Chorizo, el alimento de la web 2.0

He estado echando un vistazo al magnífico análisis de la revisa Consumer titulado «Ocho chorizos en sarta» (mierda de serendipia). Y es que los tiempos avanzan que es una barbaridad. En realidad, a mí los chorizos en sarta tampoco me enloquecen, pero reconozco en ellos las señas de identidad de muchos de nuestros progenitores. Y me parece muy mal humillar a toda esa generación con frases tan tendenciosas como:

• El chorizo es un alimento muy calórico, con mucha grasa. Pues eso, que pasaron el 41, el año del hambre, joder. Que un poco de respeto.
  
• El chorizo es un embutido crudo y curado que se prepara con carne de cerdo. Lo de carne de cerdo supongo que cuando se podía. Los rellenos complementarios ni decir de dónde procedían. Lo que no mata engorda, ¿no? Pues que miren cómo está la esperanza de vida. ¿Y no crecieron a base de rastras de chorizo? Pues entonces.
  
• Cuando el diámetro de la tripa es superior a 22 milímetros se denomina chorizo, y si es inferior longaniza. Estas finuras sólo existen desde que la fiebre del cocinero dicharachero conquistó la televisión 1.0. Argiñanos, Joséandreses y compañía nos han hundido. Exquisiteces con el chorizo. Vamos, hombre.
  

Pero a mí me duele más el informe Consumer del chorizo Pamplona. Primero porque me hace pensar que voy a morir pronto, lleno como estaré de colesteroles malos y bacterias asesinas, agazapadas en cualquier esquina de mi torrente sanguíneo.

Sin la debida proporción de grasa, el chorizo resultaría duro, demasiado salado e insuficientemente jugoso y sabroso. En la grasa del cerdo abundan los ácidos grasos monoinsaturados, beneficiosos para la salud, pero la grasa animal es rica en ácidos grasos saturados y en colesterol (60 mg/100 g). Como es sabido, ingestas elevadas de grasa saturada y colesterol aumentan el colesterol sanguíneo, favoreciendo la arteriosclerosis que, a su vez, se asocia a un mayor riesgo de afecciones cardiacas.

Deberían tener más cuidado con lo que escriben. Una generación que ha crecido con chorizo Pamplona está amenazada. Unamos fuerzas y defendamos nuestros derechos. Luego venga tabaco y que si fumadores pasivos. No, el estado debería indemnizarnos por permitir que nos alimentaran con ese tipo de bombas embutidas. Desde pequeños y ya cabando nuestra fosa.

Hidroxipolina, nitratos, nitritos, ácido ascórbico, cochinilla E-124, conservantes, colorantes… una bomba aplicada sistemáticamente a quienes, como yo, venimos del baby boom de los 60. Nacimos con el chorizo Pamplona incorporado de serie y ahora nos enteramos de esto. Pues que se metan la sarta de ocho chorizos, de uno en uno, por donde les quepa. Además, no tiene ningún sentido llevar a cabo una investigación sobre chorizo sin incluir el pan (y no vale integral, por supuesto). ¿O esta gente de Consumer no sabe que el chorizo no se puede comer solo? Debería llevar a esta gente a los tribunales por amenazas:

El chorizo, como producto crudo-curado que es, podría contaminarse con la bacteria Clostridium botulinum que genera una toxina cuyos efectos (botulismo) pueden ser letales para el ser humano.

¡Inmorales, acosadores! Mucha web 2.0 e infografías del RSS en Consumer para que luego te hundan de esta manera. ¿Qué futuro nos espera? No future, no future, for you. Ya lo dijeron los Sex Pistols, que porque eran anglosajones, que si no, se hubieran jartado a chorizo Pamplona.

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