Quería hacer una etapa Verano Azul y se puede decir que la primera parte, hasta Auvillar, así ha sido. Luego, por extenderla un poco más, se ha endurecido algo. Y es que dar pedales más allá de las doce del mediodía empieza a agobiar. Este calor, según me han comentado, durará hasta el miércoles 26. Cada día el termómetro sube hasta cerca de los 40 grados, si no los pasa de forma sobrada, como ya ha ocurrido.

Por la mañana, siendo domingo y fiesta de guardar, hemos desayunado en el hotel a cuerpo de rey, que diría mi difunto abuelo (en su versión light, la otra me la guardo hasta coger más confianza). Claro que desayunar en el hotel quiere decir empezar a pedalear más tarde de las ocho. Y con estos calores mejor no demorar la salida porque la consecuencia segura es aguantar más calor.

Desde Montcuq hasta Auvillar no hay apenas desnivel. Girasoles a ambos lados, unos te miran y otros te dan la espalda; el sol es el astro rey al que obedecen sin rechistar. En Moissac hemos hecho paradinha. Un zumo en la plaza, junto a un impresionante marché con su punto vide grenier. Ya sabéis que los franceses tienen por costumbre de vez en cuando vaciar su casa de todo lo inservible y tratar de venderlo. Pues eso en Moissac esta matinée. Multitud vendiendo, multitud comprando. En la oficina de turismo hemos sellado la credencial y tratado de localizar un lugar con conexión a Internet. Que es domingo, a ver si espabilas.

Auvillar es un pueblecito al que se llega tras recorrer desde Moissac un buen tramo paralelo a un canal del Garona, el río del día. Antes de coger este canal se atraviesa el canal de Deux Mers, que une Mediterráneo con Cantábrico, un buen plan familiar. Aunque aburrido por lo plano, es agradable hacer kilómetros de esclusa en esclusa, saludando a los barquitos que surcan estos canales.

En Auvillar han caído unos gnocchi gloriosos y un cafelito. Hasta ahí eran 60 kilómetros relajados y con la rodilla izquierda sin dar problemas. Pero uno, que es de Bilbao, decide hacer otros pocos más, para degustar la solana diaria de los 35-40 grados. El plan son diez kilómetros extra hasta St-Antoine y dormir en un gîte (albergue), pero la carretera está cortada y hay que tirar hasta Miradoux, donde no hay sitio en las varias chambres d’hôtes del pueblo, porque el hotelito está cerrado por vacaciones, claro. Menos mal que seis kilómetros más adelante he encontrado un precioso gîte, en las antiguas escuelas del pueblo, en Castet-Arrouy. Así que aquí estoy, en la casa de la institutriz, la mar de bien. Estamos solo cinco personas, pero dos acampan fuera; por lo que nos repartimos entre tres las 16 plazas disponibles. Un lujo de albergue. Buenas noches.

Distancia de la etapa: 89 km

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