Tensión en el estómago

by Julen


Leía hace poco todas las malas cosas que te pueden pasar por eso que ahora llamamos stress, que no sé si escribirlo con «e» delante o sin ella, con un «s» o con dos. Porque en inglés parece que es más grave, ¿no? El caso es que jode lo suyo. Antes la gente moría porque sí, de repente. Morían y ya estaba. Ahora en muchas ocasiones sabes que vas a morir con mucha antelación. Lo sabes y eso te transforma, para bien o para mal. Tienes la información, haz con ella lo que puedas.

No me digáis por qué empiezo a hablar de la muerte. No es para tanto. Este pedacito de texto con letras, una detrás de otra, sólo quiere hablar de estrés. A mí me va al estómago. Se queda allí a revolver todo lo que pilla. Estira, encoge, golpea, molesta, se acurruca, grita. Allí se queda durante un cierto tiempo. Es el tiempo en que por fuera pasan cosas que añaden presión extra al cerebro o al corazón. De fuera se vuelve hacia el interior y presionan, vaya si presionan.

Mi vida transcurre plácida y tranquila. A mi alrededor la gente no muere de hambre ni veo niños jugando con armas de verdad. Eso queda muy lejos. Así que mi cuerpo de vez en cuando insiste en construir estrés, tomando los nutrientes de la más insulsa realidad. Para ello busca fuera una determinada secuencia de asuntos, que en la dosis adecuada y ordenados con inquina, consiguen que el estómago me diga que sí, que ahí te jodas. Entonces siento un extraño palpitar que no es palpitar, que es otra cosa. Es un pequeño traqueteo extraño que sí, quizá un pulcro terapeuta, llamaría angustia, ansiedad. Y ahí se queda a vivir conmigo unos buenos ratos.

Mi abuelo fue el paradigma del mundo que yo no poseo. Murió en un mundo limitado en lo geográfico y en lo mental. Eso sí, un mundo lleno de pequeñas acechanzas que también había que torear. Y también a veces en aquel mundo se fracasaba. El estrépito era tal que la gente hasta se volvía loca. Porque no había pequeños resquicios para el stress, la angustia, la ansiedad, el miedo. No, en aquel mundo simplificado te volvías loco. Y podían tolerarte, o no. Ahora todo es información y sabes que tus neurotransmisores empiezan a hacer el gilipollas de vez en cuando. Y cuando se ponen, se ponen. Es entonces cuando mi estómago les da la bienvenida. Porque siempre ha sido muy educado y es incapaz de cerrar la puerta a nadie.

En estas andamos cuando menos mal que mis neuras hace ya tiempo que generaron anticuerpos. El primero y y más sencillo: la sonrisa en los labios. Repele cual capa impermeable todopoderosa cualquier intento de asalto ansioso poco estructurado. Sales al portal, miras el día gris y colocas una sonrisa. También hay que andar despacio. Porque las prisas son las amigas del estrés. Vístete despacio que tengo prisa. Dale duro y en la línea de flotación. Sonrisa y paso tranquilo. Es lo que toca. Mi abuelo tendría otras tácticas. Pero aquí cada cual tiene que buscar su parapeto.

Y en esto andamos. Mira que sin blog se quedaba dentro. Gracias por leerme. En realidad, es evidente que formas parte también de mi antídoto. Medicina del siglo XXI.

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10 comentarios

Tíscar 29/10/2007 - 09:19

Este es un buen espacio para canalizar algunas de esas tensiones. Cuando me siento en una situación así, pienso en el estrés primario, ese que deben sentir las madres cuando sus hijos se van en patera o de lo que supone vivir en Congo p.ej. y entonces lo mío me parece pecata minuta, me siento ridícula y lo veo con más perspectiva.
Ánimo, nos vemos en el eFindex 🙂

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M@k, el Buscaimposibles 29/10/2007 - 12:04

Según parece, el sistema nervioso y el estómago y adláteres están más relacionados de lo que parece, hasta el punto de que se sospecha que algunos males estomacales pueden ser parecidos a dolores de cabeza de las neuronas y los nervios que bajan hasta ahí. Vamos, que encantado de formar parte del remedio 😉

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kanif 29/10/2007 - 12:30

A mi me afecta también al estómago, y a algunas otras partes.

De acuerdo con el buscaimposibles.
leí en alguna parte que el sistema digestivo es como un segundo sistema nervioso.
Y lo de la sonrisa en cierto. Alivia tensiones.

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Yoriento 29/10/2007 - 12:52

La sonrisa, por supuesto, también el vestirse despacio… Y nunca viene mal una postura estoica ante la vida, no esperar tanto de ella aún cuando luches por conseguir lo máximo. Ya lo hemos hablado, para algunos esto puede interpretarse como pesimismo negativo. Para mí es sólo buena gestión del día a día, una forma de hacer más probable que son la sonrisa casi tengas ya bastante, independientemente de lo que pueda venir detras. 🙂

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félix 29/10/2007 - 19:07

Parece que es «políticamente correcto» 🙂 decir que uno sufre estrés pero que lo sabe sobrellevar: respira hondo, se toma la vida como se la debe de tomar, dimensiona los problemas en su justo término, sonríe, anda despacio… Todo esto es verdad que sirve, pero algunos, como yo, no parece que sepamos hacerlo, nos agobiamos más de la cuenta, nos apabullan los papeles, los problemas, las llamadas, las urgencias, las reuniones en las que parece que te juegas tu carrera o tu reputación, y que son casi diarias… A lo mejor tenemos más que otros, o a lo mejor es que no nos sabemos organizar.
En fin, gracias por tu reflexión que me dado pie a mirar por la ventana (el viernes no era de noche a estas horas) y sonreir viendo a la gente caminando. Enhorabuena por saberlo sobrellevar y sigue así.

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mpiryko 29/10/2007 - 19:44

Pareces humano, cosa que no dudaba, pero ahora lo pareces.
¡Salud! -ausencia de stress-

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Centinel 29/10/2007 - 20:19

Si últimamente has tenido el estómago un poco jodiillo, quizás se deba al virus que pulula este año, que anda infectando a todo Dios con síntomas no muy acusados, pero molestos durante unos días. Viene ultracontagioso y está arrasando en número de infecciones.

Lo digo porque no siempre es el estrés el culpable de todos nuestros males. Que quizás también…

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Telémaco 29/10/2007 - 20:28

Este post lo podría haber escrito yo, porque comparto sentimientos, incluso efectos secundarios y remedios, pero evidentemente no con la elegancia con la que lo has hecho tú.

😉

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Julen 30/10/2007 - 05:26

Tíscar, siempre pienso la suerte que hemos tenido por nacer aquí. Estadísticamente no era tan probable y aquí estamos.
M@k, complicado es el cuerpo, todo lleno de extrañas conexiones.
kanif, mi segundo sistema nervioso… pues sí, sí que es nervioso 😉
yoriento, hay que practicar con soluciones caseras. Muchas funcionan si las intentamos de veras. Al final, supongo que es actitud, ¿no?
félix, los agobios son la otra cara de la moneda. De vez en cuando toca conocerlos aunque sólo sea para darnos cuenta que es mejor estar en el otro lado.
mpiryko, pues sí, ya ves. Humano y con neuras, como todos.
centinel, lo mismo le engaño al cuerpo y le cuento no sé de qué de unos virus. Pero me da que no se me va a dejar tan fácilmente.
telémaco, elegancia o no, allá abajo por las tripas nos igualamos todos, creo. Gracias por tu amable comentario, como siempre.

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Nacho Gallego 31/10/2007 - 17:03

Conozco esos mensajes sabios del cuerpo que me piden PARAR por dentro. No empujar el río, sino dejarme llevar por su corriente creativa. Un abrazo.

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