Por fin un cuaderno de bitácora

Estamos en el día «d-5» (léase «d» menos cinco). Tomando «d» como el día en que comienzo el viaje hacia Ginebra desde donde vendré por el Camino de Santiago hasta Bilbao. Será el día 14 de julio, fête nationale pour la France.

Esta mañana he terminado mi segunda prueba de marcha reproduciendo las condiciones en que lo haré con la bici. Esto quiere decir con la mochila y la bolsa de equipaje sobre la parrilla trasera de la bici. Es una forma diferente de andar en bici. Todo es más lento, las cuestas parecen más cuestas, el viento parece que sopla con más fuerza de frente, la carretera se agarra más. Recuerda a los típicos proyectos que no hay manera de que cojan ritmo, que se van atascando y que nunca avanzan como supusiste cuando preparaste la oferta. Pero luego, con el tiempo, esa forma de rodar es la norma y la fluidez va de menos a más. O, al menos, esa es la sensación. Cosa que, claro está, no suele pasar en el devenir de un proyecto. Raro es el que coge esa sensación de fluidez.

El fin de semana pasado hice 94 km de carretera con 1.200 metros de desnivel acumulado. Anduve suave para no forzar porque no tengo ni de lejos la forma física del año pasado. Bueno, no pasa nada, iremos más despacio y disfrutaremos más del camino. Esta mañana he rodado también 63 km coincidiendo con un pequeño tramo del Camino de Santiago del Norte (o de la costa). Al salir de Portugalete y hasta la playa de La Arena, el camino se funde con un bidegorri, la Vía Galdames. Se trata de un antiguo ferrocarril minero que de pequeño llegué a conocer porque terminó su servicio a finales de los años 60.

Ya tengo todo preparado. He incorporado alguna pequeña novedad a última hora. El viernes iré en tren desde Bilbao hasta Donosti y luego desde allí iré en bici hasta Hendaia. Mi idea es coger un tren que sale a las 9:30 am y que en algo más de dos horas te lleva al marco incomparable por excelencia. Tengo 41 años y nunca he realizado ese trayecto en tren. Supongo que en este mundo en que la velocidad prevalece, este medio de locomoción que une Bilbao y Donosti no es la opción más veloz ni mucho menos. Es un tren de los de antaño. Suave, suave, para quienes no tengan prisa. Pocos a día de hoy, me temo.

También he elegido la lectura para esas dos semanas. Me gusta llevar novela negra. Y como ya ni me acuerdo de cuando leí las primeras letras del alfabeto del crimen de Sue Grafton, he decidido coger la «D de deuda». Así que volveremos a los años 80 a Santa Teresa para leer las investigaciones de Kinsey Millhone. Esta serie, que comenzó con la «A de adulterio» ha ido repasando las letras hasta llegar a la S actual. Así que me llevo a Kinsey. En edición de bolsillo, eso sí. Por cierto, la web de Sue Grafton gira en torno a Kinsey y es una pocholada. La recomiendo a cualquiera que le guste el alfabeto del crimen. Además, Sue Grafton mantiene un «forum» en el que la conversa con sus lectores.

Una última reflexión: un blog es algo parecido a un cuaderno de bitácora, ¿no? Y si un cuaderno de bitácora, según la RAE, es un «libro en que se apunta el rumbo, velocidad, maniobras y demás accidentes de la navegación», entonces ahora voy a tener un verdadero cuaderno de bitácora. Trataré de narrar la navegación, las maniobras y el rumbo. Este cajón de sastre -artesania en red- que entremezcla, como en un progresivo fundido cinematográfico, lo personal y lo profesional, toma rumbo a Ginebra para volver a Bilbao pedaleando. Espero que disfrutemos del viaje. Quedan cinco días para partir.