El día de Santa Tecla, Más que palabras

En casa estoy seguro que dirían que soy un tipo callado. Por eso me encuentro en un dilema conmigo mismo y mis circunstancias. He aceptado hacer la temporada 2007-2008 en Más que palabras, el programa de Radio Euskadi, que coordina Javier Vizcaíno. Ya comenté alguna cosa aquí. Supondrá aparecer por allá cada dos domingos, a partir del próximo 23 de septiembre, de 9 a 10, en la tertulia A tres bandas. Allí hay que hablar. Quienes seáis indígenas de esta parte del sur de Islandia podréis sintonizar emisión radiodetodalavida. Quienes habitéis otros planetas podréis escuchar vía Internet.

Hermoso cambio de hábitos. Esa hora dominical es hora de bici, como todo el mundo sabe. Así que habrá que introducir algunos cambios en las rutinas (en)cicloplédicas. Pero lo que me induce claros movimientos peristálticos es el hecho de participar en un nuevo registro: el que impone el reducido tiempo de la radio, compartido con quien modera y con el resto de tertulianas y tertulianos. Ya iré contando experiencias. Que haberlas, las habrá.

Supongo que seguiré siendo el único bicho viviente que se va a aquella pecera de Radio Euskadi con su ordenador portátil. Todavía me da corte llevar mis antenas verdes, pero todo llegará. Así que sólo llevaré el portátil, lo que supone una clarísima trampa, un as en la manga respeto a mis colegas. Pero en estos sitios se acepta la ley de la ventaja. No me digáis por qué.

Bueno, a lo que iba. Que a mí me gusta escribir. Hablar por escrito. Y no como a Fernando, que necesita crear desde el boli. Yo lo hago con mis 300 largas de mecanografía. Sí, lo reconozco, soy un dinosaurio: yo estudié mecanografía en los tiempos en que las teclas se hundían como dios manda y no como ahora. Yo escribo. Mi diarrea sale por los dedos, golpea las teclas y luego no me digáis qué sucede para que os llegue a quienes leéis esto. Eso es el cuarto misterio.

Pues el caso es que a un bloguero con diarrea mental como yo, le hacen estrenarse un 23 de septiembre, Santa Tecla. Sí, Tecla, pero con mayúscula. Esta buena mujer, que lo sepáis, sufrió algún que otro martirio, pero no hubo manera:

• la lanzaron a un foso con reptiles venenosos, pero la respetaron
• la ataron a dos bueyes para que la despedazaran, pero misteriosamente perdieron su fuerza
• la intentaron quemar viva en una pira, pero el fuego se desvió y mató a sus verdugos
• la arrojaron a los leones, pero los animales se dedicaron a lamerle las heridas para curarla

Así que, con estos antecedentes, comprenderéis mi natural optimismo: me siento protegido por los cuatro costados. Claro que me callo la parte que explica por qué sólo quedó como motivo de adoración para los fieles el brazo de Santa Tecla. Eso es harina de otro costal. Así que ya sabéis: no sólo nos leemos, sino que nos escuchamos. Ah… por supuesto que en los programas, vía gmail, si alguien quiere chatear, allí me pilla. En la medida que mi multitarea me lo permita dialogaré más allá de A tres bandas.

Nota.- Santa Tecla no tiene entrada en la Wikipedia. Así que hago desde aquí un llamamiento para subsanar tan lamentable hueco que desluce un proyecto emblemático de nuestra era.

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