Reuniones

by Julen

>Cuando abandoné mi anterior vida profesional, gané muchas cosas y entre ellas, la eliminación de una ingente cantidad de reuniones. En mi caso, la agenda incluía de forma periódica reuniones de consejo de dirección, consejo rector, consejo social (comité de empresa), comité de Intranet y reunión de colaboradores (de departamento). Además, a esto se añadían las que tenían que ver con hobetaldes (grupos de mejora), seguimiento de proyectos en curso y un laaargoooo etcétera. Pues bien, ayer creí volver al pasado. Reunión de 9:00 am a 1:00 pm, comer, otra de 2:30 pm a 3:45 pm y otra más de 3:45 pm a 5:45 pm.

Cuando esto sucede me suelen quedar dos sensaciones. Una, que no he podido hacer nada. Otra, que termino más cansado de lo normal. Cuando digo que no he podido hacer nada me refiero a esas actividades que están en la lista de pendientes… y que ahí siguen. Una reunión requiere un mínimo de atención. Reconozco que no soy capaz de estar en una reunión sin mi portátil. Esto abre otra ventana al exterior e introduce oxígeno. Entra correo, puedes consultar alguna que otra cosa, echar un vistazo a algún que otro informe, enviar algún emilio… es como delinquir… pero… menos, ¿no? Los demás te miran y te ven teclear. La mayor parte creo que saben que estoy haciendo algo al margen de la reunión en ese momento. Pero a ver quién es el gracioso que aguanta cuatro horas de reunión con sonrisa en los labios, buena letra y atención a las conversaciones. Nadie.

Terminar más cansado de lo normal es algo que no me gusta. Cuando vuelvo a casa, arrastro más fatiga. Algo parecido a que te hubieran zarandeado física y psicológicamente. Es como volver de un lugar donde no has estado a gusto. No llega a consecuencias graves, pero sí me lleva a considerar que… cuantas menos reuniones mejor. Pero, ¿es posible? Parece que hay una relación directa entre tu carrera profesional y el número de reuniones que diriges o en las que participas.

He impartido bastantes seminarios sobre dirección de reuniones. Me sé la teoría y creo que soy capaz de practicarla, más o menos. Pero en una reunión larga con un grupo numeroso de gente, las posibilidades de manejarla dignamente no son demasiadas. Así que cuando entro en este tipo de reuniones siempre procuro llevar mi portátil y conseguir una conexión, sea con alambre o sin alambre. Pero conexión al mundo libre, por favor.

Teóricamente las reuniones son un lugar donde se dan intensos procesos de comunicación interpersonal. Un lugar donde nos expresamos con riqueza y donde mostramos quiénes somos y cómo nos compartamos. Las leyes de la estupidez humana de Carlo Cipolla siguen bien presentes y allí también se manifiestan, claro está. No hay que subestimar la capacidad del estúpido de estropear esa comunicación entre humanos. Creo que son muchas más las reuniones que fracasan -al menos no alcanzan unos mínimos resultados de cumplimiento de objetivos y satisfacción de quienes participan- que las que te dejan buen sabor de boca. Es una pena, porque lo que eso genera es que «déjame en paz de reuniones, que tengo el alma tranquila».

Así que ahora, siendo artesano, mantengo ciertas reuniones conmigo mismo. Por eso coloco mi cartel preferido para estas ocasiones: «Cierre la puerta antes de entrar, por favor. Estoy reunido«. Lo anoto en la agenda (por cierto, Outlook y Google Calendar están en guerra) y es espacio de tiempo ocupado. Lo siento, no puedo atenderte. En estas reuniones unipersonales es donde encuentro más productividad. Sin embargo, sigo reconociendo que necesito juntar mi alma con las de otras personas, porque en esos encuentros, de vez en cuando, surge la chispa y se dispara el crecimiento exponencial. Tanto en el plano de las emociones como en el intelectual. Y eso es grande, aunque pase pocas veces.

Mientras tanto, ya sé que quizá no doy demasiado buen ejemplo, pero cuando me entran demasiadas reuniones, me rebelo y dejo una puerta abierta al exterior. Eso es Internet. La conexión con el mundo exterior cuando estamos ejecutando la danza ritual del manajemén moderno: la reunión. Dime cuántas reuniones tienes y te diré cuan importante eres. Una pena que se nos tuerza esta hermosa herramienta, esa que permite que los humanos nos digamos las cosas a la cara. Pero claro, tanto fue el cántaro a la fuente…

Quizá podamos crear una «asociación de afectados por las reuniones mal hechas». Me temo que seríamos multitud. Y si desfilamos por Madrid, entonces van a saber lo que es «concentración multitudinaria». Demasiados para cosa buena. Resiste mientras puedas, que algún guru americano nos liberará con sus sabios consejos de librería de aeropuerto.

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2 comentarios

Telémaco 14/06/2006 - 10:00

No me extraña que hayas tenido un mal día con tanta reunión. Viendo la fotografía, incluso se te nota en la cara, ¡se te ha puesto una cara de perro…!.

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Fernando 16/06/2006 - 07:22

Lo único bueno de las reuniones es poder hacer que digan «es que no se encuentra, está reunido en este momento» :))
Por lo demás, presento mi candidatura a secretario general de la asociaciónd de afectados por las reuniones: las mías, casi sin excepción, son cargantes, soporíferas, etc. etc.

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