Triste GPRS o humanos con antenas

by Julen


Mis proyectos de consultoría que conducen a trabajar allá donde están los clientes. Regla sagrada. Y si son empresas industriales, entonces están repartidas por diversos polígonos industriales, repartidos, a su vez, por diversos pueblos. Digo pueblos y no populosas urbes hiperconectadas. ¿Captáis la diferencia? El caso es que ayer, por ejemplo, mi todavía sin defenestrar (le quedan cuatro días) tarjeta inalámbrica de Vodafone me tuvo a ritmo de GPRS todo el día. In presionante, Jesulín dixit. Nada de samba, ni ballenatos, música lenta a lo agarrao todo el día.

Así que un asunto que no hay que despreciar es que la famosa velocidad ofrecida por estos artilugios inalámbricos tiene que pasar por un paso previo obligatorio: disponer de cobertura 3G. Y si no la tienes, ya puedes disponer de 350 CV en tu conexión inalámbrica, que sólo te van a servir para hacer ruido. Me ha pasado en varias ocasiones, Bizkaia y Gipuzkoa involucradas por igual.

Volver a la velocidad GPRS me condujo a una impresionante multitarea. Algo así como «bueno, mientras baja esto, me reviso tal documento o preparo un esquema de esto o de lo otro; a veeerrr… no, todavía no ha bajado, así que sigo con esto otro». Y así todo el día. Claro que el asunto no es fácil de resolver porque necesitamos antenitas y más antenitas, me temo. Y ¿dónde colocarlas? En la casa de enfrente, el monte de enfrente, el piso del vecino… Hasta que algún día, con suficiente perspectiva de tiempo, alguien nos diga, por fin, cómo influyeron esas antenitas en la salud de los humanos.

Así que ya ves, quejarme me quejo. Porque estos embaucadores del siglo XXI vendedores de tarjetas mágicas deberían dejar muy claro -infomación- sus limitaciones de velocidad según la cobertura 3G. Cierto que lo dicen, pero ya puedes preguntar bien alto y claro. Porque en las catedrales del consumo lo último de lo que se acuerdan es de mencionarte las limitaciones de cobertura. Sobre todo, la cuestión es que «si no hay cobertura 3G, velocidad GPRS», ¿queda claro?

Así que una posibilidad es autoconectarme o desarrollar mis propias antenas. Claro, ahora entiendo lo de los alienígenas con antenas. Cómo no. Esa es la solución. Humano con antenas. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Acabo de entender la razón por la cual los dibujos animados siempre colocaban al alienígena con antenas. Normal, si no quería tirar de un triste GPRS. Y eso que los Supersónicos papás no tenían antena, pero… ¡fijaos en el niño! ¡Ya traía antena integrada de serie, con gorrito cónico! Claro, para la conectividad inalámbrica de banda ancha.

En fin, dejo de delirar. Bueno, eso sí, lo de ayer fue una oportunidad de volver al pasado y trabajar como lo hacíamos en otra época: con paciencia y en multitarea obligatoria… porque el humano es más deprisa que la tecnología, sobre todo, si es GPRS 😉

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4 comentarios

Telémaco 30/01/2007 - 11:54

🙂
Muy bueno!.

De todas formas no creo que fuese solución…algunos ya llevan puesta una antena (de las de cuernos de toda la vida) en la cabeza y aún así no les funciona el 3G de ninguna manera.

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jofegaber 30/01/2007 - 18:35

Esa cruzada tuya… Ay, quijote sin sancho, corriendo contra molino de vientos…

Animo, que puede ser peor, puede crecerte el dedo en plan E.T para ver si eres capaz de llamar a casa fuera de cobertura…

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karuna 31/01/2007 - 21:27

Estás insuperable! Me has hecho reir aunque el tema no da risa…
A ver si los japoneses nos inventan algún artilugio que no sea tan incómodo de llevar como las antenas de siempre, tipo microchip o algo parecido.
Digo los japoneses porque ellos, que siempre están tan preocupados por el espacio, suelen ser los que inventan las cosas ínfimas.
Saludos

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Julen 06/02/2007 - 05:29

telémaco, no he podido acceder a la página que enlazas… andarán mal de cobertura 😉
jofegaber, pues seguiré, como don erre que erre, no lo dudes.
karuna, ya encontraremos japoneses adaptados. Seguro que son los primeros que sufren la mutación.

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