Lógico, discapacitados para emprender

by Julen


Amalgama de letras me ha hecho pensar de nuevo en torno al emprendizaje al escribir su artículo “Así que quizá sea más fácil emprender cuando has llegado a los 40” . Porque quizá yo estoy viendo sólo una parte de la jugada, la parte optimista. Será mi naturaleza. Así que aquí intento esta vez un ejercicio de acidez laboral.

Emprender es decidir y gestionar. Quiero decir que hay que pensar, hay que evaluar pros y contras, y tomar decisiones. Por detrás hay que trabajar una actitud para tirar del carro, sea cual sea la decisión de emprender que hayamos tomado. Emprender, desde luego, es una actitud. Y luego hay que gestionar lo que va cayendo en el saco.

Si tienes más de 40 años o estás en torno a ellos, ¿qué tal te ha ido la vida? Es probable que hayas tenido que tomar tus decisiones, ¿verdad? Familia, encontrar trabajo, el crudo asunto de la vivienda, los asuntos del dinero y cosas por el estilo. Lo quieras o no, has tenido que ir sopesando pros y contras, con más o menos información, y asumiendo unos mínimos riesgos en tu vida. Me temo que no has podido delegar tus propias decisiones. Poco a poco, de ellas habrás ido aprendiendo. Espero que te vaya bien.

O sea, que tu vida ha requerido tu participación activa. Y unas cuantas actividades te han requerido contactar con otras personas, negociar, llegar a acuerdos y a desacuerdos. Has tenido que darle vueltas por las noches a un montón de asuntos. Les has dedicado tiempo y, mejor o peor, has tirado para delante. Ánimo, insisto.

Pensemos ahora en la actividad laboral. Supongamos que andas en torno a los 40 años. Es posible que la estadística me presente a una persona que comenzó a trabajar para ganarse el dinero que le hace falta con el sudor de su frente. Ese dinero le sirve para sacar adelante la parte de su vida que gestiona, sin delegarla en nadie: su vida de verdad. Pero en el trabajo, alguien piensa las cosas por ti. Cada mañana alguien ha pensado qué hay que hacer y te introduce en un túnel donde no ves ni hacia delante ni hacia atrás. Sólo ves lo inmediato: el trabajo que hay que hacer. Incluso hasta lo haces bien.

¿Has tenido que tomar decisiones de compra en tu trabajo?, ¿has tenido que negociar?, ¿has tenido que buscar alternativas para comparar cómo hacer mejor las cosas y sacar el mejor partido de lo que haces?, ¿has tenido que evaluar qué tal ha resultado lo que has hecho para ver si la siguiente vez lo harías igual?, ¿has desarrollado relaciones, has hecho amigos, has depositado confianza en otros colegas?, ¿te has arriesgado en algunas ocasiones apostando por formas de hacer que quizá no fueran las habituales?, ¿había alguna razón para que llevaras una sonrisa en los labios cuando llegabas por la mañana?

Claro, has gestionado tu vida. No te ha quedado más remedio. Pero quizá las circunstancias -muchas circunstancias, todas juntas conformando un gran sistema- te han incapacitado para emprender. Es una consecuencia lógica. Te han enroñecido las habilidades para hacer en el trabajo lo que haces en tu vida. Quizá sea así de sencillo. Eres una persona discapacitada. Discapacitada para emprender. Víctima de las circunstancias.

Nota.- Quizá entiendas mejor este asunto leyendo un par de artículos que habíamos escrito antes: Emprendedores de laboratorio aquí en este blog y Desmitificando la cuarentena en el blog de amalgama de letras.

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4 comentarios

Sopa de letras 16/09/2007 - 16:32

Me ha gustado mucho el análisis.
Desgraciadamente creo que el artículo refleja a la inmensa mayoría de los trabajadores del país, esos que no tienen oportunidad de participar, no ya activamente en las decisiones de su empresa, sino simplemente en sentirse parte de ella o de una pequeña parte como es el equipo de trabajo. Sólo un grupo escapa a esa tiranía laboral.
Con lo fácil que sería para muchos directivos encargarse de engrosar regularmente la ‘cuenta corriente emocional’ de sus subordinados… Es sencillo y basta comenzar con pensar que no son recursos, son seres humanos utilizando recursos.
Cuando alguno de ellos dijera a su jefe –«Me voy de la empresa para emprender mi camino…», el ejecutivo podría sentirse satisfecho, orgulloso y partícipe de su marcha porque ha estado promoviendo aquéllo que ha necesitado el emprendedor para tomar su decisión.
Un abrazo.

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Julen 17/09/2007 - 10:22

Buena parte del problema tiene que ver con que muchos trabajos no favorecen que las personas se comporten como tales. Así de simple, desgraciadamente.

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Lula Towanda 18/09/2007 - 20:08

Después de que ayer personalizase a mano una docena de e-mails en inglés para enviarlos apersonas que son españolas, creo que me han matado como emprendedora 🙁
Mi marido me ha despedido esta mañana con un ¡adiós esclava!

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Jaizki 18/09/2007 - 22:59

No me convence nada eso de ser «Víctima de las circunstancias».

Creo que cada uno tenemos la capacidad de cambiar nuestras circunstancias, y si no hemos querido o sabido hacerlo, no podemos echarle la culpa a nadie más que a nosotros mismos.

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