Cualquiera que haya hurgado un poco en la gestión del conocimiento (GC) en la empresa, habrá pasado por la lectura de The Knowledge-Creating Company. El artículo original se publicó en 1991 y 16 años después sigue siendo texto de referencia. La «versión reducida» llegó vía Harvard Business Review (de pago) y la extended version posterior en el libro del mismo título, por cierto accesible vía Google Books. Ikujiro Nonaka e Hirotaka Takeuchi forman parte del santoral de la GC. Pues bien, os propongo un ejercicio: reinterpretar las cinco condiciones que citan para generar nuevo conocimiento en nuestras empresas a la luz de los tiempos actuales de la web 2.0.

Nonaka y Takeuchi retomaron los conceptos de conocimiento tácito y explícito. Plantearon que las empresas debían generar nuevo conocimiento a través de procesos de conversión de conocimiento:

  • socialización, de tácito a tácito
  • externalizazción, de tácito a explícito
  • internalización, de explícito a tácito
  • combinación, de explícito a explícito

Ya atisbaban la importancia de los soportes digitales, que ellos colocaban en el cuadrante explícito-explícito. Para que una organización pueda generar nuevo conocimiento consideraban que las empresas debían generar ciertas condiciones. Éstas son las que vamos a repasar a continuación, releyéndolas desde nuestro mundo a principios de 2007. Vamos con ello.

Alineación con los objetivos de la empresa

El «norte común», la luz, la referencia, el final dibujado, ¿son posibles realmente? Parece que muchas veces se tratara más de dejar fluir, de crear condiciones, pero sin tanta capacidad predictiva. Miro, por ejemplo, nuestra experiencia de Aprendices y parecería que una condición importante de su funcionamiento es pura emergencia de conducta. En un espacio amplio de libertad las iniciativas fluyen más fácil.

Predefinir las cajas en las que colocar el conocimiento siempre parece que ha ayudado. Claro que ahora quizá las cajas no tienen tanto sentido. Frente a la caja ha surgido con fuerza el concepto de «etiqueta», que nos da mucha más flexibilidad. Etiquetar favorece el concepto multidimensional del conocimiento. No hay una manera única de clasificar.

Por eso, esta alineación que proponen Nonaka y Takeuchi requiere buenas dosis de relatividad. Sí, pero no; sí, pero con laxitud; sí, pero permitiendo la transgresión. Difícil, no cabe duda, si no coges como libro de cabecera La edad de la paradoja, de Charles Handy. Pudiera ser que convenga interiorizar la imagen de una cuerda que se tensa y se destensa. Sirve de las dos formas y no tiene por qué ser mejor una que otra. De acuerdo, parece que la cuerda es para sujetar, pero destensada puede cumplir una función crítica: mantener el vínculo «sin que se note».

Autonomía

Sólo con personas autónomas surgen ideas originales que pueden pasar al grupo y hacerse colectivas. Es el mensaje que se lanzaba. Quizá ahora incluso esta faceta se ha disparado. Castells ve en la red individuos. Pero la autonomía se entremezcla con la dependencia de recursos tecnológicos, por ejemplo. Somos autónomos -al menos parece que podemos serlo en este primer mundo- pero tenemos ataduras que nos condicionan.

La web 2.0 ensalza la capacidad del humano para producir. Le confiere el poder de la multitud y el poder de persona individual. Las empresas micromarketizan todo lo que pueden porque ven el negocio. La larga cola atrae y busca pequeños nichos donde crear nuevos mercados. Mientras tanto, las personas podemos endiosarnos porque podemos llegar a percibirnos con capacidad de ser atendidas en tanto que seres únicos. Bueno, ésta es la teoría que se despliegue en muchos lados; luego la práctica a veces la contradice.

¿Somos más autónomos? Diría que podemos serlo. No tanto que lo seamos. Dependemos, por ejemplo, de una conexión a Internet. Lo 2.0 cambia la plataforma: del PC a Internet. Y esto genera nuevas dependencias. Eso sí, una vez conectados, parece que nuestra autonomía puede entrar en juego. Y es una autonomía -Handy otra vez- que se hace golosa para nuestros proveedores de servicios. En tanto que dejamos huella digital de tantas y tantas cosas, empezamos a ser objeto de deseo informativo. Y nuestra autonomía, la que creeemos poseer, en realidad está siendo abordada con cada correo que envías, con cada SMS que envías, con cada llamada que recibes…

Caos creativo

Promover la ruptura con el statu quo, cuestionar lo que se ha venido haciendo, permitir el error como fuente para aprender. Quizá nunca antes hemos podido aprovecharnos tanto del caos como ahora. Y creo que seguiremos en ello. La tecnología puede recuperar orden de nuestra particular diarrea mental (ya sé que unos la tenemos más incontinente que otros). El caos nos conduce a la creatividad, la creatividad nos conduce a nuevos escenarios, los nuevos escenarios alimentan ilusiones y formas de hacer diferentes. Innovamos, en gran parte, a través del caos.

Cuando la tecnología es capaz de hurgar en las conexiones digitales y descubrir pautas, entonces es cuando debemos reconocer su importancia. La tecnología hace algunas cosas mejor que los humanos. Parece que ella tiene mucha mayor capacidad de cálculo que nosotros, pero se mueve por terrenos donde el doble sentido y lo difuso todavía le generan muchos problemas de entendimiento. Sin embargo, está ahí y es capaz de permitirnos vivir en cierto caos.

Dejar que las personas aporten y luego ya veremos. Es un mensaje que hoy es más fácil de comprender que hace 16 años. Ahora el cesto de las ideas se reconfigura a sí mismo de mil maneras diferentes gracias a la capacidad de análisis de la tecnología. El caos inicial parece generar todo un sistema de inteligencia colectiva. Hay muchas iniciativas en este sentido. De la barbarie colectiva a la sabiduaría de la multitud. Desde el caos de origen a una forma superior de inteligencia.

Redundancia

Acceder a más información de la estrictamente necesaria para dar sentido global al trabajo, decían Nonaka y Takeuchi. Este es uno de los grandes miedos del momento actual. Las empresas se manejan entre el deseo de que su gente sea creativa y esté comprometida y el temor a que queden desbordadas si se les presenta un universo de información excesiva. La polución informativa es una de las consecuencias de la digitalización de los contenidos. El coste de reproducción ha descendido drásticamente con lo que el bombardeo de mensajes es espectacular.

Las empresas, sin embargo, siguen ancladas en esclavitudes de eficiencia y rentabilidad. Y, debido a esa simple operación que supone manejar un numerador y un denominador, sigue persiguiendo hacer las cosas con menos recursos. Es la tentación de multiplicarse por cero. Es la tentación de economizar, de no usar esta y aquella información. ¿Para qué? Si no sirve para el trabajo concreto mejor cerramos el grifo de la información. Si no recibes, no te turbas. Peligroso escenario porque las personas quedamos minimizadas.

Por contra, el grifo abierto desborda conocimiento de forma inmisericorde. Pero en el universo 2.0 apareció el RSS. Es la gran herramienta, es la gran esperanza de la humanidad. Filtrar, llegar sólo a lo que quiero, recibir en el momento que deseo. La tecnología nos ayuda, pero siempre somos nosotros quienes tenemos que seleccionar las fuentes. La tecnología sólo nos abre la puerta de la forma en que mejor nos conviene. No es fácil. Ya vemos fracasos a pesar de RSS y compañía. Y es que hay que andarse con cuidado para no entrar en dinámicas de dumbing down a consecuencia del uso de la tecnología. Los humanos tenemos que delegar con criterio ciertas tareas en la tecnología, pero no olvidarnos de que sin la práctica podemos atrofiar nuestros recursos para seleccionar y filtrar contenidos. Además, todavía hay mucho que avanzar con el RSS.

Diversidad

Combinar cosas diferentes de forma flexible. El escenario actual en tanto que cada vez supera mejor las restricciones geográficas permite el contacto con personas más diversas. La tecnología nos permite ser más flexibles para colaborar con nuestros semejantes. Sin embargo, el humano tiene una tendencia homófila natural: hacemos química con quienes sentimos emocionamente más cerca. En tanto que hay similitud nos resulta más fácil colaborar. Esta característica que parece traemos de serie dificulta el hecho de aceptar la diversidad.

De hecho, buena parte de la tecnología trabaja en la búsqueda de afinidades y no de divergencias. Pandora o Liveplasma pueden ser un buen ejemplo: buscan lo similar. Y esta función de la tecnología es útil porque tonifica en sentido placentero. Es agradable escuchar lo que se parece a lo que ya te gustaba. Sin embargo, esto puede limitar la capacidad innovadora: te mueves en círculos más o menos amplios, pero siempre con una referencia que actúa como fuerza centrípeta.

¿Cómo es una tecnología que nos empuja a la diversidad? Se me hace complicado entender cómo actuaría. Quizá porque los humanos estamos mucho mejor dispuestos, si liberamos ataduras mentales, para explorar lo desconocido. Aunque suene raro, creo que la tecnología del mundo 2.0 se enfoca más hacia la convergencia que hacia la divergencia. La etiquetación social, por ejemplo, hace converger sobre ciertos conceptos. Los blogrolls son pura convergencia: si me lees y sé lo que tú lees quizá me interesa hurgar en esos sitios. No obstante, hay que reconocer que a través de estos procesos las redes pueden ampliarse y llegar hasta nuevos espacios. El hipertexto, a fin de cuentas, nos abre puertas hacia contenidos más diversos que la tradicional lectura secuencial.

Son sólo unos pocos apuntes. Cada una de las cinco condiciones daría para mucho más. A mí, particularmente, me siguen pareciendo válidas, aunque sujetas a cierta reinterpretación. Creo que las ideas que sugieren los textos originales de Nonaka y Takeuchi darían para toda una tesis doctoral. Tienen la hermosa propiedad de provocar efervescencia mental. Bueno, y para terminar, uno de mis blogs favoritos sobre gestión del conocimiento: Knowledge-at-wok.

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8 comentarios

Virginia 10/01/2007 - 13:27

Y en medio del caos estoy yo. Dando guerra. Tácito y explícito. Es uno de los problemas con los que me encuentro: ¿doy por supuesto que muchas cosas se saben o doy información innecesaria como si fueran tontos?

A veces es necesario empezar por el principio… ¿Te acuerdas de mi pregunta? ¿Qué es la consultoría?

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Iván Guillermo Orozco 29/09/2010 - 18:53

Muy interesante el artículo y particularmente válido cuando encontramos (y cada vez será peor) que la cantidad de información existente nos lleva mas hacia la confusión que hacia la claridad. Afortunadamente, las estrategias de KM pueden contribuir a minimizar este efecto.

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en las nubes, del web 2.0 « knowomy 31/10/2010 - 21:22

[…] l’espiral de Nonaka i Takeuchi, s’ha produit un desplaçament de la web (internet, intranets,…) des de la […]

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JAIME BERMÚDEZ 03/10/2012 - 03:18

Muy bien lo del caos, que ya viene de la Física de la primera mitad del siglo XX (el caos y la incertidumbre -Heisemberg-). También lo explícito e implícito, que siempre se supone, pero que hay que explicar con argumentación (Platón lo advirtió: la ciencia es el jucicio verdadero con explicación. Pero tampoco es la ciencia, se lo dice a Teetetes). Se resume en la agudeza de Morin: la complejidad.
La gestión del conocimiento debe incorporar el concepto de complejidad: el caos, las partes, el todo, el sistema, el mundo planetario y el microcosmos. Gestión del conocimiento es conocimiento e ignorancia al mismo tiempo. Pero en las empresas en el mundo del mercado. ¿Cómo se conjuga esto?

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Julen 11/10/2012 - 06:54

Dejas buena pregunta, Jaime. En ello andamos, en ver cómo todo esto puede darnos pistas para trabajar dentro de las empresas con otra perspectiva. Gracias por dejar tu reflexión.

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Los mejores macarrones del mundo | Tendencias #rrhh 2.0 | SERENDIPIA |Escuchando las oportunidades de cada día 29/12/2013 - 11:08

[…] A diferencia del conocimiento explícito , – el objetivo, el que se expresa fácilmente en palabras y aparece en los manuales de la empresa, en sus bases de datos y en su web – . Tal y como explicaban Nonaka y Takeuchi en su libro The Knowledge – Creating Company. Os recomiendo leer el análisis de Julen Iturbe . […]

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Nonaka y Takeuchi 2.0 | Consultoría arte... 16/02/2014 - 21:58

[…] Cualquiera que haya hurgado un poco en la gestión del conocimiento (GC) en la empresa, habrá pasado por la lectura de The Knowledge-Creating Company. El artículo original se publicó en 1991 y 16 años después sigue siendo texto de referencia. La “versión reducida” llegó vía Harvard Business Review (de pago) y la extended version posterior en el libro del mismo título, por cierto accesible vía Google Books. Ikujiro Nonaka e Hirotaka Takeuchi forman parte del santoral de la GC. Pues bien, os propongo un ejercicio: reinterpretar las cinco condiciones que citan para generar nuevo conocimiento en nuestras empresas a la luz de los tiempos actuales de la web 2.0.  […]

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