cotizan, pues sus resultados financieros son por los que se les mide por el mercado.

– Hablando de personas, cuando las empresas tienen cada vez más la cuestión de la rotación del personal (empezando por sus directivos, que cambian cada cuatro o cinco años, lo cual es incluso fomentado por la empresa). ¿Cómo cuadra esto con intereses no financieros y a largo plazo? ¿Cómo me convencen a mi para que la empresa no gane hoy dinero para poderlo ganar mañana, cuando resulta que mañana yo no estaré en la empresa?

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mkl 07/04/2008 - 22:51

El dinero como la sangre y el año (o el trimestre) como el latido de la bestia. No es que me ponga lírico, es que la ecología empresarial se basa en esa combinación y cualquier evaluación de una empresa pasa por esos parámetros, así que está jodido.

Cualquier objetivo de la empresa más cool acaba siendo condicionado por los de facturación y no se trata sólo de supervivencia (¿sobrevivir a qué y para qué?) es que en el lenguaje universal de empresa todas las palabras tienen el signo del € al final, y pensamos con las palabras, si las palabras tienen €, en € acabamos pensando e imaginando.

La cosa tiene mal apaño. Habría que ponerse radical, radical, para cambiarlo.

Oye, ¡qué complicado es comentar en blogger!

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Julen 08/04/2008 - 05:31

guillermo, el corto y el largo plazo, la paradoja de tener que mirar a ambas referencias. Pero no parece que haya otra forma, ¿no?
félix, interesantes las dos ideas que añades. La rotación de personas claves es una de las razones por las que el proyecto «empresa» es cada vez más complicado de amoldar al proyecto «persona».
mkl, radical habrá que ponerse 😉 Gracias por superar los obstáculos de blogger para comentar je je je.

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Prestamo 08/04/2008 - 19:53

esta es la primera vez que leo tu blog, escribes muy bien, felicidades y gracias por compartir.

Con relación al articulo existe un refrán muy famoso que dice «los que saben, saben… los demás enseñan»

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