Publicidad personalizada o spam, tú decides

El spam enviado por correo electrónico forma parte de lo cotidiano. Cierto que no me molesta demasiado. Gmail, en mi caso, funciona casi como un reloj y aparta de mi vista la mayor parte de ese tipo de correo. Sin embargo, de vez en cuando aparecen mensajes que alguien me está enviando porque cree que puedo estar interesado en ellos. La publicidad de toda la vida, que en vez de llegar al buzón de papel llega al buzón electrónico. Y aquí entramos en un terreno delicado, donde lo mejor es aplicar el sentido común.

Si spam es correo electrónico no deseado, cabe considerar que soy yo quien decide lo que deseo o no deseo. Pero eso coloca a quien envía correo en un imposible: no puede ponerse en mi pellejo y decidir por mí. Bueno, claro que hay cosas que son obvias y otras no tanto.

Creo entender que spam incluye necesariamente el envío masivo de correo. Pero eso supone tomar el punto de vista del emisor y no del receptor. Además, «masivo» es un término ambiguo sobre todo para quienes piensan que tres personas son una multitud. Y aquí, a fin de cuentas, creo que somos quienes recibimos correo quienes tenemos la obligación de ir enseñando a nuestras herramientas a distinguir spam de lo que no lo es.

Por ejemplo, recibo un correo de Panda Software ofreciéndome varias veces un producto. Para mí es spam si no lo he pedido, por muy cliente suyo que sea. Recibo un correo de alguien a quien no conozco que hace una consulta sobre algún tema concreto. Para mí nunca va a ser spam si las formas son las correctas. Porque una cuestión fundamental son las formas y aquí pisamos terreno muy delicado.

¿Es spam ese correo de gente que está organizando un evento y que te envía su publicidad para que lo «muevas» entre tu gente allegada? Esta es la cuestión. Porque es tan fácil enviar correo «personalizado» que hay ocasiones en las que ese «Hola Julen» del comienzo es tan sospechoso como impersonal su contenido. Y creo que voy a empezar a marcar como spam algunos de estos correos. Cada cual que tome el camino que crea más conveniente. Con el buzón de correo papel me resulta más complicado porque no tengo poder suficiente, pero con el correo electrónico tengo herramientas. Y soy yo quien decide si el correo es deseado o no deseado.

Quizá sea una cuestión delicada la de marcar como spam correo publicitario relacionado con tu actividad. Pero si el manejo de información acerca de mi persona posibilita publicidad «ad hoc» creo estar en el derecho de marcar spam según mi criterio. Insisto que, en gran parte, el spam que marco tiene que ver con las formas. Disfrazar de personalizado un correo masivo es demasiada tentación. No tengo muy claro qué repercusión tiene que un simple ciudadano marque correo como spam o cómo trata gmail por ejemplo esos correos. No sé qué va a distinguir la próxima vez. Habrá que ir con ciudado.

Quizá es tan simple como contestar con un simple mensaje estandarizado y avisar de esta forma a quien lo ha enviado en cuanto que lo estoy considerando spam:

Me gustaría no volver a recibir correos de este tipo porque los considero spam. Gracias.

Cada cual que decida si deja los correos entren en su buzón y luego pincha en «suprimir» o si se anticipa e intenta que no entren en su buzón. La tecnología permite un «suprimir» fácil, pero a mí me interesan las actitudes de quienes envían. Quiero que sepan que no me gusta recibir correos de ese tipo. Así de simple.

En una frenética carrera de publicidad personalizada tenemos la posibilidad de cerrar la puerta. Tú verás hasta dónde quieres ejercer ese derecho.

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