Tuvo lugar el viernes 20 de octubre. Universidad de Deusto en Donosti. 15 alumnos, Nekane, David nireblog y el que suscribe. Aproximadamente 15 filas de mesas, pasillo central, 4-5 personas a cada lado. Pero somos, en total, unas 18 personas. 15 son alumn@s, 3 somos teóricos portadores de conocimiento (aunque David no lo vea así). Pizarra, proyector, pantalla, portátil, Internet: parafernalia del conocimiento. Esquema (punto de vista alumn@): van a contarnos lo que saben, han dispuesto la habitual escenografía.
Es el primero de los obstáculos y está muy arraigado: en tanto que percibo que tú sabes y yo no sé, establezco una distancia física. No vamos a ocupar las 5 primeras filas. Van a estar vacías. Vas a poder percibir que esa es la distancia, esa es la primera representación del paradigma imperante. El espacio vacío es el camino por recorrer. Tú sabes, yo no sé. Es tu responsabilidad enseñarme.
Y otra vez tienes que explicar que hubo un mundo en que unos producían y otros consumían. Un mundo en que unos escribían y otros leían. Un mundo en que unos mandaban y otros obedecían. Un mundo en que unos entragaban apuntes y otros los estudiaban. Un mundo en que el conocimiento era algo absolutamente aburrido, distante, de expertos, caro y a lo que no se puede acceder tan fácilmente. Esa es la herencia, ese el punto de partida. Sigue pasando: las primeras cinco filas son el respeto, el malentendido respeto. Ese mundo sigue con nosotros.
Por eso, tenemos que ir a su terreno y sentarnos con ell@s. Y hay que gestionar silencios y aguntar la tensión que produce la histórica frase de que «para eso te pagan, para que nos enseñes». Y si nadie dice nada, es lógico que sea así. No pasa nada.
Apunta una causa por la que pelear: el conocimiento lo creamos.
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7 comentarios
Umm, dile eso a mi profesora de filosofía, para ella dar una clase de filosfía es llegar, vomitar su discurso y ejercicios. Y a la ahora de corregirlos tan sólo vale su opinión, cosa que quita las ganas de participar.
Escribí un artículo sobre esa asignatura, si te interesa, puedes leerlo aquí.
Por cierto, me gusta tu blog ^^
Un saludo
¡Que suerte tenerte de profesor!.
morpheus, ya me gustaría a mí dar clases de filosofía… Desde luego que eso sí que debería ser, como dices en tu blog, para «no estudiar». Aunque es un tema algo delicadillo, creo que lo de «estudiar» nos ha hecho su daño. Y lo preocupante es que el asunto sigue: oposiciones y más oposiciones donde ya igual que seas un psicópata. Si apruebas, ya tienes curro. En fin, así nos lo han montado.
Gracias por los piropos.
Telémaco, la cosa es que todavía creo que lo paso yo mejor que los alumnos y… ya me gustaría irlo cambiando.
Estoy con Telémaco, ya me gustaría tenerte de profesor.
Reconozco que cuando hice el curso de Dirección de Operaciones, me decidí entre las tres posibilidades que tenia por 3 factores, Programa, profesorado, precio.
De esto hace 11 años, y con algunos de los profesores continuo teniendo relación.
En realidad es un profesor pésimo. No te enseña nada. Lo tienes que aprender tú todo. Y encima le pagan/pagamos 😛
Saludos. Iñaki.
Me pareció muy arriesgada tu propuesta al principio, pero al final conseguiste el objetivo de que entraran en el juego y eso me parece tremendamente complicado conseguirlo en una clase de apenas 2 horas.
Un saludo.
[…] y situarse “por encima de los demás”. ¿Por qué? Porque sabe lo que tú no sabes. El conocimiento da mucho respeto. Por eso detrás del saber tiene que aparecer la vocación de enseñar. Y juntar las dos […]