Esta mañana he estado en la Universidad de Deusto en Donosti con alumnos de cuarto curso de Humanidades de Empresa. Hace ya un par de meses me llamó Miguel Ayerbe para ver si podía comentar alguna experiencia de transformación empresarial en la que estuviera involucrado como consultor. Así que allí hemos estado compartiendo un rato agradable con chicas y chicos realmente «preguntones». ¡Qué placer cuando sucede! Enhorabuena. No se ve todos los días.
Cuando he llegado a su despacho he visto que las estanterías estaban medio vacías detrás de él. Sorprendido, le he preguntado cómo es que estaban así. Yo no sabía nada. Entonces es cuando me ha dicho que se jubilaba. Ahí, con sus 61 años, un profesional estupendo, al menos en lo que me ha tocado conocerle. Sólo tengo buenas palabras. Recuerdo con especial cariño, sobre todo, un curso que me dio sobre liderazgo transformacional allá por 1991. Lo tengo guardado como oro en paño.
Le he preguntado por su plan de vida. Respuestas: pasar tiempo con sus cinco nietos, pasear, leer, investigar alguna cosa por su cuenta, entrar en algún proyecto de forma muy selectiva. Estoy convencido de que con 61 años es un joven jubilado que entra en una etapa rica en satisfacciones personales. Seguro que a partir de ahora me ganará en estancias en Canarias, donde ambos compartimos gustos parecidos, aunque con ciertos matices isleños.
¿Cómo seremos con 61 años? No sé cómo lo llevará Miguel, pero de repente he envidiado sus 61 años. A pesar de cierto pesimismo que he creído entrever en algunas contestaciones («ahora vamos para abajo» y cosas parecidas), lo que me ha cautivado es la posesión de tiempo que describía. Por contra, mi último medio año me está conduciendo a demasiados compromisos. Cierto que son proyectos interesantes, pero cierto también que consumen mucho tiempo, quizá excesivo. Y hay que reservar tiempo para pensar, por mucho que tengamos que hacer.
¿Con 43 años puedes tener envidia de alguien de 61? El tiempo es una dimensión absolutamente relativa. Toda una contradicción con la que cada vez estoy más de acuerdo. El tiempo se impregna de nuestro punto de vista para reducirse o encogerse. Está lleno de matices, mi hora y la tuya son diferentes.
En fin, seguro que Miguel no leerá estas líneas porque andará ocupado con sus nietos, con su pareja o investigando vete tú a saber qué cosas de los humanos. Ya que he tenido la suerte de compartir con él alguna que otra charla, sólo quería desearle desde aquí lo mejor para la nueva juventud que comienza.
Si queréis leer un documento estupendo que lleva su firma: Retos y propuestas de reflexión en un mundo impredecible. Ah… y curiosa circunstancia que al buscar una imagen de Miguel en Google me haya encontrado con mis colegas del Servicio de Innovación de la Diputación Foral de Bizkaia, Borja Lastra de por medio y Premie como telón de fondo. Pequeño que es el mundo.
5 comentarios
Conocerle a finales de los 90 a Miguel Ayerbe fue una experiencia absolutamente entrañable. Creo que fue Juan Mª Aduriz de Sayma, quien me dió su referencia. En aquella época estabamos trabajando en la mejora del programa PREMIE y queríamos darle un enfoque especial a las cuestiones relacionadas con liderazgo y cultura empresarial. Y en estas que tuvimos la fortuna de trabajar con Miguel. Desde el principio lo que más me llamó la atención fue su humanidad y su generosidad. Persona humilde, cercana y coherente entre su hacer y su decir. Fueron momentos intensos de conversaciones y colaboración. En las reuniones no acaparaba la palabra a pesar de estar especialmente cualificado. En las sesiones formativas que nos dió, cada palabra estaba cargada de contenido. Recuerdo como si fuera hoy que tras dos sesiones de formación que impartió sobre liderazgo transformador nos dijo con sencillez que, de todos los mensajes dados, al menos recordasemos uno: Liderar es generar contextos de CONFIANZA, y esa enseñanza la guardo como oro en paño.
Cada vez que hemos coincido en algun evento ha sido una gozada saludarle y sentir que aunque el tiempo avanza hay algunos sentimientos que permanecen muy vivos.
La última ocasión que hable con él fue para invitarle a formar parte del Foro de Ïtaca. No pudo ser y lo sentí porque le aprecio mucho.
Gracias Julen, porque mañana mismo le vuelvo a llamar para seguir hablando.
Borja, un tipo entrañable, ¿verdad? Seguro que nos seguimos cruzando caminos, aunque sea en Canarias 😉
Julen, estuve en tu clase ese día. Miguel ha sido profesor mío en Humanidades que ahora acabo. Y nos ha ganado a mí y a todos mis compañeros por como es: » el padre Miguel», le llamabámos con todo el cariño. No me extraña que aparezca en nuestra orla por unanimidad.
Rara combinación de conocimiento, mucho, de la materia, capacidad de enseñar, dedicación y vocación, firmeza académica, justicia en las evaluaciones y trato exquisito con todos nosotros.
De lo mejor que he conocido en la facultad. Me hubiera gustado hacerle llegar en persona mi reconocimiento y la suerte de haber estado en sus clase.
Que no deje que lo mucho que atesora se desvanezca sin más.
[…] Miguel Ayerbe, y su versión del liderazgo transformacional, nos habla de dejar de pensar en los otros en términos de “empleados” o de “recursos” para pensar en ellos como colaboradores y como personas, y propone para ello 17 pautas conductuales (*Estas pautas se han extraído de este manual de 38 herramientas, en cuya producción he participado) que nos podrían servir como orientación para la acción en su aplicación a “colaboradores” o su traducción a “compañeros”: […]
[…] unos años, cuando Miguel Ayerbe, dictaba la asignatura Cultura Empresarial en la Licenciatura Humanidades:Empresa, la mejor carrera […]