Producir y consumir información en la movilidad

by Julen

Información por todas partes. Estamos en la sociedad de la información. Nuestra eficiencia personal y la productividad de las organizaciones pasa en gran parte por lo bien que seamos capaces de consumirla y digerirla. Nuestros metabolismos deben deglutir la información de tal forma que la podamos transformar en conocimiento.

Además, la información debe llegar just-in-time: la que me hace falta, cuando me hace falta, en la cantidad que me hace falta. Y en esto la tecnología no para de ofrecer soluciones maravillosas diabólicas.

Por otra parte, parece que hemos aterrizado en la sociedad móvil. No importa que los objetos o las personas se muevan; la tecnología es capaz de captar ese movimiento, la tecnología es capaz de superar las distancias geográficas. La fuerza te acompaña.

Hasta aquí todo bien. Eso parece. El correo de gmail llega al móvil -aunque a mí no me funcione- y el correo de Yahoo también lo hace (aquí o aquí). Google con Samsung empieza a ofrecer móviles con aplicaciones de Google para la movilidad, sean buscadores, correo, mapas o lo que fuera. Yahoo con Motorola, nadie descansa. Blackberry ya lleva tiempo ofreciendo inmediatez: conexión permanente a tu correo. No importa dónde estés, allá llega el correo, ¡tirorín! tiene usted un nuevo correo. Jódete.

Pero el correo es spam en buena parte. Y no importa. Porque, si no es spam, ¿cuántos correos necesitas leer en el momento en que los recibes? Vamos cuesta abajo y sin freno. Si no gestionamos la entrada de información en nuestras vidas, podemos acabar enfermos. Sí, enfermos, sin más. Con una enfermedad de principios del siglo XXI: estrés laboral por nuestra incapacidad de gestionar la información. Quieres y no puedes. Nuestra capacidad de atención es humana, no tecnológica.

Las aplicaciones que nos surten de información inmediata seguirán y seguirán, porque es negocio, es consumo. Cuanto más consumo, más negocio. Cuanta más información, más caerán en las redes. Crecer, crecer, crecer: consumo, sea de ropitas, abalorios, gadgets o información. Renueva tu vestuario, renueva tu cacherría digital, renueva y refresca tu correo.

Parece que hay un límite lógico en el consumo de información: el que tiene que ver con tu eficiencia. Pasada una línea, vas a empezar a perder eficiencia. Y gmail o Yahoo mail te van a hundir, son los proyectiles que cargan las nuevas armas del siglos XXI: los teléfonos móviles. Teléfonos con los que puedes hacer todo. Eso sí, sobre todo, consumir. Porque en el consumo está el negocio, son las catedrales de nuestra era. El lugar donde los humanos buscan cobijo para salir de no sé exactamente qué tipo de alienación en la que parecen vivir.

Claro que con el móvil también puedes producir. Produces instantáneas, digitalizas el momento, fotos o videos. Produces para luego reconsumir. La utilización de momento está en la inmediatez, en la escasa elaboración. De ahí sale lo que el mundo consume rápido: información, comida, gadgets. Ahí estamos. Y Google o Yahoo ya se han dado cuenta. Siguen siendo los proyectiles con que van a venir cargados los teléfonos móviles. Apple se monta al carro con estrépito y ya hay blog de producto movido por la pasión. La movilidad ya forma parte de nuestras vidas. Y como no la gestionemos bien, nos invadirá de mala manera.

Aunque los tiempos modernos hablan del prosumer, no hay que olvidar que lo que da dinero a las empresas es el consumo. Y la producción lo es en tanto supeditada al consumo. Y estamos en su terreno. La polución informativa crece. Frente a ella, como siempre, educación, educación y educación.

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3 comentarios

Fernando 11/01/2007 - 09:55

Educación y educación. No hay otra vía.
Es una batalla perdida, pero habrá que luchar en la medida de nuestras escasas posibilidades.

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Anonymous 11/01/2007 - 15:07

Un artículo realmente bueno. Enhorabuena.

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Nacho Campos 04/02/2007 - 18:49

Disiento contigo. Los teléfonos móviles no están únicamente destinados para consumir. Por mi profesión intimamente ligada al móvil te puedo decir que valen para muchiiiisimo más que para consumir, que también.

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