Hipertransparencias

by Julen


Clive Thompson escribe un interesante artículo en Wired: The See-Through CEO. La idea de fondo es la imposibilidad de evitar la transparencia. No puedes hacer nada contra ella, así que lo mejor que puedes plantearte como directivo es entrenarla. Hagas lo que hagas, no vas a poder ocultar lo que pasa de puertas para dentro. Es como si alguien hubiera instalado micrófonos, si no megáfonos, para que tus interioridades dejen de serlo. ¿Realmente esto es así?

Es cierto que puedes teclear el nombre de una empresa en Google y que ahí sale lo que sale, lo quiera un directivo o no. Pero a veces tengo la impresión de que «hecha la ley, hecha la trampa». Me refiero a lo de «escribir para Google». Clive dice en su artículo:

Which illustrates an interesting aspect of the Inter net age: Google is not a search engine. Google is a reputation-management system. And that’s one of the most powerful reasons so many CEOs have become more transparent: Online, your rep is quantifiable, findable, and totally unavoidable. In other words, radical transparency is a double-edged sword, but once you know the new rules, you can use it to control your image in ways you never could before.

Así pues, Google se convierte en el juez que dicta sentencia sobre si alguien es legal o no. En realidad no dicta sentencia sino que muestra los argumentos para que tú decidas si una empresa es digna de tu confianza. Luego tú eres quien decide. Eso sí, pudiera ocurrir que los argumentos sólo conduzcan a una única conclusión. No vale tanto la conclusión sino que, negro, pequeñito y cantarín: grillo, no podía ser otra cosa. Pero eso sí, tú dijiste que era un grillo, no yo.

Venture capitalists now demand that CEOs be fluent in blogging. Parece que necesitamos que nuestros directivos hablen y hablen, pero que lo hagan mejor a través de ciertos medios y no de otros. Necesitamos que hablen a Google para que Google suba su reputación. Claro que cuando los directivos escriben tendrán que tener puesto un ojo en el usuario de verdad, en la persona de carne y hueso, y el otro en el maldito Google. Estas son las leyes de la reputación en el mundo actual: una combinación de extroversión delirante y un buscador que encuentra tus palabras en el ciberespacio y te da puntos extra de reputación.

Transparency is a judo move. Your customers are going to poke around in your business anyway, and your workers are going to blab about internal info – so why not make it work for you by turning everyone into a partner in the process and inviting them to do so?

La gran conversación. Invita a todos a hablar de todo en el bazar. De la catedral del silencio al bazar del griterío. Escribe, contesta, apasiónate, discute, grita si hace falta. No puedes quedarte callado. Callarse es perder reputación en el bazar del griterío. Tienes que generar hiperactividad transparente. No sólo tienes que hacer sino que tiene que parecer que haces, bajo los designios de San Google. El judo es la técnica para que enlaces con las conversaciones de tus grupos de interés.

Clive insiste en el artículo en el hecho de «escribir». Parece que la transparencia tiene que ver más con escribir que con hablar. Parece que la conversación digital, más basada en la escritura que en la expresión oral hasta ahora, requiere que seas una máquina de escribir humana. Ya sabes qué tienes que entrenar: revisa tu ortografía, cuida tu redacción, hazte un cursillo para escribir con todos los dedos sobre el teclado… Ya ves cuáles son las competencias del directivo en el siglo XXI: habla por los codos, pero hazlo sobre todo en digital, no vaya a ser que Google no se entere de que has tenido una reunión con tu gente porque no hubo huella digital del evento.

By seeming «basically like a normal human,» a company can quickly generate a surge of goodwill. As Redfin’s Kelman puts it, «There’s a whole class of CEOs who can hardly write an email. But I feel like in this new digital world, there are haves and have-nots, and people who can’t write convincingly – they’re leaving themselves defenseless. The people who clearly enjoy writing and blogging are like CEOs 2.0 – they have competitive advantage over other CEOs.»

Y en todo esto, la comunicación cara a cara sigue generando las más potentes emisiones de autenticidad. Cuando te veo ahí enfrente, no hay escapatoria. Eres tú quien habla. No puedes ser otra persona aunque lo intentes. Una vez me podrás engañar, pero si te veo frente a mí un día sí y otro también, entonces sé quién eres, sé cómo te comportas. Y eso que Google, el pobre tonto, ni se entera.

O sea que tenemos que explotar la transparencia. No hay elección. Además, no hay medias tintas. Ya nos lo dicen: You can’t go halfway naked. It’s all or nothing. Executives who promise they’ll be open have to stay open. The minute they become evasive about troubling news, transparency’s implied social compact crumbles.

Directivos en bolas, con perdón. Ese es el futuro que les espera. Nunca más podrán ocultar sus vergüenzas. Y cada vez que hagan intentos, Google les cazará a través de alguien que ha creído atisbar que, efectivamente, quería tapar sus vergüenzas. Google rastrea, olisquea y encuentra. Es un sabueso implacable que va a cambiar la forma en que los directivos van a trabajar.

¿Para tanto es? Yo tengo sentimientos contradictorios con esta historia de la transparencia. Tengo la sensación de que los jóvenes se están mosqueando con Google. Lo escucho en mis clases. ¿Qué es eso de que Google diga cosas de mí que no quisiera que dijera? Si en tu adolescencia te mosqueas con estas cosas, estás sembrando animadversión para el futuro. ¿La intimidad ha muerto?, ¿Orwell anticipó bien el futuro? Pues no lo sé. Porque va a resultar que el Gran Hermano no es político sino un buscador: Google. Y puestos a ello, resulta que al final debemos relajarnos y disfrutar de la violación que sufrimos. Porque surge una paradoja que tiene su lado positivo:

But here’s the interesting paradox: The reputation economy creates an incentive to be more open, not less. Since Internet commentary is inescapable, the only way to influence it is to be part of it. Being transparent, opening up, posting interesting material frequently and often is the only way to amass positive links to yourself and thus to directly influence your Googleable reputation. Putting out more evasion or PR puffery won’t work, because people will either ignore it and not link to it – or worse, pick the spin apart and enshrine those criticisms high on your Google list of life.

Así que las empresas -y las personas- están sometidas a las ley universal de «cuanto más se hable de ti mejor«. Ábrete en canal. Da igual que seas bueno. Si nadie lo dice no vale para nada. Tienes que generar diálogo en torno a ti. Sé cotilla, chismorrea. Si no se entera nadie de que estás ahí, no eres competitivo. Claro que otra cosa es que seas feliz. Porque esto último creo que no correlaciona necesariamente con la locuacidad. En boca cerrada no entran moscas. Calla y sé feliz: es una alternativa.

Por cierto, llegué al artículo de Wired a través de digitalismo.com, uno de mis sitios favoritos sobre cibercultura.

Si te interesa leer alguna otra cosa sobre transparencia en la empresa, te recomiendo en este mismo blog: Empresa: información con siete candados

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3 comentarios

cebolla 09/05/2007 - 21:06

Esto se parece cada vez más a la política, por eso de tener que hablar y generar presencia constante a través de lo que se dice.

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Julen 10/05/2007 - 05:16

No está mal la comparación con el parloteo de la política, no.

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Consultoría artesana en red » Los blogs y la legalidad vigente 14/02/2011 - 17:25

[…] nuestros blogs sino a la vida en general. Pero en lo digital hay que andarse con más cuidado. La huella digital es alargada, muy alargada, más que la del ciprés de Miguel Delibes, me temo. Hay que actuar con sentido […]

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