Innovación y estilos de vida

by Julen


Hoy he tenido comida-reflexión. Ya sabéis que aquí en
esta parte del sur de Islandia tenemos fama de comer bien. De mis seis años en Maier uno de los mejores recuerdos son, sin duda, las comidas de mediodía. Difícil comer mal allá en Gernika. Quizá es que el vasco prototípico entra en flujo mientras degusta buenos manjares. Una forma como otra cualquiera, ¿no? Bueno, perdón, que me disperso.

Decía que he tenido comida-reflexión. El caso es que he estado hablando/comiendo con un par de joyas de Fagor Electrodomésticos y otra de Consonni. ¿De qué? De ideas más allá de la cruda realidad. De ideas más allá de lo suele imponer la todopoderosa productividad. Telémaco ya nos dice que mejor la cuestionamos. Y es que no cabe duda de que la obsesión por ella te conduce a la multiplicación por cero. Tú decides si miras al suelo o al techo.

Y el techo creo que cada vez tiene más que ver con los estilos de vida. Más que pensar en productos y en la ingeniería que aporte valor como sea, tenemos que comprender los estilos de vida. La forma en que los humanos nos movemos por aquí, lo que nos preocupa, lo que nos interesa. En las pautas culturales están hundidas las mejores raíces contra la deslocalización. Tenemos que entender que somos personas y que si encontramos aquellos servicios que nos hacen serlo más -sí, «más persona», más dignas, más comprometidas- entonces no hay quien nos eche del mercado.

La innovación debe salir de la empresa. Debe recorrer un camino fuera del recinto amurallado de la empresa actual. Allí hay demasiada porquería para que salgan las grandes ideas. En el mundo exterior, en el mundo real es donde habitamos las personas. En el mundo de las empresas suceden cosas extrañas, incomprensibles, que sólo tienen sentido si aceptas cierto grado de anormalidad. Allá, más allá de la recepción, más allá de lo lógico y racional, la empresa está enfurecida buscando las fuentes de su eficiencia. Pero allí el río nace contaminado de origen. Hay que salir y mirar desde fuera, con otro enfoque.

Manuel Castells ya escribió en torno a esta cuestión. Él decía que necesitamos comprender la antropología, el sustrato cultural, y no tanto generar una inmensa capacidad de ingeniería. Que alguien cobre menos por pensar no quiere decir que piense peor. Desplazar recursos a lugares donde, simplemente, se cobra menos, es pan para hoy y hambruna para mañana. Hambruna que has comenzado a sembrar.

Nuestras empresas industriales corren coléricas en busca de valor añadido en sus productos. Pero el valor viene de que las personas, quienes vivimos aquí y ahora, sintamos que esos productos me ayudan a ser más y mejor persona. En la reunión hablábamos del «confort». Es un punto de partida interesante: poder considerar que tus productos adquieren sentido en la medida que procuran bienestar a los humanos.

Además, creo que tenemos la inmensa suerte, desde el punto de vista empresarial, de que los humanos queremos ser diferentes y queremos ser individuos… aunque lo seamos en red. Queremos ser personas diferentes, buscamos referencias que nos ayuden a encontrar identidades. Miles y miles de nichos se abren constantemente. El nicho de quienes fotografían Ávila nevada, el nicho de quienes están orgullosos de sus cuartos de baño, el nicho de quienes coleccionan servilletas de papel, el nicho de quienes… Nichos y nichos, tendiendo a infinito en la larga cola.

Innovar requiere salir fuera de la empresa y mirar como nunca lo haría alguien comprometido al 100% con ella. Necesitamos relativizar los puntos de vista. Hoy comiendo acababa por disipar mis dudas: tener éxito empresarialmente es comprender los estilos de vida.

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3 comentarios

jofegaber 15/03/2007 - 00:34

Redirigir la productividad hacia la artesania, no creo que sea la solución. Al menos para cierto ambitos o areas.

En resumen hablas de la vuelta a la artesania, al valor añadido de saber que cada cosa tiene un unico y «especial» destinatario. Y sin embargo creo en ello. Creo en la participación «personal» de cada uno de nosotros en la empresa.

Creo que el estudio de los estilos de vida nos llevaria a darnos cuenta que somos tan diversos como estrellas.

Sin embargo si estoy de acuerdo, no tanto en que sean los «consultores» los que miren desde fuera a dentro, pero que el personal de la empresa sea el que de ese paso hacia la realidad. Y ya digo que pienso que solo para determinadas areas empresariales. Creo en que cada persona haga ese poquito mas, que marca la diferencia entre un trabajo hecho y otro bien hecho….

Quizas sea necesario desempolvar mas activamente el mito del «rey Arturo» (¿camelot=web 2.0?)dentro de las empresas, eliminar las estructuras piramidales y aplicarse a ese concepto.

Mas que comprender los estilos, es ser capaces de integrarlos.

Creo mas en la integración que en la innovación. Quizas por que personalmente soy mas macgiver que einstein.

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Lula Towanda 15/03/2007 - 02:10

Entre tu y Telémaco me estáis provocando que escriba lo que pienso de la productividad…

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daniel martí 15/03/2007 - 15:27

Lo de clasificar estilos de vida, tiene sus problemas, porque hemos ido cambiando de variables demográficas, económicas… a variables más cualitativas (psicosociales y demás).

De todas formas quiero señalar que los estilos de vida se montan en torno a los productos que usamos y preferimos. También marcan mucho en estos estilos, lo que no tenemos y desearíamos tener, porque también nos comportamos y pensamos como si lo tuviéramos. Así que si buscamos la antropología de base, puede acercarnos la sociología de consumos de Castells, pero tendremos que añadir algo sobre los deseos y los sueños de otros productos que no tenemos y deseamos. Si somos como niños, y lo queremos todo, tampoco sería bueno que los profesionales nos volviéramos locos buscando satisfacer lo imposible, por señalar un extremo.

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