Hacia la era de la nanoinformación

by Julen


La fragmentación es una característica de nuestro tiempo. Fragmentos. Pedazos. Pequeñas unidades. El mundo se acelera y las unidades de información minimizan su tamaño. De la mano de lo digital caminamos desbocados hacia la era de la nanoinformación. No me refiero tanto a la nanoinformación soportada en artefactos tecnológicos, sino a la nanoinformación humana.

La velocidad que llevamos, cuesta abajo y sin frenos, da miedo. Y, además, parece que este mundo atrae y capta atención. Paradójicamente, la nanoinformación atrae, al mismo tiempo que provoca desajustes en la propia atención que capta. No somos personas que venimos de serie preparadas para esta nueva forma de comprender el mundo.

El mundo twitterizado ha llevado lo banal a la escena estelar. Te enganchas a pequeñas partículas de información, un polvo comunicativo que impregna tu vida. Esas pequeñas partículas se adhieren a tu cuerpo y te asaltan como pequeñas punzadas apenas perceptibles individualmente, pero peligrosas en su conjunto. La nanoinformación ha llegado y es poderosa, porque llega desde el lado social de la tecnología. No te equivoques, que no la provoca Twitter o millones de SMS. No, la provocamos los humanos. No mires a otro lado.

Pervasive conectivity, no podemos desenchufarnos de esos microcanales de datos. Puede que tengamos que invertir la piramide que conducía de los datos hacia la sabiduría. Ya hay explicaciones críticas con el modelo inicial. Los datos se erigen en la máxima expresión porque son los diamantes en bruto que permiten una transformación posterior de la mano del hombre. Ilka Tuomi, como nos recordaba Juan Freire, ya lo apuntaba hace unos cuantos años en Data Is More Than Knowledge: Implications of the Reversed Knowledge Hierarchy for Knowledge Management and Organizational Memory (pdf completo; resumen). Los datos, los fragmentos de información, han conquistado el planeta 2.0.

La ley de Carlsson dice: Todo trabajo interrumpido es menos eficaz y consume más tiempo que si se realiza de manera continua. ¿Sigue vigente esta ley? Porque si así es, vivimos en un mundo absolutamente ineficaz. Hemos abierto las puertas y se ha colado polvo informativo. Nuestra atención deberá evolucionar. Esa capacidad para centrar la atención con intensidad en un foco único es una lacra. Los humanos estamos en desventaja contra nosotros mismos. Nos infoxicamos mediante nanoinformación para hacer evolucionar la especie.

Hemos entrado en la era de la nanoinformación.

Estas neuras tienen un rastro evidente en este mismo blog:


Y si quieres encontrar más pistas para comprender lo que trato de explicar te recomiendo The Attention Economy: An Overview, un buen análisis descriptivo en Read/Write Web que incluye referencias a Attention Trust, una organización creada por Steve Gillmor y Seth Goldstein.

Actualización 1: veo que Fernando Tricas también anda dándole vueltas al asunto.
Actualización 2: por cierto, estupendo este artículo-resumen del New York Times: Slow Down, Brave Multitasker, and Don’t Read This in Traffic.

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2 comentarios

Nacho Gallego 02/04/2007 - 21:20

Leía pensando hasta que punto los lectores RSS que realizo contribuyen a integrar un poco tanta fragmentación en la información. Supongo que este es mi empeño, cansado de tanta nanoinformación desconectada del sentido.

Gracias por la llamada a la reflexión.

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Julen 03/04/2007 - 06:56

Nacho, los RSS son una herramienta, pero creo que hay que ir más allá para reorganizar la información de acuerdo con nuestros intereses y de eso tú vas muy puesto, no me cabe la menor duda.

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